El hijo de Dios Vol. ii

Frustración

  Bajó la luz de la luna llena, una joven de aspecto gallardo calentaba sus manos con el fuego de una pequeña fogata, poseía una mirada tranquila, casi solemne, pero en su interior la soledad la atacaba. A su lado, como un fiel guardián, un pequeño lobo de pelaje azul oscuro y rayas con matices rojizas, descansaba sobre un tronco caído.

 --Espero que se encuentre bien, mi señor. --Le dijo al cielo, con la esperanza de volver a ver al joven que la había salvado.

∆∆∆
En un sendero inclinado, repleto de una interminable oscuridad, un grupo de seis individuos caminaba, todos ellos con antorcha en mano.

 --La oscuridad en este lugar no es normal. --Dijo Carsuy al mapear la zona con sus ojos. Spyan asintió.

 --No me gusta nada, siento como si estuviéramos caminando directo a una trampa. --Dijo Ley.

 --Y lo estamos --Mencionó Xinia con un tono tranquilo--, pero ya no hay manera de regresar.

Los aventureros asintieron ante la tétrica declaración, reconociendo que la dama tenía razón. Gustavo se mantuvo tranquilo, la confianza en si mismo había crecido al sentir que su cuerpo se había recuperado casi por completo, una clara alegría para el joven de mirada tranquila.

Con el susurro al oído de los espíritus malignos, el grupo se introducía cada vez más a la oscuridad, acompañados por una atmósfera de incertidumbre e inquietud. El sendero se fue extendiendo en anchura, permitiendo que el grupo tuviera más libertad de movimiento.

 --Este lugar ha estado abandonado durante generaciones, no puedo imaginarme que tipo de individuos vivieron aquí. --Dijo Spyan, observando y acercando su antorcha a las paredes húmedas.

 --Creo que en este lugar se rendía culto a algún Dios. --Dijo Gustavo con un tono calmo. Los aventureros fruncieron el ceño, volteando casi al instante para observarlo.

 --¿Por qué dices eso, joven amigo? --Preguntó el hombre de mirada amable lleno de curiosidad.

Gustavo miró desconcertado a sus compañeros de viaje, había creído que la información que había proporcionado era algo evidente, pues en su camino se había encontrado con muchas imágenes y estatuas de culto.

 --En la entrada del lugar se encontraban custodiando dos lobos de piedra, además de que la construcción tenía forma de un ¿Cómo se llama? --Pensó por un momento-- Templo, creo que sería la palabra más adecuada y, no solo eso...

 --Perdona que te interrumpa, joven amigo, pero creo que estás confundido. --Dijo Spyan repentinamente, no creyendo en la totalidad de sus palabras. Los aventureros asintieron ante la afirmación del curandero, coincidiendo con su pensamiento.

 --¿Por qué? --Preguntó, confundido y desconcertado por la repentina duda.

 --Porque la única entrada que existe para adentrarse a este lugar, es por un cueva oscura e inhóspita. --Dijo, convencido de lo que estaba afirmando. Sus compañeros volvieron a asentir.

Gustavo comenzó a hacer varias muecas, no comprendía lo que estaba escuchando, podía comprender que existían otras entradas, pero, lo que no entendía, era porque Spyan declaraba con tal firmeza que solo existía una y, que él estaba equivocado.

 --Debiste haberte confundido después de lo que pasaste, niño. --Dijo Xinia, siendo gentilmente ruda.

 --¿Cuánto tiempo pasó desde que se adentraron a este lugar y mi rescate? --Preguntó Gustavo con una expresión seria.

 --Cerca de un día y medio. --Contestó el mago.

Gustavo asintió con duda, sentía que aquello no era algo lógico, pues para encontrarlo, debieron atravesar por varios lugares peligrosos, además de que el camino no era nada gentil para los extraños, por lo que sentía que había algo extraño.

 --¿En su camino se encontraron con un gigantesco palacio? --Preguntó repentinamente.

Los aventureros tragaron saliva, sus miradas se volvieron afiladas, mientras el instinto asesino florecía de sus cuerpos, hasta Spyan se sintió extraño con aquella pregunta.

 --¿Palacio? ¡¿Dónde se encuentra el palacio del que hablas?! --Preguntó Erza en voz alta, con una mirada enloquecida, como si su más grande deseo estuviera frente a ella. Gustavo se colocó en guardia con sutileza, podía sentir la tensión en el ambiente.

 --Muy lejos de aquí. --Dijo con honestidad.

 --¡¿Dónde exactamente?! --Gritó, acercándose a pasos decididos, mientras conjuraba con rapidez un hechizo de elemento tierra-- ¡Dime! --Levantó sus manos-- ¡O te convertiré en un muñeco de piedra! --La energía mágica se estabilizó y estaba a una palabra de poder activarse.

 --Erza, calma tus impulsos. --Dijo Spyan, con un poco de duda. Había notado la mirada del joven y, sabía que si no detenía a su compañera, la advertencia que le había dicho, se haría realidad.

 --¡No te metas curandero! --Lo miró con furia y enojo, frunciendo más que solo el ceño--. El debe de saber dónde se encuentra la piedra.

 --Spyan tiene razón, Erza, es mejor que te calmes. --Aconsejó Xinia, aún con una actitud calmada.

 --¿Vas a estar de su lado? ¿Sabiendo que este muchacho puede ser la clave de nuestra recompensa? --Preguntó, con una mirada envuelta en duda y furia. Xinia la miró con seriedad.

 --Mira a tu alrededor, no sabemos ni donde estamos ¿De verdad crees que algo va a cambiar si el nos dice la localización del palacio?

 --No tengo ningún problema en revelar donde se encuentra aquel palacio, es solo que tengo la ligera intuición de que no es lo que buscan. --Dijo Gustavo con un tono tranquilo y honesto. Había guardado silencio hasta el momento porque sentía que la actitud de la maga había sido muy descortés, pero sabía que les debía demasiado a los aventureros por haberlo salvado y por mantenerlo seguro mientras se recuperaba, por lo que si le pedían algo tan banal como darles una indicación, él lo haría sin dudar.

 --Entonces dinos. --Gritó la maga, con la energía de su hechizo en su mano derecha.

 --Primero, descríbenos cómo era. --Dijo Spyan. Xinia asintió.



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En el texto hay: amor, honor, batalla

Editado: 16.03.2022

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