El gris también es un color

Capítulo 1: Sonrisa

-Por eso, La Revolución Industrial marcó un punto de inflexión en la historia, modificando e influenciando todos los aspectos de la vida cotidiana de...- La voz de la profesora solo me provocaba más ansiedad. Miré el reloj; apenas eran las 10:30. A este paso de seguro terminaría saltando por la ventana.
Yo soy Cassiel, tengo 17 años y estoy en 2° año de preparatoria; me considero una chica inteligente, amable; soy bastante callada y un poco caprichosa. Se podría decir que no muestro interés por nada, casi nunca sonrío y si lo hago nunca es una sonrisa verdadera. Nunca hablo con mis compañeros, es más que obvio que no tengo amigos, mucho menos un novio. Dicen que parezco una anciana amargada recién salida de la 4° Guerra Mundial. Idiotas. La 4° Guerra Mundial no existió. Aún. Siendo honesta, me gustaría cambiar mi situación antes de terminar la secundaria, pero aún no se como. Tal vez deba dejar las cosas como están.
En fin...
Me encontraba en mi asiento al lado de la ventana contemplando el paisaje de afuera, pensando en lo que haría al salir de la escuela. Era otoño, por lo que mis planes serian llegar a su casa, comer, estudiar, leer un libro, bañarme, leer otro libro y dormir. Aunque la estación no cambiaba mucho mi rutina prefería ocupar mi mente en eso antes que volver a oír las palabras "Revolución Industrial".
Por fin tocaba la campana que anunciaba que podíamos irnos. Me levanté, junté mis cosas y me fui. En el camino a casa recordé un libro que quería leer hace mucho, así que me dirigí hacia una librería que quedaba unas tres cuadras pasando mi casa. No me preocupaba por el horario, mi madre trabajaba hasta tarde y mi padre vivía en otra ciudad junto a mi hermano. Mis padres se divorciaron cuando tenía doce. Mi hermano parecía haber sido el más afectado pero yo casi ni me inmuté, pienso que es mejor verlos separados que verlos pelearse todo el tiempo. Claro que esto mi hermano aún no lo entiende, y mucho menos lo entendería en ese entonces que solo tenía cinco años.
Llegando a la última cuadra que me quedaba apuré el paso ya que, aunque no me disgustara el frío, no estaba en mis planes enfermarme. Ya en la librería empecé a buscar el libro. Al no encontrarlo le pregunté al dueño de la tienda si ya lo habían vendido.
-Por desgracia si, señorita. Como no es un libro muy conocido me trajeron solo una copia. Cuando vuelva a hacer un pedido voy a encargarlo.- Dijo el señor con una sonrisa amable.
-Está bien, gracias.- Me fui un poco decepcionada. Si bien el señor tenía razón y el libro no era muy conocido, era un gran libro. 
Estaba por doblar en la esquina que va para mi casa cuando vi a un chico arrodillado en el suelo juntando unos papeles que al parecer había tirado por accidente. 
~Que torpe~ Pensé, pero decidí ayudarlo.
Me acuclillé en frente del chico y comencé a levantar algunos papeles.
-N-no hace falta- Dijo nervioso el chico.
-Está bien, no tengo apuro- Contesté con un tono aburrido.
-Bueno gra...- Antes de terminar se vio interrumpido por mí.
-Ese libro- Dije señalando lo que el chico acababa de recoger del suelo.
-¿Que tiene?- Pregunto ingenuo.
-¿Lo acabas de comprar?
-Sí. En una librería a dos cuadras de aquí.
-Tres cuadras- Lo corrige. -Yo lo quiero.- Dije en un tono autoritario y poniéndome de pie.
-¿Qué?- Preguntó el chico terminando de levantar los papeles, poniéndose de pie e intentando no reírse ante mi actitud extraña.
-Que quiero el libro- Respondí con un notable enojo, cosa que lo molestó un poco.
-Compra uno- Me dijo en un tono burlón.
-Ya no quedan copias- Contesté poniéndome un poco roja del enojo y la vergüenza. ¿De verdad estaba peleando por un libro?
-Mala suerte- Me dijo el chico mirando hacia otra parte y cruzándose de brazos como si de un niño se tratara.
~Yo soy infantil pero este tipo no se queda atrás~ Pensé aún más molesta con el extraño.
-Te lo compro- Dije estirando mi mano para sellar el trato.
-No puedo, no es mío- Respondió con su brazo esperando los papeles que aún tenía en mis manos.
En ese momento estaba a punto de tirarle los papeles en la cara y salir corriendo, pero, por mi estúpida en inculcada naturaleza amable, no lo hice y solo se los di y me fui.
Mientras caminaba hacia mi casa, absorta en mis pensamientos, me di cuenta de la presencia de alguien más caminando detrás de mí. Me volteé y me encontré con el mismo chico dirigiéndose en la misma dirección que yo. 
Antes de entrar a mi casa me volteé nuevamente y me encontré con el chico mirándome desde la calle.
-¿Qué?- Le pregunté con fastidio. 
-Me llamo Ciro- Respondió simplemente.
-¿Y?
-¿Cómo te llamas?
-Cass...- No terminé la frase. -No te interesa.- Le grité. ¡A la mierda la amabilidad! Este tipo me había hartado.
-Bueno, nos vemos... Cass- Me dedico una sonrisa mientras se iba.
Eso me puso de los nervios. 
Me metí a mi casa. Como era de esperarse, mi madre no estaba en casa. Por un lado eso era bueno. Quería estar sola. Quería procesar lo que había pasado y lo que acababa de pasar. Se me había hecho tarde por estar discutiendo con aquel chico, había perdido el apetito, no me podía concentrar ni en leer ni en estudiar; lo único que si logré hacer bien fue bañarme. Mi rutina acababa de ser totalmente arruinada. 
Mientras estaba en la bañera volvían las imágenes de ese día y, aunque no me acordara de como era el chico y apenas recordara su nombre, lo que menos podía olvidar era su sonrisa.
~¿Shiro? No. ¿Cirilo? Tampoco~
Salí del baño y cuando por fin me acosté, la sonrisa de aquel chico volvió a aparecer en mi cabeza.
~Ciro...~




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.