El hechizo de tu sangre - Serie Hechizo

Capítulo 4

Camila - Complejo Vex, Prov. de Santa Cruz, Argentina.

 

 

Era noviembre y ya casi comenzaba la temporada de verano. Tenían reservas de diciembre hasta abril, todas completas. Habían contratado personal extra y jefes de sección que respondieran ante ella.

 

Ahora estaban recibiendo las últimas reservaciones de la temporada baja, por lo que el trabajo era poco todavía y por eso, cuando la recepcionista la llamó diciendo que un amigo estaba ahí y quería verla, bajó sin pensar.

 

Al llegar al lobby, se encontró de frente con Iván, no podía creer que estaba ahí. Había venido con unos compañeros de trabajo. Estaba igual que siempre, era rubio y alto, atlético, pero palidecía al lado de Gaspard.

 

- ¿Qué hacés acá?

 

- Aproveché las vacaciones para buscarte, quiero que volvamos.

 

Se lo dijo así, como si fuera tan fácil, como si la pelea que tuvieron hubiera sido un desencuentro adolescente, como si nunca la hubiera engañado durante años con su mejor amiga.

 

- ¿De dónde sacás esa pavada? Yo ni pienso volver con vos, ¿a quién le ganaste?

 

Aunque dijo las palabras suaves empezó a sentir que se alteraba, y la ira se apoderaba de ella, no podía creer que fuera tan caradura…

 

- Me voy a quedar quince días y vas a ver que se te va a pasar el enojo.

 

Ella no se acordaba de que era tan idiota. ¿Cómo pudo quererlo por tantos años?

 

Gaspard, por supuesto, apareció en ese momento por la escalera, detrás de ella.

 

- Cami - la llamó. Ella no alcanzó a darse vuelta porque él ya estaba a su lado y le había pasado la mano por la cintura.

 

- Nos vemos después - dijo Iván, y salió con los otros que eran guiados por uno de los empleados del complejo.

 

- ¿Quién era? - Preguntó Gaspard.

 

- Mi ex, piensa que en quince días puede hacerme volver. ¡Ja! - hizo una interjección despectiva con los ojos fijos en la puerta.

 

- Y por lo que se ve, no quieres volver.

 

- Ni aunque fuera el último hombre del mundo - levantó la mirada hacia él y se dio cuenta de que no la había soltado, estaban muy cerca y su perfume la inundaba. Había noches en que se despertaba sintiendo ese aroma. Él la miraba y sus ojos azules parecían hipnotizarla, no podía dejar de mirarlo.

 

- Es mejor que lo olvides - dijo y se alejó un poco para que ella recobrara la compostura.

 

- Sí, ya lo olvidé - confirmó pensando qué diferentes que eran estos dos hombres.

 

- ¡Cami! - La llamó la recepcionista. - Tenés una llamada de una inmobiliaria de Paraná.

 

La llamada era para informarle que la casa de su abuela se había vendido y que ya tenía el dinero disponible en el banco. Eso era genial, le abría un mundo de posibilidades. Después que terminó de hablar, su jefe ya había desaparecido y ella se retiró a su oficina también.

 

 

*****

 

 

Raphael - Complejo Vex, Prov. de Santa Cruz, Argentina.

 

 

En la puerta del complejo estaban por salir, cuando Alba, quien le había pedido transportación hacia el pueblo para comprarse ropa, se detuvo para escuchar la conversación de Camila con su ex novio.

 

- Alba - la llamó, pero la mujer lo ignoró por completo, hasta que la escena no terminó, ella no se subió al vehículo, por lo que él se puso a mandar mensajes a Lola, su novia.

 

Una vez que estuvieron en marcha, Alba se mostraba silenciosa, demasiado en su apreciación.

 

- ¿En qué piensas, Alba?

 

- En que ojalá ese se lleve a Camila.

 

- Eso no va a pasar.

 

Ella se volvió a mirarlo con odio.

 

- ¿Tú también estás embelesado con ella? No sé qué le ven, es insulsa, no tiene gracia, ni estilo, ni es linda, ni siquiera tiene conversación, toda pacata - casi gritaba al hablar.

 

- No es para que te pongas así - respondió, - deberías tratar de conocerla mejor, es agradable e inteligente, aunque tal vez demasiado ingenua para ti.

 

- La defiendes - ella estaba toda fruncida. - ¡Están todos en mi contra!

 

- No es así, Alba… - comenzó a decir él.

 

- Déjame aquí, me quiero bajar.

 

- Pero si no hemos recorrido ni cinco kilómetros.

 

- ¡Que me dejes, cojones!

 

- Si te dejo, Gaspard se va a enojar, deja de hacer niñerías.

 

Ella parecía haber recapacitado ante la mención de Gaspard, porque ya no dijo nada.

 

 

 

*****

 

 

Camila - Complejo Vex, Prov. de Santa Cruz, Argentina.

 

 

Pasaron cinco días hasta que volvió a cruzarse con Iván que llegaba de una excursión; él le sonrió como un tonto y se acercó a intentar hablar con ella. Trataba de explicarle que todos esos años había estado confundido con Andrea, pero que ahora podía ver que sólo era sexo y que estaba en realidad enamorado de Camila, que la extrañaba mucho… en fin, un montón de cosas que ella desechó y lo dejó hablando solo.

 

Esa noche volvió a soñar con Gaspard. Esta vez, él entraba en su habitación como un humo por debajo de la puerta, y aparecía desnudo. Se subía a la cama por el lado contrario a la cabecera y comenzaba a besarle los pies subiendo por sus piernas, pero, contrariamente a lo que solía pasar en los sueños húmedos que tenía con él, esta vez al llegar a su entrepierna la mordía en la ingle, la mordía con fuerza, pero no sentía dolor sino placer, un placer que no cesaba. Se despertó agitada en medio de esto, para descubrir que estaba sola.

 

Pero al tocarse donde él la habría mordido, fue diferente que las otras veces que eran sueños simples, porque esta vez, tenía sangre. Corrió al baño y pensó que realmente él había estado ahí, que era algo sobrenatural, un vampiro, un íncubo o alguna cosa diabólica y rara… no podía parar de pensar, buscó un espejo para mirarse donde estaba lastimada, el lugar donde la había mordido… pero no tenía nada, ni una marca, lo que había tocado era menstruación; le había bajado fuera de fecha.




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