Érase una vez, un pequeño conejo llamado Robi que vivía cerca de un pueblito llamado Heart, en un prado cerca de un gran estanque muy lindo, lleno de flores, un hermoso pasto muy verde y muchos vecinos muy agradables y amigables.
Dos semanas después llegó un día muy especial. El lindo conejo tenía todo listo para preparar un gran banquete, ya que ese día se celebraba algo muy importante para él.
Robi ya tenía todo listo, aunque solo le faltaba el postre, pero desgraciadamente le hacía falta un ingrediente muy especial e importante para poder terminarlo.
Ese mismo día, Robi decidió ir al pueblo a visitar a un viejo búho llamado Hans. Hans era un experto en hierbas, raíces, especias, maderas, entre muchas cosas relacionadas con medicina, cocina y carpintería.
Robi estaba muy seguro de que él podía saber dónde encontrar el ingrediente que tanto necesitaba para ese día especial. Al llegar al pueblo, se dirigió al puesto de Hans, que se encontraba muy cerca de la plaza central.
Hans tenía un puesto donde vendía e intercambiaba objetos de valor por ingredientes, especias, entre otras cosas muy interesantes y útiles para los cocineros o personas que les gusta mucho inventar nuevas recetas al experimentar con ingredientes inusuales.
Al llegar, Robi saludó muy amablemente a Hans y le dijo: “Hola Hans, ¿de casualidad en tu puesto no tienes el ingrediente que necesito?”.
Hans, muy alegre, dijo: “Hola Robi, un gusto saludarte.
Dime lo que buscas y veré si lo tengo aquí en mi puesto. De ser lo contrario, puedo decirte dónde encontrarlo sin necesidad de pagarme”.
Robi le agradeció y le dijo cuál ingrediente buscaba. Desgraciadamente, Hans no contaba con ese ingrediente en su puesto, así que le indicó a Robi dónde lo podía encontrar muy fácilmente.
Hans le respondió: “Mira chico, el ingrediente que buscas es inusual encontrarlo por aquí, así que sabes lo que significa.
Tendrás que buscarlo fuera y en el lugar más peligroso, que es el bosque de robles. Así que te recomiendo olvidarte del ingrediente y no arriesgues tu vida por él”.
Robi era un conejo que, a pesar de ser muy listo e inteligente, le gustaba mucho la aventura y los retos, así que decidió aun así ir al bosque de robles por ese ingrediente que tanto necesitaba.
Así que le dijo a Hans que no importaba la dificultad, aun así iría a donde fuera por él.
Así que el búho Hans le deseó mucha suerte y le indicó dónde encontraría el ingrediente exactamente.
Aunque dicho lugar estaba repleto de cazadores, trampas para osos y depredadores demasiado fuertes, también Hans le entregó un mapa y algunas cosas y provisiones que le serían muy útiles en su dicho viaje tan arriesgado.
El pequeño conejo se preparó y se destinó a llegar al ingrediente especial.Sin importar los retos y peligros, él iría por él.
Al llegar al estanque, se encontró con Karla, una simpática y amable vaca que era la dueña de la florería del pueblo.
Karla, muy linda, saludó a Robi y le preguntó a dónde se dirigía, ya que le daba curiosidad saber el destino de Robi al llevar una mochila y un mapa.
A lo que Robi contestó: “Hola, buenas tardes señora Karla. Pues verá, me dirijo al bosque de robles por herditina, ya que la necesito para la cena de hoy, ya que es muy importante para terminar el postre. Es lo único que me falta para tener todo listo”.
Karla se sorprendió al escuchar el destino de Robi, ya que ella sabía los peligros que encontraría allí y le recomendó lo mismo que le dijo Hans, que se olvidara del ingrediente ya que corría muchos peligros al llegar a su destino.
A pesar de lo que Karla le dijo, Robi aun así decidió ir a como de lugar por ese ingrediente que tanto anhelaba tener para por fin tener todo el banquete de la cena listo y perfecto.
Al saber que Robi no le haría caso y aun así se dirigiría al bosque, no le quedó de otra más que desearle mucha suerte y esperar que nada malo le llegara a pasar.
Robi siguió su camino y se dirigió al bosque de robles, del que muchos animales no volvieron y otros temen ir o adentrarse en él.
Después de unas horas, Robi se encontró con una tortuga muy curiosa e inusual, ya que no se encontraba cerca de un lago, estanque o laguna, así que decidió acercarse y preguntarle qué hacía ahí.
Así que Robi le dijo a la tortuga: “Buenas tardes, señor tortuga. Disculpe, ¿se encuentra bien o necesita que le ayude en algo?”.
La tortuga parecía estar algo impactada, o mejor dicho, asustada por algo que pasó o había visto en ese momento, por su mirada, porque no hacía ningún movimiento, simplemente estaba con la mirada y alma vacía.
Robi se sintió algo sorprendido al ver el estado de la tortuga y el aspecto que tenía.
En ese momento, la tortuga movió ligeramente su mirada hacia Robi y le dijo: “Ten cuidado, muchacho, con los peligros que puedes encontrar si sigues avanzando.
Créeme, hay muchas cosas de las cuales me arrepiento de ver y haber vivido”.
Al escuchar esto, Robi se sintió atemorizado por los peligros que se podía encontrar al seguir su camino, pero era más su interés y sus ganas de tener su banquete perfecto que su miedo, y aun así decidió continuar su camino.
Robi le agradeció el consejo a la tortuga, le dio uno de sus suministros de bocadillos y siguió su camino hacia el gran ingrediente que tanto estaba dispuesto a buscar y encontrar fuese lo que fuese.
Llegó a la entrada del bosque casi al anochecer, a la hora que salen muchos depredadores. A pesar de todo el camino recorrido, el pequeño no iba a rendirse y olvidarse de él así de fácil.
Ignoró las advertencias de tres animales que conocían muy bien los peligros del bosque y, por ser de noche, no iba a olvidarse de él.
Así que Robi preparó su farola y una pequeña lanza que había fabricado para protegerse de algún mal al que se deba enfrentar.
El pequeño conejo, sin importarle lo que pase, estaba dispuesto a encontrar ese ingrediente que tanto le hacía falta.
Al entrar al bosque, Robi se sentía algo asustado, pero aun así continuó.