Camila - Atlántico Norte
Como a las dos de la tarde, Camila empezó a pensar en prepararse para la sesión de fotos, sin dejar de oír en su cabeza la voz de Xander diciendo “Si así lo quieres” ¿Eso significaba que él pensaba que ella podría no querer irse? Estaría loca si quisiera quedarse al lado de un tipo que la tiró a una mazmorra.
Miró la ropa que tenía, había un conjunto de ropa interior negro, de corsé y una tanga pequeñísima. Nunca lo había usado porque le parecía que no resultaría cómodo para andar, pero tal vez, esta era una buena ocasión para probárselo.
También eligió uno de los vestidos, que, aunque ella no los había pedido, habían llegado con sus ropas igual, seguramente a él le gustaban, así que decidió ponerse uno de ellos, de color borravino, cruzado, que marcaba perfectamente su cintura y caía recto hasta sus rodillas.
Estuvo lista como a las cinco, se sentó a leer unos apuntes de noruego, el cual se le estaba haciendo verdaderamente difícil, ya que le costaba mucho concentrarse en sus circunstancias, hasta que una hora más tarde, Bardu tocó a su puerta.
Hicieron casi el mismo recorrido que para llegar al comedor diario, pero en vez de detenerse en el primer piso, esta vez, subieron un piso más. Recorrieron un pasillo en “L” y al final, subieron por otra escalera hasta lo que parecía ser la parte más alta de una torre.
Al ingresar, la habitación era bastante diferente de la suya, tenía en la entrada un salón grande, más ancho que largo, a su izquierda había un hogar con dos sillones a los costados, en el centro un pequeño comedor y a la derecha un mueble modular y un sofá, bajo un gran ventanal.
Los muebles eran de la misma madera antigua y delicadamente trabajada que los de su propio dormitorio. En la sala había también una gran alfombra de diseños exóticos y cortinas dobles. Los colores predominantes eran el gris, el verde oscuro y el negro, con algún toque plateado, lo que le daba al lugar un aspecto lúgubre pero elegante.
Luego de aquél salón, estaba el dormitorio, separado por cortinas, que ahora se hallaban recogidas a los costados dando la impresión de un marco o un telón abierto. Allí una enorme cama con dosel, decorada en los mismos tonos que la sala y por supuesto, todo un equipo fotográfico ya preparados, la esperaban.
Se retorció las manos nerviosamente, aunque al principio le pareció una buena idea la ropa que había escogido, ahora no le hacía gracia tener que desvestirse.
Bardu se retiró y quedó con las dos muchachas; maquilladora y fotógrafa, que recién notaba eran muy parecidas entre sí, ambas rubias y de cortos cabellos, con tatuajes y un maquillaje exótico.
- Pasa por aquí - dijo Xander sobresaltándola al aparecer a su lado: No había escuchado la puerta, ¿Podía ser que hubiera estado allí todo el tiempo y no lo hubiera visto? Él le indicaba que avanzara hacia la cama; allí, a la izquierda y a la derecha, ocultas tras las cortinas, había dos puertas; la hizo pasar por la que estaba a su diestra. Era un cuarto de baño dividido en dos secciones. Se quedó en la primera, donde estaba el tocador. Le pidieron que se quitara la ropa y obedeció sin decir nada, quería que todo terminara lo más rápido posible. Ya sentía la angustia en su garganta.
Al salir en ropa interior, el rubor le cubría el rostro, no quería mirar a Xander, pero tenía la impresión de que su mirada era intensa sobre ella.
El maquillaje se había vuelto más cruento, se sentía vestida para halloween, incluso le habían hecho sangre en el cuello como si la hubiera mordido un vampiro, le pareció una pavada total, pero ya había dicho que iba a cooperar así que, no dijo ni mu y se dedicó a seguir las órdenes de las poses que tenía que hacer. Esta vez, Xander no se sacó fotos con ella, aunque sí se veían sus manos cuando fingía que le pegaba; nunca antes había notado que tuviera las uñas tan largas y oscuras.
Al terminar, él la condujo por la puerta de la izquierda, allí había un vestidor y más allá un baño con jacuzzi, el cual estaba ya preparado y le dijo que se tome su tiempo, cerró ambas puertas y la dejó sola.
Lloró un rato mientras se quitaba todo rastro de esas pinturas artísticas horribles. No fue tan malo como la vez anterior, tal vez porque estaba avisada previamente o porque no había tenido que hacer ninguna pose sexual con su captor.
Después del baño se sintió mejor, al entrar al vestidor, vio que allí estaba la prenda que se había sacado en la otra sala, se lo puso, junto con los hermosos zapatos bajos y bordados que había elegido.
Finalmente salió, él estaba esperándola en el comedor y la cena estaba servida. Xander estaba sentado de espaldas a la puerta, algo reclinado hacia atrás.
- ¿Te sientes mejor? - Preguntó el hombre.
- Sí, gracias.
- Dos meses pasan rápido, sólo serán dos sesiones más.
- ¿Luego de eso dejarás de torturar a Gaspard?
- ¿Te importa mucho? - preguntó él ofreciéndole una copa de vino tinto.
- Sí, es mi amigo, claro que me importa - ella tomó la bebida que él le ofrecía y tomó un trago, era un vino suave con un dejo dulce en el fondo.
- ¿Sólo es tu amigo?
- Sí, entre nosotros no hay nada más.
- Pero sabes que le importas más que una amiga.
- Sí, creo que cree que soy la encarnación de alguien que conoció en el pasado; tuvimos una vez una conversación, porque yo soñé que era esa chica que murió por un aborto - Ella jugaba con el vino en su copa sin beberlo. - Dijo algo de que eso pasó hace más de trescientos años, yo no entendí. Pero creo que él cree que en ese momento yo era ella y tuvimos algo…