"El Hijo de las Tres Dimensiones"

Capitulo 6:

Kairos corría a través de las sombras de Noctaris, su corazón latiendo con fuerza mientras la confusión y la traición quemaban en su interior. Cada paso que daba lo alejaba más de Xavian, pero no podía escapar del dolor lo corroía. La voz de Xavian, rogándole que lo escuchara, resonaba en su cabeza, pero Kairos no podía darle más oportunidades.

Sintiéndose agotado, Kairos finalmente se detuvo en una cueva oscura, apoyando su espalda contra la pared fría y húmeda. Su respiración era irregular, y el poder descontrolado que había liberado seguía arremolinándose a su alrededor. Las sombras parecían obedecerle, pero también lo atormentaban, como si supieran más de lo que él podía comprender.

El dolor en su abdomen se intensificó de nuevo, obligándolo a doblarse en dos. Un grito sofocado escapó de sus labios mientras caía de rodillas. Sentía que algo dentro de él estaba cambiando, algo más allá del poder. Kairos cerró los ojos con fuerza, tratando de recuperar el control, pero entonces una visión borrosa atravesó su mente.

Vio una figura... pequeña, indefensa, rodeada de luz. Una criatura que aún no comprendía, pero que estaba conectada profundamente a él. En un instante, Kairos lo entendió: su cuerpo no estaba solo cambiando por el poder. Estaba cambiando porque... estaba creando vida. La idea lo dejó helado.

"¿Un hijo?", pensó, su mente girando. Todo encajaba ahora. El poder descontrolado, el dolor, el cambio en su cuerpo. Estaba embarazado, y ese hijo era de Xavian.

La oleada de emociones fue abrumadora. El miedo y la ira luchaban por dominar, pero también una profunda tristeza y desconcierto. Todo lo que había compartido con Xavian, cada momento íntimo, se sentía ahora como un hilo enredado en la traición. ¿Cómo había sido tan ingenuo? ¿Cómo había permitido que las emociones lo cegaran tanto?

De repente, un sonido suave llamó su atención. Kairos alzó la vista y vio una figura acercándose lentamente desde las sombras de la cueva. Al principio, pensó que era uno de los Nocshades que lo había seguido, pero al enfocar mejor, no reconoció la silueta. Era un hombre alto, vestido con una capa oscura que se fundía con la noche, y sus ojos brillaban con una intensidad inquietante.

—No esperaba encontrarlo aquí tan pronto, mi señor —dijo el hombre, su voz profunda resonando en el callejón.

Kairos retrocedió, poniéndose de pie con dificultad. El dolor aún latía en su abdomen, pero intentó mantener una postura defensiva.

—¿Quién eres? —preguntó, su voz temblando, pero estaba muy alerta.

—Mi nombre no es importante, pero puede llamarme Mavrick —dijo, inclinando la cabeza—. He estado siguiéndole desde hace mucho tiempo. Sabía que despertaría ese poder, pero no esperaba que lo hiciera bajo estas circunstancias.

Kairos lo miró con cautela. Algo en los ojos de Mavrick parecía leerlo por completo, como si entendiera más de lo que estaba dispuesto a decir.

—¿Qué quieres? —preguntó Kairos.

Mavrick sonrió levemente, un gesto que no le ofrecía consuelo alguno a Kairos.

—Noctaris está al borde del colapso, mi señor Kairos. El poder que ha despertado tiene el potencial de cambiarlo todo. Y ahora que lleva dentro de usted algo mucho más valioso de lo que imagina, necesitará aliados. Alguien que lo guíe y lo proteja... de ellos.

Las palabras de Mavrick no le sonaba del todo bien.

—¿Por qué debería confiar en ti? —replicó Kairos—.

Mavrick dio un paso más cerca, su mirada firme.

—Xavian no le ha contado toda la verdad. Él sabía de su poder mucho antes de que lo despertara, y esa es la razón por la que se acercó a usted. Él sabía que usted sería la clave para abrir el próximo portal interdimensional. Y ese hijo que lleva... será el más poderoso de todos. Es por eso que los Nocshades le están buscando.

El impacto de las palabras de Mavrick golpeó a Kairos como un puñetazo. ¿Había sido todo un juego de manipulación? ¿Había Xavian visto en él solo un medio para un fin?

—¿Y tú? —Kairos apretó los dientes, sintiendo una mezcla de ira y dolor—. ¿Qué ganarías ayudándome?

—Lo único que yo quiero es servirle, mi señor Kairos —respondió Mavrick—. Pero no pretendo engañarle. Si me deja, lo protegeré tanto a usted como a su hijo. Juntos podemos construir algo nuevo. Algo que Noctaris jamás ha visto.

Kairos sintió una oleada de desesperación. La verdad era que no sabía en quién confiar. Xavian, Mavrick... ambos tenían sus propias agendas. Y en medio de todo, él solo quería respuestas y la protección de la vida que ahora crecía dentro de él.

—Piénselo, por favor —dijo Mavrick antes de darle la vuelta para irse—. No tiene mucho tiempo.

Kairos se quedó callado, pero antes de que Mavrick desapareciera, dijo:

—Está bien, iré contigo. —dijo Kairos, su voz cargada de rencor y resignación.

Mavrick asintió con una ligera sonrisa de satisfacción y se acercó a Kairos. Sin perder tiempo, extendió una mano hacia él. Un resplandor suave emanó de la palma de Mavrick, iluminando la cueva con una luz que parecía conjurar una calma artificial.

—Vamos a salir de aquí —dijo Mavrick—. Hay que prepararnos para lo que viene.- Hablo para si mismo.




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