"El Hijo de las Tres Dimensiones"

Capítulo 4:

Kairos apenas tuvo tiempo para procesar las palabras de Xavian cuando la nave aterrizó en una de las plataformas ocultas en las montañas de Noctaris. Las puertas se abrieron, y el aire frío de la noche entró como una ráfaga que lo despejó de cualquier duda que pudiera tener. Estaba claro que Xavian no planeaba perder tiempo. Este entrenamiento comenzaría de inmediato.

—Sígueme —ordenó Xavian mientras descendía con pasos firmes por la rampa.

Kairos lo siguió, su mente llena de pensamientos que chocaban entre sí. El miedo, la emoción, la atracción que sentía por Xavian... todo estaba mezclado, pero había una claridad que sobresalía entre el caos: debía aprender a dominar este nuevo poder. No solo para protegerse a sí mismo, sino también para mantener a salvo a los que amaba, aunque su relación con Xavian fuera más complicada de lo que quisiera admitir.

Los dos caminaron en silencio hasta una amplia sala de entrenamiento subterránea, iluminada por tenues cristales mágicos que flotaban en el aire. Las paredes estaban llenas de marcas de batallas pasadas, como si incontables entrenamientos violentos hubieran tenido lugar allí. Kairos podía sentir la energía acumulada en el aire, el residuo de los enfrentamientos que habían moldeado a los guerreros más formidables de Noctaris.

Xavian se detuvo en el centro de la sala, volviéndose hacia Kairos. Sus ojos oscuros lo atravesaron con una intensidad que lo hizo estremecerse.

—Lo que desataste antes, ese poder... está profundamente ligado a tus emociones —dijo Xavian, cruzando los brazos—. Si no aprendes a controlarlas, podrías destruir todo a tu alrededor, incluido a ti mismo. Así que empezaremos por lo más básico: el control.

Kairos asintió, intentando no mostrar lo nervioso que se sentía. Sabía que tenía que hacer esto, pero la presión era inmensa. Tomó una respiración profunda y se preparó para lo que venía.

—Cierra los ojos —ordenó Xavian—. Concéntrate en tu respiración. Deja que el ruido de tu mente se disipe.

Kairos obedeció, cerrando los ojos y enfocándose en el ritmo de su respiración. Al principio, todo lo que podía escuchar era el eco de sus propios pensamientos, pero poco a poco, su mente comenzó a calmarse. La energía en su cuerpo, que había estado desbordándose desde el incidente con el aeriano, empezó a estabilizarse.

—Ahora, quiero que te concentres en la sensación de poder que sentiste antes —continuó Xavian, su voz baja pero firme—. Encuentra esa chispa dentro de ti, pero no la dejes salir. Solo obsérvala.

Kairos hizo lo que Xavian le pidió. Se adentró en lo profundo de su conciencia, buscando esa chispa de poder que había sentido antes. Y allí estaba, latente, como una llama contenida que esperaba ser liberada. Su corazón comenzó a acelerarse al sentirla de nuevo, pero esta vez no era algo abrumador. Era una parte de él, una extensión de su ser.

—Sigue controlándola —dijo Xavian—. No la sueltes. Hazla tuya.

El sudor comenzaba a perlarse en la frente de Kairos mientras luchaba por mantener la energía contenida. Era como intentar sostener una tormenta dentro de una botella. Pero cuanto más se concentraba, más claro se hacía que el poder no solo respondía a sus emociones, sino también a su voluntad.

—Bien —dijo Xavian después de unos minutos—. Ahora abre los ojos.

Kairos abrió los ojos lentamente, y lo que vio lo dejó sin aliento. A su alrededor, flotaban pequeñas chispas de luz dorada, como estrellas atrapadas en la oscuridad de la sala. No había liberado el poder completamente, pero de alguna manera, lo había manifestado a pequeña escala.

Xavian lo miraba con una mezcla de satisfacción y curiosidad.

—Eso es solo el principio —dijo Xavian, acercándose lentamente a él—. Tienes potencial, Kairos. Más del que imaginas. Pero este poder conlleva una gran responsabilidad, y si no aprendes a controlarlo por completo, se convertirá en tu mayor enemigo.

Kairos asintió, consciente de la verdad en esas palabras. El poder celestial que había desatado era más grande de lo que podía comprender, pero ahora sabía que Xavian estaba dispuesto a guiarlo, a ayudarlo a descubrir hasta dónde podía llegar.

Pero mientras Xavian lo miraba, con esa intensidad que siempre lo había desconcertado, Kairos no podía evitar recordar la noche que habían pasado juntos, antes de que todo esto empezara. La atracción que sentía por él seguía ahí, más fuerte que nunca, y ahora, con cada día que pasaba, se volvía más difícil de ignorar.

—Xavian... —comenzó a decir Kairos, vacilando.

Xavian alzó una ceja, pero no dijo nada, esperando a que continuara.

—Sobre lo que pasó entre nosotros antes... no ha dejado de estar en mi mente —confesó Kairos, sus palabras llenas de vulnerabilidad—. No sé cómo manejarlo. Y ahora, con todo esto... no sé si debería sentirme de esta manera por ti.

Xavian lo observó en silencio por un momento, sus ojos oscuros penetrando los de Kairos. Luego, dio un paso más cerca, lo suficiente como para que Kairos sintiera su presencia como una corriente eléctrica en el aire.

—Lo que ocurrió entre nosotros fue más que una simple atracción —dijo Xavian con voz grave—. No fue un error. Y si quieres saber cómo manejarlo, entonces deja de luchar contra lo que sientes.

Kairos sintió que el corazón le latía más fuerte. Las palabras de Xavian lo atraparon, pero antes de que pudiera responder, algo inesperado sucedió.

Un dolor agudo recorrió su abdomen. Kairos se dobló, llevándose una mano al vientre. Xavian, alarmado, lo sujetó antes de que cayera.

—¡Kairos! ¿Qué te sucede? —preguntó Xavian, su voz llena de preocupación.

Kairos apenas pudo responder. La incomodidad en su abdomen era más intensa, como si algo estuviera cambiando en su interior de una manera que no podía controlar. La sensación era abrumadora, casi como si el poder recién descubierto estuviera alterando su cuerpo de maneras que no podía comprender.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.