Gaspard - Marsella, Francia. Enero de 1891
- Tú no eres nuestro tío – declaró la niña sentada a su lado dentro del carruaje.
Esto lo obligó a mirarla, su cabello negro estaba enmarañado, su rostro sucio con señales de lágrimas y golpes. Había desafío en sus ojos verdes.
- Es cierto, no lo soy – respondió calmadamente. - Pero no se lo dirás a nadie.
- Raphael no es mi hermano, somos primos.
- ¿Con qué Raphael, eh? ¿Y cuál es tu nombre?
- Mi nombre es Alba, voy a cumplir ocho años la semana que viene.
- ¿Ah, sí?
- Sí, Raphael cumplió tres en Navidad.
- Mmm, vaya – sonrió. - Parece que eres una fuente de información, muy útil.
Ella se enfurruñó de repente.
- ¿Por qué nos ayudaste? ¿Vas a hacer algo horrible con nosotros?
Gaspard se quedó pensativo un momento. ¿Qué podía hacer que una niña de ocho años pensara que alguien le haría algo malo? ¿Qué cosas habría vivido?
- Cuidaré de ustedes, y si quieren, serán mis hijos – expresó lentamente, estudiando la reacción de la pequeña.
- Eres muy guapo, prefiero ser tu esposa.
Gaspard rió de buena gana, haciendo que el niño, que se había dormido junto a ellos, se revolviera en su lugar.
- No te rías de mí – reclamó alzando la voz Alba. - Verás que me convertiré en la mujer más hermosa que hayas visto y querrás ser mi esposo – exclamó.
- Bueno, ya eres muy hermosa. Seguro cuando seas una adulta lo serás más – sus palabras provocaron un sonrojo en las mejillas de la pequeña, pero también un gesto complacido. - Sin embargo, eso de ser mi esposa… está por verse.
Dirigió la atención hacia el exterior. Atardecía y el bosque en las afueras de la ciudad, por donde transitaban, hacía que las sombras fueran más oscuras.
- ¿A dónde vamos?
- A una casa que tengo cerca del mar.
- ¿Me obligarás a estudiar?
- Por supuesto. No pensarás que puedes postularte a ser mi esposa sin tener ningún conocimiento.
***
Gaspard – Complejo Vex, Argentina. Agosto de 2018.
Según el protocolo vampírico, cada vez que sucedía un evento extraño que podría poner en peligro el secreto de su existencia, había que reportarlo al gobernante del territorio, superior en jerarquía. En este caso, Gaspard, que dirigía Argentina y Chile, debía dar informes a Xander, quien estaba por encima de él, rigiendo toda América.
Se volvió desde la ventana, donde le gustaba meditar y observó nuevamente las noticias que aparecían en la web del periódico local, en la pantalla de su laptop. Una chica hallada muerta en la ruta, antes de llegar a Vex.
Afortunadamente, esto no estaba dentro de su predio, por lo que las autoridades no los habían tenido en cuenta. Pero se sentía preocupado, ya que no era la primera vez que sucedía algo extraño desde que se establecieran allí, y aunque nunca había sido tan cerca, en el fondo de su corazón temía que Alba estuviera relacionada con aquel evento.
Ella jamás había matado a nadie para perjudicarlo, pero podía sentir su enojo contra él. Y sabía que era capaz de muchas cosas en el afán de lograr sus objetivos. Alba lo amaba y no trataba de ocultarlo, había sido así desde antes que la convirtiera en su hija, no obstante, Gaspard no estaba dispuesto a aceptar esto de ninguna manera.
***
Alba – Barcelona, España. 1892
Dentro de la gran habitación, Alba caminaba de un lado al otro en espera de que Gaspard apareciera. No sabía cuánto tiempo había pasado, para ella era una eternidad. Se dirigió a la puerta cansada de esperar, pero cuando iba a tomar el picaporte, este se movió provocándole un respingo con el cual retrocedió.
Llorando desconsolada, se lanzó hacia él abrazándolo.
- Basta, Alba, esta vez no voy a perdonarte.
Ella no respondió. Sabía que derramar… es decir, lanzar el té caliente sobre su novia, le traería un castigo, pero en aquel momento no soportó ver a esa mujer tocando a Gaspard constantemente, y actuó sin pensar.
- No te perdonaré esto por más que llores – insistía él.
La apartó de su cuerpo y ella se protegió el rostro esperando el golpe que nunca llegó. Entonces recordó que Gaspard jamás la había maltratado. Eso sucedía en el convento, donde estuvo antes de que su tía, la madre de Raphael la encontrara. Desde que Gaspard era su tutor no había sufrido ningún maltrato, por más que ella le espantaba cuanta “novia” intentaba traer a la casa.
- Mañana partirás a un internado.
- ¿Qué? No… - Intensificó su llanto. - No, por favor, Gaspard. No lo haré más, lo juro…
- Ya me has jurado eso otras veces antes, no te creo – respondió girando para salir de la habitación.
Ella se secó las lágrimas y presa de la furia gritó:
- ¡Las odio! ¡Las odio a todas!
***
Alba – Complejo Vex, Argentina. Septiembre de 2018.
Luego de una fuerte discusión con Gaspard, Alba salió a caminar por el bosque, esto la calmaba y la ayudaba a pensar con claridad. Sentía que se estaba saliendo de control. Él decía que el lazo que se formaba entre un vampiro y su “hijo”, era tan fuerte que hacía que ella sintiera emociones intensas hacia él y que estaba confundida. Pero Alba no veía que Raphael tuviera esa clase de sentimientos, aunque sí profesaba gran devoción hacia Gaspard. Además, recordaba el día en que lo conociera, él había venido al convento a salvarlos. Ella lo amó desde el primer instante.
Alba no conoció a sus padres, todo lo que recordaba era haber vivido en un orfanato, hasta que un día, su tía, Amelia, había aparecido. Pero solo permaneció con ella seis meses, porque alguien la mató y así fue a dar a otro lugar para niños huérfanos, junto con su primo Raphael. Y entonces apareció Gaspard, quien los sacó de allí.