Gaspard – Complejo Vex, septiembre de 2019.
Dejó a su lado el móvil mientras la suave piel de Alba rozaba su costado, ella finalmente le había vencido, sumando peso a las culpas con las que ya cargaba, sin contar lo que provocaban en Gaspard las terribles fotografías que Xander enviaba cada mes.
No podía dejar de pensar, más aún habiéndose enterado de que su superior había convertido a Camila en su amante. Esto realmente lo contrariaba, ya que desentonaba con la idea de que ella estaba sufriendo torturas, y no concordaba para nada con la actitud retraída de la mujer.
- Te dije que no tenías que preocuparte – sonó a su lado la voz dulce de Alba.
- No puedo no preocuparme, Xander es un sádico y… ya viste las fotos.
- No creo que esas fotos sean reales, él no es capaz de hacerle algo así.
- ¿Por qué estás tan segura?
- A diferencia de ti, sé leer a las personas.
Él no le respondió y dándole una mirada de soslayo se incorporó despegándose de su cuerpo tibio.
- Ya debes dejar de atormentarte – insistió la chica acariciando su espalda mientras Gaspard se mantenía sentado al borde de la cama. - Ella no está pasándola tan mal…
Se puso de pie y se dirigió al cuarto de baño para no escucharla más. Lo exasperaba que ella siempre tuviera razón.
Ya dentro del amplio vestidor se miró en el espejo. ¿Cuántos días llevaba sin dormir? Aunque los vampiros tenían mucha mayor resistencia que los humanos, ya comenzaban a verse signos de estrés en su rostro. Lo que la muchacha decía era verdad, y él se estaba torturando en vano, Camila no estaba sufriendo junto a Xander, él la usaba para que Gaspard cayera preso de la culpa.
- Gaspard… - habló Alba junto a la puerta.
Respiró profundo, por un lado, se sentía irritado, por haber sido tan crédulo, por haberse dejado engatusar por Alba una vez más, por no poder con sus contradicciones internas; pero, por otra parte, la voz de ella le daba una sensación agradable, la sensación de que todo estaba bien y que el mundo y los problemas no existían.
Regresó al cuarto y ella lo observaba con incertidumbre.
- Vistete y vayamos a buscar algo de cenar – dijo con una sonrisa.
- ¿A buscar…? ¿No cenaremos aquí?
- No – contestó mientras se ponía un pantalón. - Buscaremos fuera… como en los viejos tiempos.
- ¿Comida chatarra? - Preguntó ella de manera juguetona.
- ¿Por qué no? De vez en cuando, no hace mal.
***
Alba – Marsella, 1907.
El vientre de Nina ya era bastante notorio, aunque lo disimulaba con un voluptuoso delantal. Estaban juntas en la habitación, recogiendo las últimas pertenencias que a la chica le faltaba por empacar.
Era el día en que un amigo de Gaspard la llevaría a vivir y trabajar en otro país. A raíz de esto, Alba se daba cuenta de que no conocía a nadie de la familia de Gaspard, ni sus amigos, a excepción de las mujeres que de vez en cuando frecuentaban la casa.
- Tengo miedo – murmuró la joven embarazada.
- No te preocupes. Si es una persona de confianza de Gaspard seguro será alguien bueno – aseveró tratando de parecer segura.
Salieron del cuarto y bajaron las escaleras en el momento en que alguien ingresaba a la sala desde el exterior de la mansión.
- … Y aún no sabe nada… - fue lo único que alcanzaron a oír de la voz de Gaspard, quien era acompañado por un hombre alto, delgado y muy rubio, estaba vestido de una forma que resultaba antigua ante los ojos de las muchachas, y sus rasgos eran duros.
Los dos hombres interrumpieron su conversación al verlas.
- ¿Cuándo crees que podrás empezar a ocuparte de nuestros… negocios… en América? - Preguntó el hombre desconocido, su voz era grave y áspera, y tenía un extraño acento.
- Antes de finalizar el año ya comenzaré a trabajar allí – respondió el dueño de casa. - Alba, Nina – dijo dirigiéndose a ellas.
Las dos jóvenes se acercaron, Alba llevaba la maleta de Nina para que esta no tuviera que cargar ningún peso. En ese momento entraba también Raphael, que se notaba, venía siguiendo a los dos hombres.
- Yo llevaré el equipaje – dijo el muchacho y volvió a salir del lugar con la valija.
- Este es mi amigo Xander – presentó Gaspard a su acompañante, ante lo que las chicas hicieron una breve inclinación sonriendo nerviosamente.
- Es un placer – habló Alba.
Nina se había puesto pálida.
- ¿Te sientes bien, querida? - Preguntó el invitado suavizando su voz enormemente.
- Sí… - respondió.
- No temas, todo estará bien – el hombre se había acercado para sostener a la muchacha por su talle, ya que parecía que pronto desfallecería. - ¿Has comprado ropa de abrigo?
- Sí, la lleva en la maleta – intervino Alba al ver que su amiga había enmudecido.
- Bien, no alarguemos más las cosas, tan pronto como nos pongamos en marcha se dará cuenta de que todo estará bien – decía Xander dirigiéndose a Gaspard. - Estaremos en contacto.
- Escríbeme – exclamó Alba cuando Nina ya abandonaba la casa.
***
Gaspard – Marsella, 1907.
-… Basta, Alba, ya te dije que no me pasa nada – oyó decir a Raphael en el pasillo del piso superior.
Salió de su oficina y alzó la voz para llamar al muchacho y sacarlo de la situación en la que se encontraba.