"El Hijo de las Tres Dimensiones"

Capitulo 8:

Kairos miró a Mavrick a los ojos, buscando algún rastro de deshonestidad. Aunque las palabras de Mavrick resonaban con lógica, algo dentro de él se resistía a creer que este hombre desconocido no tuviera sus propios motivos ocultos.

—Confianza —repitió Kairos, casi con un tono de amargura—. Es difícil confiar en alguien después de lo que he pasado. ¿Cómo sé que tú no me estás utilizando igual que Xavian?

Mavrick no apartó la mirada. El brillo calculador en sus ojos permanecía, pero había algo más, una especie de comprensión o incluso compasión.

—Lo comprendo —dijo Mavrick con suavidad—. No estoy aquí para pedirte que me confíes ciegamente. Solo te ofrezco una opción. Si decides seguir solo, no intentaré detenerte. Pero si vienes conmigo, puedo ayudarte a descubrir la verdad detrás de todo lo que se te han ocultado... incluidas las verdaderas intenciones de Xavian.

Kairos miró a la fogata azulada. Las sombras danzaban en torno a ellos, como si estuvieran esperando que tomara una decisión. Sentía que su poder, aquel que apenas comenzaba a comprender, vibraba con una intensidad que aún no podía controlar. Su hijo, el que crecía dentro de él, también sentía esa confusión, ese tumulto interno. Tenía que pensar en él y protegerlo a como de lugar.

Finalmente, después de un largo silencio, Kairos suspiró y levantó la vista hacia Mavrick.

—No sé si puedo confiar en ti —admitió—. Pero tampoco puedo seguir huyendo sin respuestas. Iré contigo, pero que quede claro: si descubro que me estás utilizando o si intentas traicionarme... no dudaré en matarte.

Mavrick sonrió apenas, pero era una sonrisa de satisfacción. Asintió con la cabeza, respetuoso ante la advertencia de Kairos.

—Lo entiendo perfectamente, mi señor. Será mi deber asegurarme de que descubras la verdad, sin importar cual oscura o dolorosa sea.

Con esas palabras, Mavrick se puso de pie y extendió la mano nuevamente hacia Kairos, esta vez como una invitación para seguir adelante.

Kairos tomó la mano con cautela, levantándose con esfuerzo. El dolor en su abdomen persistía, recordándole lo frágil que era su situación. No podía permitirse más traiciones, más secretos.

Mavrick lo guió fuera de la cueva, pero mientras caminaban, una pequeña voz en la mente de Kairos seguía resonando: ¿Qué haría Xavian ahora? ¿Me está buscando? ¿fue todo una trampa desde el principio? Las preguntas lo atormentaban, pero ahora más que nunca tenía que centrarse en lo que venía.

Cuando salieron de la cueva, el paisaje de Noctaris se extendió ante ellos como un lienzo oscuro y misterioso. El cielo estaba cubierto de nubes negras que parecían palpitar con energía mágica, y en el horizonte, las torres de obsidiana de las ciudades de Noctaris se alzaban imponentes, como guardianes de un poder antiguo.

Mavrick señaló hacia el este, donde las montañas se elevaban como gigantes sombríos.

—Allí —dijo, con voz firme—. Allí encontraremos el Santuario de las Sombras. Es un lugar antiguo, protegido de los ojos de los Nocshades. Allí podrás recuperar tus fuerzas, y las del niño que llevas.

Kairos lo miró, no podía permitirse bajar la guardia. No en Noctaris, y ciertamente no en su condición.

—Vamos —respondió Kairos finalmente—. Quiero respuestas, y si ese Santuario las tiene, no perderé más tiempo.

Mavrick asintió, y sin más palabras, ambos se adentraron en el oscuro paisaje de Noctaris, cada paso los acercaba a un destino desconocido, lleno de verdades que Kairos aún no estaba preparado para enfrentar, pero que inevitablemente tendría que enfrentar tarde o temprano.

Mientras caminaban, las sombras parecían moverse a su alrededor, no con hostilidad, sino con una especie de reverencia. Y en su interior, Kairos sintió que algo, o alguien, lo observaba desde lo profundo del velo oscuro que cubría el horizonte.




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