El hechizo de tu sangre - Serie Hechizo

Capítulo 5

Xander - Al norte del Atlántico.

 

 

La tupida llovizna golpeaba su rostro, aunque Bardu, quien lo acompañaba casi desde el inicio de su poderío, intentó cubrirlo con un paraguas. No lo aceptó. Le gustaban las expresiones climáticas como esta.

 

Desde la torre del castillo podía divisar el pequeño aeropuerto al sur de la Isla. Un jet privado acababa de bajar y de él, uno de sus vasallos, Gaspard Genolet.

 

Xander se volteó y descendió de la torre hacia el interior del castillo por una escalera caracol de piedra. Cruzó todo el patio e ingresó para volver a subir varias escaleras hasta su habitación.

 

Se dio un baño rápido y se vistió con un traje negro y formal. Luego se dirigió a la biblioteca, donde su invitado ya lo esperaba.

 

- Bonjour, Gaspard - saludó en perfecto francés, apenas teñido con un acento nórdico. Como correspondía a su estirpe, guardaba todas las normas de cortesía, recibir a un invitado hablándole en su idioma natal era una de ellas.

 

- Bonjour, Xander.

 

Su saludo era tranquilo, aun cuando él y su prole se veían amenazados. Xander estaba seguro de que los ataques sucedidos en su zona de influencia habían sido realizados por alguien bajo el mando de Gaspard.

 

- Sabes por qué te he mandado a llamar, ¿verdad? - Hablaba caminando y haciéndole un gesto de invitación a que se sentara, haciendo él lo mismo, ante un gran y antiguo escritorio de madera.

 

- Lo imagino - respondió con voz apacible.

 

Xander lanzó sobre la mesa un expediente dentro del cual se hallaban impresas muchas noticias de distintos sucesos extraños, como ataques de animales, desapariciones y muertes en circunstancias sospechosas, todas sucedidas en el último año y medio en la Patagonia Argentina.

 

- ¿Qué tienes que decir? - preguntó mientras observaba cómo Gaspard miraba estupefacto los papeles que le acababa de mostrar.

 

- Pero, Xander, no puedes culparme a mí por todo esto…

 

- No te culpo por todo, pero si miras bien, hay un patrón en los eventos de tu región. Se alejan sin que nadie los vea, cuello roto, heridas de garras y mordidas.

 

- Sí, lo había notado. Pero puedo asegurarte que ni Raphael ni Alba están involucrados en esto.

 

- Yo no estoy tan seguro de eso.

 

- No entiendo por qué es tan importante, no hay ni una sospecha de las autoridades sobre nosotros y…

 

- No es necesario que lleguemos a ese punto. Hay leyes que debes cumplir y lo harás - declaró fríamente, y luego de hacer una pausa continuó: - Te quedarás unos días en mi mazmorra, Gaspard. Y esta será tu primer advertencia - informó, - no puedo garantizar que haya otra. Pero si tengo que bajar hasta allí, a ese lugar perdido donde vives, por otro de estos incidentes, no dudes en que verás consecuencias mayores.

 

 

*****

 

 

Camila - Complejo Vex, Prov. de Santa Cruz, Argentina.

 

 

La autopsia demostró que el cuello de Iván estaba roto, por lo que la investigación se prolongó casi un mes. Tuvo que ir varias veces al pueblo a declarar, a tomarse muestras de su adn, y pronto quedó descartada de los sospechosos. Pero sus compañeros de cabaña se quedaron siendo investigados un tiempo más, aunque tampoco pudieron comprobarles nada.

 

Cuando por fin, todo terminó, el cuerpo de Iván fue devuelto a su familia y el caso se cerró como un ataque de puma.

 

Ya se podía ir, era hora de renunciar. Pero no podía o no quería, ahora que se le había pasado el impacto de aquella conversación extraña y de la muerte de su ex, ya veía las cosas de otro color. Esto coincidió con un viaje que tuvo que hacer Gaspard, del que no volvería en 10 días, tiempo suficiente para que ella se sintiera cómoda otra vez y cambiara de opinión.

 

Lola, que era muy romántica, a quien ella le había contado sus sueños, decía que eran almas gemelas, que estaban destinados a volver a unirse y cosas así. Camila intentaba no dejarse llevar, pero no podía evitarlo.

 

Cuando se acercaba la navidad, tuvieron que decorar todo el complejo. Contrataron un diseñador y sus ayudantes para que se ocuparan. Además, había empezado a llegar la gente. Estaba lleno de turistas y empleados por todas partes.

 

Organizaban también una cena navideña en el mirador; ya tenían el animador y la banda. En este evento no se usarían los trajes de paisanos, por lo que tendría que comprarse un vestido.

 

Lola iba a ir como pareja de Raphael, así que las dos, junto con Alba, fueron al pueblo a comprar ropa.

 

Raphael las llevaba, porque tenía que buscar unos paquetes en el correo.

 

Era un pueblo pequeño y había una sola tienda de diseño, esto hizo que no tardaran mucho. Cuando terminaron, Lola se había comprado un vestido largo, verde, que acentuaba su color de piel. Y Camila se compró un vestido de color uva y Alba un exuberante color rojo.

 

Como tuvieron que esperar a que Rafa terminara sus diligencias, fueron las tres al drugstore de la estación y se sentaron a tomar un café.

 

Alba, con sus grandes ojos verdes se hacía ojitos con el vendedor, que era un chico joven, de unos diecinueve años. En un momento, ella se levantó y el chico le dio la llave del baño, para seguirla minutos después.

 

Lola y Cami se miraron con picardía.

 

- ¿Te imaginás? - dijo la chica más joven.

 

- Prefiero no imaginarme.

 

- Le va a morder la ingle - le dijo susurrando acercándose a su oído.

 

Las dos rieron, Camila, pensando que era un chiste de doble sentido, por el sueño que había tenido aquella vez.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.