El guardián del chamán

El temazcal

Pasé cerca de medio año sin ir al rancho. Cuando lo visité, pude ver al fin los logros que tuvo Sergio en ese tiempo: La estructura de madera que sostenía lonas para proteger a la gente en los eventos de día de muertos y fin de año; una presilla al lado del río para acumular agua para el riego; un temazcal hecho de troncos y mantas, además de una gran cantidad de nuevos árboles frutales, animales de granja que él mismo compró y algunos arreglos en el interior de la casa.

Ese día Mario me encargaría ayudar a preparar el temazcal. ¡Era mi primera vez en un temazcal! No tenía ni idea de qué demonios debía incluir, pero sé que Mario es el tipo de maestro que cuando le preguntas algo y te responde “tú inspírate”, él confía en que encontrarás el modo de hacerlo. Pues el único modo que se me ocurrió fue acudir a Sergio para que me ayudara.

Me acompañó por el bosque juntando diferentes ramas, flores y hojas, y con cada una me decía su nombre y qué propiedades medicinales tienen.

―Ve esta ―me dijo señalando un arbusto con ramilletes de pequeñas flores blancas―. En una milenrama y es aintiinflamatorio, ayudará a los que traen inflamación muscular. Ahora intenta cortar una rama. ―Yo jalé una rama, pero el pequeño tronco era muy elástico, lo que dificultaba que lo pudiera cortar.

―No se deja ―le dije―, creo que necesitaré unas tijeras.

―No ―dijo sonriendo―, lo que necesitas es esto: ―él se inclinó ante la planta y habló solemnemente―. Pido tu permiso y el de los elementales del bosque para que me permitan usar esta flor para ayudar a sanar a los nuestros. ―Entonces tomó la rama con su mano y la cortó sin ninguna dificultad. Parecía inverosímil, pero cuando hice lo mismo, no tuve problema alguno con cortar otra rama.

Me explicó que en el temazcal ellos colocaban hierbas y flores medicinales alrededor para que con el calor soltaran sus aromas y convirtieran el ritual en uno de aromaterapia en conjunto.

El temazcal, o lugar donde se suda, es una pequeña estructura semicircular que se construye sobre el suelo. En el centro se hace un agujero en el cual se colocan piedras calientes a las que llaman “abuelitas”, pues se supone que las abuelas nos apapachan con su calor. En algunas ocasiones solamente se usa el calor de las piedras y en otras se agregan infusiones para que se inhalen sus componentes en una especie de baño de vapor.

Llevamos todo al temazcal y Sergio se dedicó a encender la fogata para calentar a las abuelitas mientras yo decoraba el interior con todas las hierbas que recolectamos. Mario fue a dar su visto bueno y con una sonrisa de orgullo me habló.

―Te dije que te inspiraras y el bosque te puso en tu camino lo que necesitabas. Tú no lo sabes, pero la mayoría de las personas que hoy van a entrar al temazcal traen dolores musculares, y esa milenrama, el tepozán y la ruda que elegiste, serán muy útiles para ellos.

Yo ya estaba acostumbrada a eso de que los espíritus nos guían en todo, así que simplemente le tomé su palabra como que al fin me iniciaba en esa comunicación espiritual.

Me señaló el monte y me comentó que Sergio ya estaba preparando todo para un temazcal de 5 tiempos. No me lo podía imaginar, sólo me dijo que desde un punto alto estaría el primero, los pacientes irían a ese para permanecer media hora, después al siguiente y al siguiente, cada uno con más calor hasta terminar en el río.

―No puedo ni visualizarlo ―le dije.

―Pues acá el ingeniero ya planeó todo ―dijo Mario señalando a Sergio.

Seguía sin poder imaginar cómo lo planeaba, pero ansiaba verlo terminado.

Alan, otro de los aprendices del doctor fue el que dirigió el temazcal. Nos indicó que se realizaría en 4 “puertas” de 15 minutos cada una. Se refería a periodos de 15 minutos en los que se abriría la puerta para que, quien quisiera salir, pudiera hacerlo.

El temazcal siempre impone a quien lo realiza por primera vez, y como muchos, pensé que no resistiría nada, a la primera, el calor, la sensación de no poder respirar y la claustrofobia me harían salir huyendo en la primera puerta. Pero no fue así, Alan nos indicó como controlar la respiración y el calor no se sentía agobiante, sino apapachador, entendí por qué las llamaban abuelitas, pues justo así sentía, como un abrazo maternal.

Algunos resistieron sólo la primera puerta. Fue un poco aterrador, escuchaba que los que salían gritaban a todo pulmón, seguido de algunas risas. No quería ni imaginar qué nos esperaba afuera.

Resistí 3 puertas. Quizá hubiera resistido las 4 de no ser porque Alan me pidió dar mi visión sobre el momento y al hablar, sentí que perdí toda la energía.

Salí y Sergio me guio hasta el rio. Entendí por qué gritaban y no al mismo tiempo. De la nada, Sergio tomó un bote, lo llenó con el agua helada del río y me lo arrojó encima. Así que por eso gritaban. Pero yo no pude, por instinto al sentir el frío mi reacción fue de jalar aire, pero sin poder por el chorro que me caía en la cara. Fueron en total 5 cubetadas que me dejaron jadeando y temblando, ante las carcajadas de don Mario quien reía divertido desde la terraza.

Fui a secarme, decidida a regresar a la casa para vestirme y entonces vi el bosque… Jamás había sentido tanta paz en mi vida, fue como haber entrado a otra dimensión, lo vi más hermoso que nunca así que simplemente me fui a la terraza con Mario y me dediqué a escuchar el viento entre los árboles, las aves y el río, y claro, a burlarme de los ingenuos que salían sin saber lo que les esperaba.



#826 en Fantasía
#140 en Magia
#108 en Paranormal
#42 en Mística

En el texto hay: historia real, magia, chamanes

Editado: 28.01.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.