"El Hijo de las Tres Dimensiones"

Capítulo 3:

Kairos apenas podía procesar lo que acababa de suceder. La energía que había emanado de él lo dejó con una sensación extraña, como si una parte de sí mismo hubiera despertado después de años de estar dormida. Mientras seguía a Xavian fuera del almacén, su mente estaba inundada de preguntas.

El aeriano seguía gritando en el fondo, herido y debilitado, pero sabían que no tardaría en reponerse. El tiempo jugaba en su contra, y ambos lo sabían.

—Rápido —ordenó Xavian con una urgencia que Kairos no había escuchado antes.

Corrieron hacia la nave, atravesando las sombras y el terreno peligroso de la base. Las luces de las patrullas se encendían por todas partes, claramente alertadas por la batalla. Kairos mantenía el ritmo de Xavian, pero la sensación extraña en su cuerpo continuaba creciendo. Sabía que no podía ignorarlo por mucho más tiempo.

Al llegar a la nave, Xavian fue el primero en abordar, y Kairos lo siguió, apenas pudiendo respirar mientras las puertas se cerraban tras ellos. El interior de la nave vibraba con el sonido de los motores arrancando, y la atmósfera densa que los había rodeado desde el principio de la misión comenzaba a desvanecerse, reemplazada por la tensión palpable entre ambos.

Xavian se dirigió inmediatamente al panel de control, y la nave se elevó en cuestión de segundos. Las luces de la base rebelde se hicieron más pequeñas en el horizonte, pero Kairos apenas las notaba. Sus pensamientos seguían atrapados en el momento en que había desatado ese extraño poder.

El silencio dentro de la nave se volvió insoportable hasta que Xavian lo rompió.

—Lo que hiciste allá atrás... —empezó, su tono tan afilado como siempre, pero con una ligera nota de inquietud—. ¿Sabes lo que fue?

Kairos lo miró, aún aturdido por lo que había pasado.

—No lo sé —admitió con sinceridad—. Nunca había sentido algo así. Era como... si algo en mi interior hubiera despertado de repente. No tenía control.

Xavian frunció el ceño, su mirada profunda y analítica fija en él. Kairos podía sentir el peso de su escrutinio, y por un momento, temió lo que vendría. Xavian era conocido por ser implacable, y no había duda de que lo que había pasado no era algo que se pudiera tomar a la ligera.

—Ese tipo de poder no es normal —dijo Xavian, su voz más baja esta vez—. No proviene de Terranus ni de Noctaris. Eso fue magia celestial.

Kairos sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Magia celestial... Eso solo podía significar una cosa. Aerium. ¿Pero cómo era posible? Él no era de Aerium. Siempre había sido parte de Terranus, entrenado en las habilidades de Noctaris, pero nada de lo que había aprendido tenía que ver con los poderes celestiales.

—No puede ser —dijo en un susurro, sacudiendo la cabeza—. No tengo nada que ver con Aerium. No soy uno de ellos.

Xavian lo miró fijamente por un largo momento, como si estuviera debatiendo algo en su mente.

—Quizás no directamente —murmuró finalmente—. Pero está claro que hay algo más en ti. Algo que no has descubierto aún. Y eso te convierte en un objetivo... para muchos.

Las palabras de Xavian pesaron en el aire, cargadas de una gravedad que Kairos apenas podía comprender. Sabía que lo que acababa de suceder cambiaría las cosas para siempre. Ya no era solo un soldado bajo el mando de Xavian; se había convertido en una variable impredecible, alguien con un poder que ni siquiera entendía. Y el hecho de que ese poder estuviera ligado a Aerium lo hacía aún más peligroso.

—¿Qué se supone que debo hacer ahora? —preguntó Kairos, intentando mantener la calma mientras la realidad de la situación lo golpeaba.

Xavian se quedó en silencio por un momento, su mirada fija en el horizonte mientras pilotaba la nave. Luego, sus ojos se volvieron hacia Kairos, y había una determinación fría en ellos.

—Lo primero que harás es mantener esto en secreto —dijo con firmeza—. Si alguien más se entera de lo que eres capaz, tanto en Noctaris como en Aerium, no sobrevivirás mucho tiempo. Eres demasiado valioso para dejarlos saber lo que tienes dentro.

Kairos asintió, sintiendo el peso de esa responsabilidad caer sobre él. Sabía que Xavian tenía razón. En un mundo donde la magia y la política estaban tan entrelazadas, su poder sería visto como una amenaza o un recurso que todos querrían controlar.

—Y lo segundo —continuó Xavian, su tono endureciéndose—. Vas a entrenar. No podemos permitir que algo como lo de hoy vuelva a ocurrir sin control. Si tienes este poder, tendrás que aprender a manejarlo.

Kairos tragó saliva, pero asintió. No había vuelta atrás ahora.

—Lo haré —dijo con determinación—. Pero, ¿cómo? ¿Cómo se supone que entrene algo que no entiendo?

Xavian lo miró, sus ojos brillando con una intensidad que casi asustaba a Kairos.

—Yo te entrenaré.

Kairos parpadeó, sorprendido. De todas las posibilidades que había considerado, esa no era una de ellas. Xavian, su jefe, el hombre que había despertado en él emociones tan intensas y confusas, ahora sería su mentor en el manejo de un poder que ni él comprendía del todo.

—¿Tú? —preguntó Kairos, sin poder ocultar la incredulidad en su voz.

Xavian asintió, su expresión seria.

—No soy experto en magia celestial —admitió—, pero tengo contactos en Aerium que lo son. Y más importante, puedo enseñarte a controlar tu mente, tu cuerpo y tus emociones. Si vas a sobrevivir con ese poder dentro de ti, necesitarás mucho más que solo habilidad mágica. Necesitarás disciplina. Y eso es algo que puedo enseñarte.

Kairos asintió, aunque todavía se sentía abrumado por todo lo que estaba ocurriendo. Pero si algo había aprendido trabajando con Xavian, era que este hombre no hacía promesas vacías.

Xavian lo miró fijamente, sus ojos oscuros y llenos de un fuego que parecía arder solo para él.




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