El hijo de Dios Vol. ii

En territorio enemigo

  Los crueles y estruendosos relámpagos dibujaban piezas de arte en el cielo, dejando maravillados a algunos por el poder de la naturaleza, mientras que a otros los dejaba atemorizados por la premonición de un posible castigo.

En un sendero de tierra, ahora convertido en lodo, un grupo de tres personas y un Ancestral transitaban. Había tres distintas expresiones en aquellos rostros: desinterés, ansiedad y preocupación.

 --Esa maldita pagará por lo que hizo. --Dijo Xinia en un tono bajo, su ceño comenzó a fruncirse y, sus fosas nasales se abrieron y cerraron varias veces.

 --Señor Gus ¿Por qué hemos cruzado la frontera hacia el reino de Rodur? --Preguntó Meriel, curiosa y preocupada por las situaciones que intuía los esperaban.

 --Debo cumplir con una promesa, Meriel, una promesa de venganza --Dijo. Meriel respiró profundo al escuchar aquella repentina respuesta, sintió su cuerpo endurecerse, su mirada se tornó seria e inmutable, con toques de frialdad--. Y este es el camino que nos lleva a cumplirla.

--Entiendo, mi señor. --Su tono ya no era el de una dama, sino el de una guerrera, firme e impasible.

Gustavo la miró por un corto momento, sintiendo una ligera calidez al notar aquella expresión militar.

Un poderoso y anormal rayo cayó en las cercanías, iluminando la zona con su imponente presencia, a los pocos segundos, un estruendoso y brutal sonido sonó, asustando a los animales cercanos.

 --En mi vida he visto tormenta tan furiosa --Dijo al apreciar lo sucedido, pero al sentir que su pequeño amigo se había despertado, colocándose en posición de alerta, lo hizo tener la premonición de que algo andaba mal--. (¿Qué es lo que pasa?) --Le preguntó y, justo cuando recibió la respuesta, se sorprendió--. (Quieres decir que está tormenta no es natural, que fue liberada por un gran poder) --El lobo asintió--. (¿Quién o que liberó ese poder?) --Wityer negó con la cabeza, respondiendo así que ignoraba aquella información. Gustavo frunció el ceño, maldiciendo en su interior ser tan ignorante sobre las cuestiones del nuevo mundo.

 --Los Dioses están enojados. --Dijo Meriel.

Xinia asintió ante la repentina aclaración, sintiendo que era una observación aceptable ante el suceso que acontecía.

 --Surge. --Dijo Gustavo con un tono frío, sin emociones, apuntando su mano derecha al frente y tensando sus dedos.

Una increíble y bestial energía oscura invadió los alrededores. A unos metros del joven, una mancha negra se creó, expulsando un furioso viento oscurecido, como si estuviera compuesto de polvo. Al terminar, se elevó al cielo, mostrando una silueta alta al desvanecerse.

 --Su excelencia --Dijo la silueta, arrodillándose al instante y colocando su espada negra con su punta clavada en el suelo--, la legión de Nuestro Señor esperaba su regreso y, clama por sangre. --Su tono era oscuro, pero estaba imbuido por un firme e indescriptible respeto. Al momento siguiente su mirada se volvió contemplativa, al sentir la extrañeza en el cuerpo de su señor.

 --Por el momento solo te necesito a ti. --Respondió Gustavo en el mismo idioma.

Xinia giró el cuello al sentir la poderosa energía oscura, notando el acto del joven, pero cuando notó la imponente silueta del esqueleto, su primera reacción fue tragar saliva, seguido de un sentimiento de inferioridad y miedo.

 --¿Q-q-qué es eso? --Tartamudeó.

 --La invocación de mi señor --Sonrió Meriel al notar la expresión de la guerrera, podía sentir un poco de simpatía, pues ella había tenido una emoción similar--. Pero no te preocupes, ese ser jamás te hará daño. --Xinia miró a Meriel y, no sabía si reír o llorar, debía reconocer que aquellas palabras sonaban a locura.

 --Me gustaría disculparme con usted por mi anterior fracaso. --Dijo Guardián.

 --Me ayudaste en la pelea con el Simio Glaciar, no podía imaginar que ese enano me pondría una trampa. --Dijo con el ceño fruncido, debía reconocer el esfuerzo de Guardián en la pelea, pues sin él, había una alta posibilidad de que hubiera muerto.

 --Mi responsabilidad es protegerlo, Su excelencia, pero no lo hice. Merezco un castigo. --Gustavo pensó por un momento.

 --Tú castigo será obedecerme sin excusas ¿Entiendes? --Guardián asintió, sabía que a eso no se había referido cuando pidió su castigo, pero podía intuir que su señor no deseaba hacerlo, por lo que lo único que podía hacer, era dar lo mejor de sí mismo para reparar aquella falla suya.

 --Sí, Su excelencia.

 --Bien. --Gustavo comenzó a caminar. Guardián se colocó de pie, siguiendo a su señor dos pasos por detrás.

 --Joven. --Dijo Xinia con un tono extraño, se le dificultaba pronunciar sus siguientes palabras, era como si algo la detuviera, por supuesto, ese algo, era la imponente silueta esquelética.

 --¿Qué sucede? --Preguntó.

 --La energía que desprende su invocación alertara a los magos enemigos. --Dijo.

Gustavo sonrió, mirando a su subordinado al segundo siguiente y, sin expresar una sola palabra Guardián entendió lo que tenía que hacer, por lo que rápidamente retuvo toda su energía, volviéndose invisible ante los escáneres y percepción de los lanzadores de hechizos.

 --Será mejor continuar. --Dijo, comenzando a caminar con una mirada solemne.

Las damas asintieron y rápidamente imitaron al joven.

∆∆∆
Bajo los imponentes relámpagos, una silueta humana, despojada de cualquier prenda de ropa era iluminada por ellos, sonriendo de manera arrogante y autoritaria.

 --¡AAAAAAHHHHH! --Gritó con fuerza, liberando de su cuerpo una poderosa energía de batalla, tan brutal que podía poner los cielos a sus pies.

Al segundo siguiente, un devastador trueno impactó el suelo, a unos cien metros de ella, seguido de un ensordecedor estruendo.

 --¡Los Dioses me han aceptado! --Miró al cielo, refrescando su rostro con las gruesas gotas-- Y yo, les daré en tributo el reino de Atguila. --Comenzó a reír nuevamente, se sentía poderosa, en el escalafón más alto de los imbatibles.



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En el texto hay: amor, honor, batalla

Editado: 16.03.2022

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