El Guardián Del Equilibrio

Atrapado Entre Sombras

Aiden respiraba aliviado al sentir cómo la oscuridad había desaparecido de su alma y de su mente. Al fin podía respirar profundo y con total libertad. Había caído bajo el control de la oscuridad demasiadas veces ya, y no soportaba seguir así.

El alivio de Aiden era como un amanecer tras una noche interminable, cada respiro una brisa fresca que limpiaba las sombras de su corazón. Sentía que la luz volvía a brillar dentro de él, como un sol naciente que disipaba la neblina de la desesperación.

Tenía que fortalecerse y madurar, ya que después de todo, él era el guardián del equilibrio. El recuerdo de las siete imágenes que vio estando atrapado en el laberinto de los espejos torcidos lo invadió, angustiándolo sin que él pudiera evitarlo.

Los recuerdos eran como fantasmas que rondaban su mente, susurrando ecos de dolor y decepción. Cada imagen era un espejo roto, reflejando fragmentos de su miedo y culpa.

En especial, recordaba las imágenes donde vio las decepciones de sus padres, y los castigos que ambos podrían recibir por su culpa. Aquello lo tenía algo deprimido, pero con la ayuda de su amada Emily, aquellos oscuros sentimientos se disipaban con mayor facilidad.

La angustia de Aiden era como una sombra persistente que se aferraba a su ser, cada recuerdo un grillete que lo ataba a su desesperación. Sentía que su corazón era un campo de batalla, donde la luz y la oscuridad luchaban sin cesar.

Esa noche, mientras Emily dormía luego de amarse intensamente ambos, Aiden se incorporó para acercarse a la ventana. La oscuridad de la noche se volvía más intensa y fría.

La noche era un manto de terciopelo negro, salpicado de estrellas como diamantes en un océano oscuro. El aire era frío y cortante, como un susurro de invierno que se colaba por las rendijas de la ventana.

Repentinamente, la oscura presencia de Nyx lo envolvió. Aiden sabía que Nyx estaba furioso por haber perdido el control de su persona e intentaría retomarlo, pero Aiden no le permitiría manipularlo nuevamente. Se había enfrentado a sus temores en el laberinto de espejos y había caído, creyendo que era su única opción.

La presencia de Nyx era como una sombra viviente, un frío susurro que se arrastraba por su piel y se colaba en su mente. Sentía que la oscuridad lo rodeaba, como una marea negra que intentaba arrastrarlo de nuevo a las profundidades.

Aiden volteó para contemplar a su amada Emily dormir profundamente, con una sonrisa que reflejaba el intenso amor que sentía por ella. Ya no le importaba el motivo por el cual ella era tan idéntica a su padre Gabriel en cuanto a lo físico; lo único que le importaba era tenerla a su lado y sentir su intenso amor.

Emily dormía como un ángel, su rostro sereno y pacífico, enmarcado por mechones de cabello dorado que brillaban a la luz de la luna. Su respiración era un susurro tranquilo, como una melodía que calmaba el alma atormentada de Aiden.

El amor de Aiden por Emily era como un faro en la tormenta, su luz guiándolo a través de las sombras. Sentía que su corazón latía con fuerza renovada, cada latido una promesa de esperanza y redención.

La oscura presencia de Nyx se intensificó más aún, pero Aiden estaba decidido a ponerle fin a su acoso. Después de todo, estaba decidido a proteger el equilibrio y eliminar a quien sea que intente destruirlo. Ya lo había logrado en el pasado tras enfrentarse a la Orden del Crepúsculo y a su líder, Erebos. Tenía experiencia y su poder había aumentado.

La determinación de Aiden era como una roca en medio de un mar tempestuoso, inquebrantable y firme. Sentía que su corazón era una llama que ardía con intensidad, su luz desafiando las sombras que intentaban apagarla.

Aiden se vistió y salió del apartamento al balcón, donde hizo emerger sus grandes alas tricolor, blancas, rojas y doradas, para elevarse hacia el techo del edificio. El viento se fue intensificando cada vez más, sus negros y largos cabellos flameaban al compás de una silenciosa canción.

El vuelo de Aiden era como un águila que se eleva en el cielo, su figura majestuosa cortando el aire con gracia y poder. Sentía que el viento lo purificaba, cada ráfaga una caricia que lo fortalecía.

Se acuclilló abrazándose con sus alas, cerrando sus ojos para sentir con mayor intensidad las malas vibraciones junto a la oscuridad que emanaba de Nyx, quien intentaba llegar a su mente y volver a invadirla, manipulándolo una vez más.

Aiden se concentró en su interior, buscando la fuerza y la luz que aún residían en su corazón. Sentía que su alma era un campo de batalla, donde la luz y la oscuridad luchaban sin cesar. Cada latido de su corazón era una promesa de resistencia, cada respiración un susurro de esperanza.

La lucha interna de Aiden era como una guerra en su alma, cada emoción un soldado en el campo de batalla. Sentía que la oscuridad lo arrastraba, pero la luz de Emily era una llama que se negaba a extinguirse, iluminando su camino a pesar de las sombras.

—Nyx, ya no soy más tu marioneta. No pienso permitirte hacer lo que quieras. Te detendré —dijo Aiden, su voz resonando con una firmeza inquebrantable.

Las palabras de Aiden eran como relámpagos en la oscuridad, iluminando brevemente el abismo que lo rodeaba. Sentía que su corazón latía con una fuerza renovada, cada latido una promesa de resistencia y esperanza.

Aiden, decidido a enfrentar a Nyx y proteger el equilibrio, sintió que su alma se llenaba de luz y esperanza. Sabía que la batalla sería difícil, pero con el amor de Emily y la fuerza de su determinación, estaba listo para enfrentar cualquier desafío.

Aiden se enfrenta a Nyx con una determinación renovada, su alma iluminada por el amor de Emily. En medio de la oscuridad, su luz brilla con intensidad, guiándolo en la batalla por el equilibrio. La lucha apenas comienza, y Aiden está preparado para enfrentar las sombras que amenazan con consumir el mundo.




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