El hijo de Llarión

1. ¿Laón?

Oscuridad, no hay luces, no veo más allá de mi propia nariz.

No puedo más, siento cansancio y también la oscuridad es fría, tranquila pero a la vez todo lo opuesto, luego esta el silencio angustiante, no hay grillos.

Cierro mis ojos y no recuerdo nada más...

Luz, ruido, ¿Es esto un callejon? ¿Dónde estoy? No pertenzco aquí, mujeres usando vestidos pesados y acampanados, hombres en un traje, no entiendo que pasa.

—Disculpe— Me acerqué a la mujer, la cual me ignoró. No me escuchó.

—Disculpe— Dije a un hombre, al lado de una caja grande con objetos redondos, rojos y brillantes.

—No te acerques muchacho, ahuyentas a los clientes— Dijo mirandome ¿asombrado?

—¿Qué es eso?— Dije viendo a los objetos redondos.

—Manzanas, toma una y vete— Manzanas, no había escuchado de eso, tampoco entendía al hombre, pero se veía que no estaba tranquilo. Caminé hasta llegar a un valle, como los de fuera de casa, Floder, la única diferencia es que estos era verdes. Un verde intenso de disitntos tonos en el cual sobresalía uno claro y brillante por el sol, en floder todo era azul, celeste, índigo y el agua transparente con destellos. Recuerdo el ambiente en el que estaba, pero no quien soy. Llegué a un estaque, de aquí deberían salir ondinas y me ayudaran. Miré un reflejo, mi reflejo, ¿Así era yo? Era distinto a las personas de aquí, traigo pantalones de un color azul intenso y una camisa negra, mi cabello es negro, muy oscuro, como mi último recuerdo...

No pertenezco aquí.

Una ondina salió del lago, era una ninfa de agua, esta fue hasta donde una mujer, se vestía distinto a las de la anterior mujer que ví. Traía un vestido liso, largo, con un delantal amarrado en la cintura. La ninfa voló por en frente de sus ojos y se posó en su cabeza, la mujer no hizo nada. ¿Por qué no hacía nada? ¿Se enojó con la ninfa y por eso no la notaba?

—Disculpe— Dije bajo un poco entrecortado.

—¿Quién eres muchacho?— No lo se... Evadí su pregunta, pues, no tenía la respuesta.

—¿Dónde estoy?—

—Laón—

—¿Laón?— En donde diablos me metí ahora.

—¿Quién es usted muchacho? Usted debe ser un noble, ¿Vino a ver a la familia D' Arpagon?— ¿Noble? ¿D'Arpagon? De pronto ví a la ninfa ir a mi hombro, asentí mi cabeza a modo de saludo, a lo que la ondina hizo lo mismo y dijo.

—Orión de Floder, hijo de Llairón— ¿Soy yo? ¿Orión?

—Joven, ¿A qué vino?—

—No lo se, yo... desperte por allá— Dije y señalé el camino por el que vine.

—¿Cómo se llama?— Iba a contestar de nuevo con un no se, pero la ondina habló de nuevo.

—Orión de Floder—

—¿Orión?— La mujer me miró esperando que dijera algo más.

—¿No vino a ver a la familia D'Arpagon?— La ondina negó, no estaba aquí por ellos.

—No...—

—En ese caso joven...— El sonido de algo viniendo la interrumpió y apurada terminó su oración

—¡Escóndase, rápido, en esa cabaña!— Señaló una estructura pequeña de color café con algo transparente, y se lograba divisar un poco el interior, con duda corrí hacia el lugar descrito.

Estuve en la parte de atrás, había un bosque, pero a diferencia de Floder este era verde al igual que lo campos. Me quede ahí por un tiempo, no se cuanto, solo veía las nubes moverse con el viento, a la ninfa volando por el lugar y al sol cambiar su posición.



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En el texto hay: cuatro elementos, agua, orion

Editado: 03.10.2024

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