"El Hijo de las Tres Dimensiones"

Capítulo 2:

Una hora más tarde, en el hangar de Noctaris, Kairos encontró a Xavian revisando el transporte. La nave negra y sigilosa que los llevaría a la misión parecía lista, preparada para enfrentarse a cualquier peligro. Xavian lo saludó con una mirada breve, antes de subir a la nave sin decir una palabra más.

El viaje fue silencioso, tenso. Kairos intentaba ignorar la proximidad entre ambos, pero era imposible no notar el calor que irradiaba Xavian a su lado. La nave atravesaba la frontera entre los mundos, y las luces de Terranus se vislumbraban a lo lejos.

—Cuando lleguemos, seguiremos el plan al pie de la letra —dijo Xavian de repente, rompiendo el silencio. Su voz grave llenaba la pequeña cabina—. No hay margen de error. ¿Entendido?

—Entendido —repitió Kairos por tercera vez, sintiendo que las palabras casi se volvían automáticas.

El aterrizaje fue suave, y en cuestión de minutos, ambos estaban descendiendo por una colina que daba vista a la base rebelde. Desde su posición, podían ver las patrullas caminando por el perímetro. La adrenalina de Kairos comenzó a subir, mezclándose con una sensación de anticipación.

—Vamos —susurró Xavian, liderando el camino con la agilidad de un cazador. Kairos lo siguió de cerca, tal como le habían ordenado. Pero a medida que se acercaban, una sensación extraña se asentaba en el pecho de Kairos, como si algo en esta misión estuviera destinado a cambiar su vida para siempre.

Y no estaba equivocado.

Los pasos de Kairos se sincronizaron con los de Xavian mientras se deslizaban entre las sombras, acercándose cada vez más al objetivo. Cada fibra del cuerpo de Kairos estaba en alerta máxima. El sonido de las patrullas resonaba a lo lejos, pero la presencia de Xavian a su lado lo mantenía enfocado, como si el simple hecho de estar cerca de él lo anclara al momento.

Cuando finalmente llegaron al borde del perímetro de la base rebelde, Xavian se detuvo, agachándose tras un muro de roca. Kairos hizo lo mismo, observando cómo su líder estudiaba el terreno. Desde su posición, podían ver la entrada principal, vigilada por al menos tres guardias armados. El aire a su alrededor vibraba con la tensión de lo que estaba por venir.

—Nos infiltraremos por la parte este —susurró Xavian, señalando un punto más alejado—. Hay una brecha en la defensa que podremos aprovechar. No hagas ningún movimiento a menos que te lo ordene.

Kairos asintió, sus ojos fijos en el objetivo, pero su mente seguía luchando por mantener la calma. Sabía que esta misión era crucial, no solo para demostrar su valía a Xavian, sino también para evitar una catástrofe si la tecnología prohibida caía en las manos equivocadas.

Comenzaron a moverse de nuevo, cada paso silencioso y calculado. Las sombras de Noctaris los envolvían, haciendo que parecieran espectros entre el paisaje oscuro. Xavian se movía con una precisión casi sobrenatural, y Kairos intentaba imitar cada uno de sus movimientos. Sin embargo, una parte de él no podía evitar la distracción que sentía ante la proximidad de su jefe. La atracción latente entre ambos seguía presente, incontrolable, aunque lo intentara ignorar.

Cuando finalmente alcanzaron la brecha en el muro, Xavian se detuvo para asegurarse de que el camino estaba despejado. Le hizo un gesto a Kairos para que avanzara primero, cubriéndolo desde atrás. Kairos contuvo el aliento mientras se deslizaba por el estrecho pasadizo, su cuerpo tensándose al sentir la pared fría a su alrededor.

Una vez dentro del perímetro, todo fue en silencio. Las patrullas seguían su curso, ignorantes de los intrusos que acababan de colarse en su territorio. Xavian le indicó a Kairos que lo siguiera hasta un pequeño edificio al borde de la base, donde creían que se almacenaba la tecnología robada.

Entraron por una puerta lateral sin hacer ruido, encontrando el almacén oscuro y aparentemente vacío. Sin embargo, Kairos podía sentir algo raro en el aire, una presencia inquietante. Al mirar a Xavian, vio que su jefe también había notado algo. Los ojos de Xavian, normalmente fríos y calculadores, se afilaron con una concentración feroz.

—No estamos solos —murmuró Xavian.

Antes de que Kairos pudiera responder, un destello de luz apareció de la nada, y de pronto, el aire a su alrededor se llenó de energía mágica. El suelo tembló bajo sus pies, y una figura emergió de las sombras, envolviéndose en una aura brillante.

Era un aeriano.

Sus alas doradas brillaban débilmente en la penumbra, y sus ojos, de un azul intenso, se fijaron en Xavian y Kairos con una mezcla de desafío y desprecio.

—Así que finalmente han venido a recuperar lo que robaron —dijo el aeriano, con una voz que resonaba en el espacio como una melodía distante.

Xavian dio un paso adelante, con su postura firme y desafiando a la criatura. Su mano descansaba en la empuñadura de su arma, pero no la desenvainó.

—No hemos venido a negociar —respondió Xavian—. Devolverás lo que robaste o te obligaré a hacerlo.

El aeriano soltó una risa baja y fría.

—¿Crees que puedes enfrentarte a mi poder, Xavian? —sus alas se extendieron, y la magia en el aire se intensificó—. He esperado este momento. Noctaris y Aerium siempre han estado en tensión, pero esta tecnología cambiará el curso de la guerra. Y ustedes no podrán detenerlo.

Kairos sintió la presión aumentar a su alrededor, como si una tormenta estuviera a punto de estallar. Pero Xavian no retrocedió ni un paso. Su mirada fija en el aeriano era de acero puro, y por primera vez, Kairos sintió el verdadero poder que emanaba de su jefe.

—No necesito detenerte —dijo Xavian con calma—. Solo necesito distraerte.

Antes de que el aeriano pudiera reaccionar, Xavian se movió con una velocidad que Kairos nunca había visto antes. En un solo movimiento, había cruzado la distancia entre ellos y atacado al aeriano con un golpe que envió ondas de energía por el aire. La criatura soltó un grito, pero no cayó. En cambio, sus alas destellaron y lanzó un contraataque mágico que llenó el espacio con explosiones de luz y sonido.




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