El hijo de Dios Vol. ii

Una lenta recuperación

  Gustavo bajó la mirada, respiró profundo y emprendió la marcha, siguiendo a los apresurados aventureros.

Pasaron dos días enteros, viviendo ambos de ellos en interminables batallas con espíritus malignos, al parecer, aquellas cosas se escondían más allá del sendero, dándoles a los aventureros un fuerte dolor de cabeza. Gustavo se mantuvo alejado de la batalla, pero con un sentido agudo para interceptar la energía de muerte de los espíritus en el momento indicado y transmutarla para si mismo, ayudando a recuperarse más rápido.

 --Espero que la recompensa sea lo prometido, me estoy hartando de este maldito lugar. --Dijo Carsuy frente a la fogata, desahogando un poco de su cansancio e incomodidad a la luz cálida de las llamas.

 --La recompensa debe ser la acordada, o el gremio no hubiera aceptado la misión. --Dijo Spyan. Erza asintió, mirando a sus compañeros con ojos tranquilos, pero tan pronto como notó la filosa mirada de Ley, optó por beber de su taza de madera.

 --¿Eres Sureño, niño? --Preguntó Xinia repentinamente, observando con ojos calmos al joven de mirada simple y, con un tono poco halagador.

 --No, señ... --Tartamudeó-- ¿Por qué de su pregunta? --Preguntó con cortesía, omitiendo el menosprecio que acababa de recibir.

 --Tú armadura es buena, aunque parece que no las cuidado cómo se debe --Lo inspeccionó con la mirada-- Tiene muchas abolladuras y cuarteadura. Aunque todavía puedo notar el metal sureño en ella. --Explicó.

 --Sí, posee una aleación de metal sureño y, otras cosas que desconozco, pero no proviene del Sur, o al menos... --Su mente se quedó en blanco al recordar, por un momento todos sus recuerdos se volvieron borrosos sobre la ciudad Agucris, ahora que lo pensaba bien, no recordaba exactamente como había conseguido aquella armadura, algo que lo hizo sentir incómodo. Xinia notó la complicación en sus ojos, provocando que un ligero interés floreciera.

 --¿Qué sucede? --Preguntó con una sonrisa astuta.

 --Nada. --Respondió con rapidez, volviendo a su anterior calma. Xinia guardó silencio, pero su mirada no se apartó del rostro de Gustavo.

 --¿Eres el hijo bastardo de un noble? --Preguntó Ley con una sonrisa traviesa.

 --No. --Contestó con un tono serio. Ley lo miró, aún con su sonrisa.

 --Aunque no lo había notado al principio, Xinia tiene razón, tu armadura posee metal Sureño y, ese material es difícil de conseguir y, muy caro. Es algo claro que tus orígenes no son simples. Dinos joven, no te juzgaremos, yo misma soy la hija bastarda de un gran señor --Dijo con un pseudo orgullo. Gustavo la miró, pero no expresó sonido alguno--. Eres muy aburrido. --Comenzó a reír, derramando la bebida de su taza en el suelo.

 --Bastardo o no --Añadió Carsuy--, yo creo que debe cuidarse haya afuera, hay muchos ladrones y vándalos buscando a personas débiles para despojarlos de sus cosas. --Sonrió con arrogancia.

∆∆∆
Otros dos días pasaron y, como en los primeros dos, el grupo se vio envuelto en varias batallas de alta intensidad, solo que ahora en lugar de espíritus malignos, se enfrentaron a bestias mágicas y no mágicas, siendo la de mayor poder: un oso de caverna.

 --Jodete Erza --La miró, escupiendo saliva con cada palabra--, si no fuera por ti, ese maldito oso no me hubiera herido. --Ley frunció el ceño, mientras se cubría su brazo ensangrentado con una larga tela blanca.

 --Si no hubiera lanzado el hechizo, hubieras muerto. --Replicó la maga con enojo y, al instante guardó el recipiente vacío de la pócima de recuperación de energía que acababa de beber.

 --¡Qué te jodan, dije! --Hizo una señal de un dedo y un aro con sus dos manos, algo que dejó confundido al joven, quién no comprendió el acto.

 --¡Cierren la maldita boca! --Gritó Xinia, molesta por el ruido.

Las damas se callaron al instante, ambas conocían la personalidad de su compañera y, sabían que no les hablaría así, si no lo estuviera pasando mal.

 --¿Algo sucedió? --Se acercó Spyan, tocando su hombro de manera amable.

Xinia apretó los labios, cerró los puños y negó con la cabeza.

 --Hay algo mal en este lugar --Giró el cuello para verlo, observándolo con una mirada incomprendida--, puedo escucharlos y, sé que he visto sus esencias --Bajó el rostro--, pero tan pronto como me concentró para encontrarlos, desaparecen ¡Maldita sea! --Se levantó con brusquedad--. Alguien está jugando con mi cabeza.

 --Déjame revisar. --Volvió a tocar su hombro, acercándose de manera suave y comprensiva. La dama del escudo asintió, agradeciendo con la mirada.

Spyan limpió sus manos con su túnica, respiró profundo, acercó su mano derecha a la cabeza de Xinia, dejándola descansar ahí y, por último, comenzó a cantar como un monje de montaña. Una energía armoniosa e incolora cubrió a ambos individuos por un largo rato. Gustavo se mantuvo tranquilo al lado de los demás aventureros, esperando el veredicto del mago, quién mantenía una concentración absoluta.

 --Hmm --Quitó su mano y, como un hombre sabio observó a la guerrera del escudo--. Habían muchas protecciones mentales en tu cabeza, que por supuesto no toque --Comenzó a explicar--, pero buscando más a fondo, encontré un parásito energético, con una densa y poderosa energía maligna, no puedo estar seguro, pero creo que en nuestra pelea con esa gran silueta negra, esa cosa se introdujo en tu cuerpo. --Xinia guardó momentáneamente silencio, asintiendo después de unos cuantos segundos.

 --Creo que fue en el momento en que enfrenté a esas cuatro siluetas --Dijo, recordando la batalla. Spyan asintió--. Gracias --Dio media vuelta y se dirigió hacia sus cosas--. Será mejor que nos apresuremos. --Con una actitud desinteresada, comenzó a caminar.

En el sendero oscuro, repleto de energías difíciles de descifrar, un grupo de aventureros caminaban a pasos relativamente rápidos, guardando distancia para evitar ser emboscados. Gustavo se acercó a Spyan con calma, mostrando una mirada solemne, con una pizca de curiosidad.



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En el texto hay: amor, honor, batalla

Editado: 16.03.2022

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