El comienzo de la historia entre Kairos y Xavian no fue como los típicos cuentos de amor. No hubo una atracción instantánea ni un encuentro marcado por la química inmediata. Su relación nació del deber, de la tensión constante entre la lealtad y la responsabilidad, y solo con el tiempo, floreció en algo mucho más complejo y profundo.
Kairos era joven, recién ingresado a las filas de Terranus, enviado como emisario a Noctaris por su habilidad innata de manipular sombras, algo extremadamente raro en su mundo. Fue una misión diplomática destinada a forjar alianzas entre Terranus y Noctaris. Sin embargo, lo que no esperaba era encontrarse con Xavian, uno de los líderes más poderosos y respetados de Noctaris, en su primer día.
Xavian era todo lo contrario a Kairos: frío, calculador, y completamente dedicado a su deber. Su reputación como estratega y guerrero era legendaria. Nadie en Noctaris podía igualarlo en batalla, y su capacidad para manejar la magia de las sombras lo hacía casi invencible. A ojos de Kairos, Xavian parecía inalcanzable, casi una figura mítica.
Su primer encuentro no fue en el mejor de los escenarios. Kairos, nervioso y aún inexperto, cometió un error durante la negociación, exponiendo la vulnerabilidad de su pueblo. Xavian, con su mirada fría y controlada, corrigió la situación con palabras precisas, pero no pudo ocultar una pizca de desaprobación.
—Parece que Terranus envía a sus jóvenes sin prepararlos adecuadamente —dijo Xavian con dureza, sus ojos fijos en Kairos.
Kairos sintió la humillación recorrer su cuerpo. Pero también había algo en la presencia de Xavian que lo mantenía anclado. A pesar de sus palabras cortantes, había una chispa, una especie de curiosidad en los ojos de Xavian que Kairos no podía ignorar.
Los encuentros entre ellos fueron constantes después de ese día. Las misiones diplomáticas se volvieron más complejas, y Kairos fue elegido para trabajar directamente bajo la supervisión de Xavian. Aunque su relación comenzó de manera estrictamente profesional, ambos comenzaron a notar las sutilezas del otro.
Kairos admiraba la destreza de Xavian, su capacidad para anticiparse a cada movimiento de sus enemigos y aliados. Pero también vio la soledad detrás de su fachada impenetrable. Había una tristeza profunda en los ojos de Xavian que, a pesar de su frialdad, lo hacía parecer vulnerable en momentos fugaces. A veces, durante largas noches de planificación y estrategias, Kairos veía a Xavian quedarse en silencio, observando el horizonte de Noctaris como si buscara algo más allá de su mundo.
Por otro lado, Xavian comenzó a notar la tenacidad de Kairos, su impulso por demostrar su valía, su capacidad de adaptarse y aprender rápidamente. A pesar de sus iniciales errores, Kairos se convirtió en un activo invaluable, y pronto, Xavian dejó de verlo como un simple subordinado y lo consideró un igual, aunque no lo admitiera en voz alta.
Lo que inicialmente fue respeto profesional lentamente se transformó en confianza personal. En misiones peligrosas, los dos comenzaron a confiar en el otro de una manera que iba más allá del deber. Hubo momentos en los que Xavian salvó la vida de Kairos, y viceversa. Estos momentos de vulnerabilidad compartida forjaron un vínculo que ninguno de los dos había previsto.
El primer cambio real en su relación ocurrió una noche, después de una emboscada de las fuerzas rebeldes en los bosques de Noctaris. Kairos había resultado herido, una herida profunda en su costado que lo dejó al borde de la inconsciencia. Xavian, quien rara vez mostraba emoción, se mantuvo firme a su lado durante toda la noche, utilizando sus habilidades mágicas para mantenerlo estable.
—No puedo perderte, Kairos —murmuró Xavian esa noche, sus palabras apenas audibles pero cargadas de una sinceridad que Kairos jamás había escuchado antes.
Esa confesión rompió algo en el corazón de Kairos. Durante meses, había reprimido sus propios sentimientos hacia Xavian, convenciéndose de que solo era admiración. Pero en ese momento, comprendió que lo que sentía era mucho más profundo. No era solo respeto o amistad, era amor, un amor que lo consumía.
A partir de esa noche, algo cambió entre ellos. Ya no eran solo camaradas en batalla o compañeros en misiones diplomáticas. Había una intimidad silenciosa que floreció, primero en pequeños gestos: una mirada prolongada, un roce de manos al pasar, conversaciones en las que compartían más de lo que era necesario. Ambos sabían que lo que sentían era peligroso, pero ninguno pudo detener lo inevitable.
El primer beso ocurrió en uno de los momentos más tensos de su misión. Habían regresado de una negociación que salió terriblemente mal, y las tensiones entre los tres mundos estaban en su punto más alto. Ambos estaban exhaustos, emocional y físicamente, y habían discutido acaloradamente sobre la estrategia a seguir.
—¡No puedes seguir arriesgando tu vida de esta manera! —gritó Kairos, frustrado por la imprudencia de Xavian en el campo de batalla.
Xavian lo miró con furia, pero detrás de esa ira, Kairos vio otra cosa: miedo. No miedo a la batalla o a la guerra, sino miedo a perderlo. En un arrebato de emoción, Kairos se acercó a Xavian, acortando la distancia entre ellos.
—¿Por qué haces esto? —susurró Kairos, su voz temblando.
Xavian lo miró intensamente, su respiración agitada. Y entonces, sin pensarlo dos veces, lo tomó por la nuca y lo besó, con una urgencia que ambos habían estado reprimiendo durante meses. Fue un beso cargado de todo lo que no habían dicho, de todo lo que no habían admitido ni siquiera a sí mismos.
A partir de ese momento, su relación cambió por completo. Lo que antes era profesional, ahora era profundamente personal. Se encontraban en secreto, en los rincones oscuros de Noctaris, alejados de las miradas inquisitivas. Su amor era prohibido, no solo por sus roles y responsabilidades, sino por la naturaleza de los mundos en los que vivían. Kairos, un hombre de Terranus, y Xavian, un líder de Noctaris, jamás podrían estar juntos de manera oficial.