"El Hijo de las Tres Dimensiones"

Capitulo 5:

El estruendo resonaba en la sala de entrenamiento mientras los Nocshades, el escuadrón de élite de Noctaris, rodeaban a Kairos. Sus armaduras negras brillaban bajo las luces mágicas, y las sombras parecían envolverse a su alrededor, como si fueran una extensión de su poder. El líder del escuadrón avanzó con paso firme, sus ojos fijos en Kairos.

—¡Kairos de Terranus! —repitió el líder con voz autoritaria—. Quedaste bajo arresto temporal por motivos de protocolos. ¡Por favor no se resista o usaremos la fuerza!

Kairos sintió cómo el miedo lo invadía, pero algo más profundo, algo que lo empujaba hacia la ira, comenzó a crecer dentro de él. Giró su mirada hacia Xavian, quien seguía de pie a su lado, con un rostro impasible. El silencio entre ambos era ensordecedor, y la mente de Kairos comenzó a llenar los vacíos con sospechas que hasta ese momento no había querido admitir.

"¿Me traicionó?", pensó Kairos, su corazón acelerándose. Todo había sido demasiado oportuno: la llegada de los Nocshades, el conocimiento preciso de su ubicación, y el hecho de que Xavian no había mostrado sorpresa.

—Xavian... —murmuró Kairos, retrocediendo un paso—. ¿Qué has hecho?

Xavian no respondió de inmediato, lo que hizo que las dudas de Kairos se multiplicaran. Las manos de Kairos temblaban, el dolor en su abdomen se intensificaba, pero la sensación de traición pesaba más que cualquier otra cosa. El hombre al que había confiado su vida, sus secretos y, sin saberlo en ese momento, su futuro, parecía ahora un enemigo.

—Kairos, no es lo que piensas —dijo Xavian al fin, su voz baja y cautelosa.

—¡Entonces explícame qué es! —gritó Kairos, dando un paso atrás. Su energía empezaba a descontrolarse, las sombras en la sala temblaban a su alrededor, reaccionando a su poder recién despertado—. Porque parece que tú sabías que ellos vendrían.

El líder del escuadrón levantó una mano, señalando a sus agentes que se prepararan. Los Nocshades estaban listos para atacar en cualquier momento. Kairos lo notó, pero su mirada seguía fija en Xavian, esperando una explicación, una razón para no creer que había sido traicionado.

—¡Escúchame! —dijo Xavian con más firmeza—. No soy tu enemigo. Ellos... —hizo un gesto hacia los Nocshades—, ellos vinieron por su cuenta. No sabía que aparecerían hoy.

Kairos quería creerle, pero su mente ya estaba envuelta en el caos. La confusión, el dolor y el miedo lo empujaban a un límite peligroso.

—¡Mentira! —escupió, dando un paso atrás. Las sombras que lo rodeaban se arremolinaban con furia, y Kairos podía sentir el poder dentro de él acumulándose, buscando una salida—. ¡Siempre lo supe! Algo no estaba bien contigo desde el principio, y ahora... ahora lo veo.

Xavian dio un paso adelante, extendiendo una mano hacia él, su expresión desesperada.

—¡Kairos, por favor! No hagas esto.

Pero fue demasiado tarde. Con un grito de frustración y dolor, Kairos desató una oleada de energía oscura que sacudió la sala. Los Nocshades fueron empujados hacia atrás por la fuerza de la explosión mágica, y Xavian apenas tuvo tiempo de crear una barrera para protegerse. El poder de Kairos estaba fuera de control, impulsado por sus emociones desbordadas.

—¡Detenedlo! —gritó el líder de los Nocshades, pero antes de que pudieran reaccionar, Kairos ya se había movido.

Con la agilidad de alguien acostumbrado a la batalla, Kairos saltó hacia la ventana más cercana, rompiéndola con una explosión de sombras. Saltó al exterior, cayendo en la oscuridad de la noche de Noctaris. La adrenalina corría por sus venas mientras huía, su mente aún llena de preguntas, pero con una certeza abrumadora: Xavian lo había traicionado. O al menos, eso es lo que parecía en ese momento.

Kairos no tenía tiempo para dudar. Necesitaba alejarse, encontrar un lugar donde recuperarse y pensar. Pero mientras corría por el bosque oscuro, una pequeña voz en su interior, enterrada bajo la ira y el miedo, le susurraba que tal vez había cometido un error.

Mientras tanto, Xavian permanecía en la sala de entrenamiento, observando la ventana rota por donde Kairos había huido. Su rostro, aunque impasible en la superficie, reflejaba una mezcla de frustración y dolor.

—¿Qué hacemos, señor? —preguntó uno de los Nocshades, acercándose a él.

Xavian suspiró, bajando la barrera mágica que había levantado para protegerse. Miró a los agentes por un momento antes de responder.

—Lo encontraremos —dijo con firmeza—.




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