El hijo de Llarión

12. Barsha

La desastrosa cena terminó siendo un caos y en consecuencia, esta terminó temprano, por obvias razones. Todos los empleados fueron regañados y algunos sufrieron de la ira del Conde, otros limpiaban y a la familia de Edmond, incluyéndome, nos dio una advertencia, que parecía mas una amenaza.

—Ustedes estarán vigilados, si una cosa mas sale mal van a ir directo al calabozo— Edmond le ofreció una disculpa y el Conde simplemente se fue sin dejar que Edmond termine sus palabras.

Cuando estuvimos en la cabaña sentí la necesidad de disculparme, sabía que en el fondo ellos sospechaban que el causante de todo ese desastre era yo.

—Yo no se que pasó, pero lo siento, no quería que ustedes se metan en problemas por mi culpa— Sentí la mirada de Agnés y Edmond posó su mano en mi hombro.

—Mira muchacho, no sabemos que eres o de donde vienes, ni siquiera tu pareces tener clara tu misión aquí pero sabemos que no eres una persona mala y no sabemos si fuiste tu quien causó todo eso— No sabía que decir y me limite a mirar el suelo.

—Hombre, no te preocupes, mañana mismo soluciono esto— Después este le hizo señas a Agnés para dejarme mi espacio, la señora me dio un abrazo, que al parecer tanto necesitaba.

—Descansa mi niño, mañana va a ser un día pesado— Ambos subieron al piso de arriba, por mi parte no se en que momento me quedé dormido y así finalizó el día.

Intenté dormir pero no pude, así que salí de la cabaña, y ahí estaba Limnátides, voló rápidamente hacia mi al

—Majestad, ahora si puedo explicarle—

—Adelante— Soltó un suspiro.

—Majestad, como usted ya sabrá, perdió la memoria y yo estoy aquí para ayudarlo a recordar siempre y cuando usted me de algún indicio de cualquier recuerdo— Asentí.

—Entonces usted mencionó a—

—Fëanor— Dije interrumpiéndola.

—¿Por qué la recordó?—

—Cuando el fuego de las lámparas no encendía—

—Exactamente, ella es la futura diosa del fuego, se dice que está cumpliendo las misiones al igual que...—

—No puedo decirle el resto, pero igual que otros dioses— No dije nada.

—Y la razón por la cual las ninfas reaccionaron de esa manera fue por la manera en la que antes ordenaba al realizar las misiones, era similar a la de su padre cuando el tenía su edad—

—¿Cómo era?—

—Eso debe descubrirlo por usted mismo y ya no puedo darle más información— Solo asentí.

—Creo que deberías descansar, Limnátides, yo haré lo mismo— Dije levantándome del suelo y entrando a la cabaña.

—Gracias majestad— Con mi mente más clara pude conciliar el sueño que momentos antes parecía imposible que este presente.

Al día siguiente todos nos dirigimos a la gran mansión en donde estaba el Conde con una gran sonrisa en la puerta, esperándonos.

—Pero aquí esta mi estrellita— Se dirigió a mi y me dio un abrazo, el cual no correspondí.

—Salvaste mi fiesta, muchos de mis invitados quieren que los atiendas personalmente, así que para que los puedas complacer en otra ocasión, vas a conocer toda la mansión y sus alrededores, y que mejor que tu familia para que te acompañen por esta travesía— Su sonrisa inquietaba y se notaba a las personas al rededor tensas.

—Edmond, Agnés, acompañen a mi querido Orión, vuelvan cuando terminen y tómense su tiempo—

—Con gusto mi señor— Respondieron ambos.

Comenzamos a caminar vimos el rededor de la mansión, era mucha mas grande de lo que se ve en la fachada, en la derecha existía todo tipo de ganado y de nuevo pude ver el maltrato presente por esta jerarquía y era el mismo del cual Edmond me habló días antes.

—Yo se que piensas muchacho, no vayas— Debía mantener mi estancia aquí y no podía meterme en problemas hasta lograr conseguir cada uno de los objetos, pero quería hacer algo. ¿Acaso era tan cobarde que no podía defender a alguien que indirectamente dependía de mi?

Seguimos el camino hasta llegar a la parte trasera de la mansión y ahí estaba una fuente, grande, profunda, con un azul brillante, las gotas de agua parecían bailar sobre los bordes de la misma. Limnátides que apareció en mi hombro con emoción dijo.

—¡La encontramos!— La miré confundido, no podía hablarle o se darían cuenta de que había "alguien" más.

—¡La fuente majestad, ahí debe estar el espíritu y el agua obviamente!— Era cierto, debía encontrar la manera de acercarme a la fuente cuando nadie este presente. El resto del recorrido era solamente cultivos y mas terreno casi vacío con sol banderillas con el sello de la familia D'Arpagon.

—Esa es la fuente de la familia, lleva aquí por generaciones desde antes de los bisabuelos de el Conde, le pusieron Barsha—

—¿Porque?—

—Dicen que algún miembro de la familia viajó a la India y de ahí trajo unas rocas heladas, pero no era hielo, nunca se derritieron y nadie sabe donde están y de ahí surgió en nombre—

—Y significa lluvia— Dijo Agathe.

—¿Puedo tocarla?—

—Claro— Me acerqué y metí la mano en la fuente, la cual parecía lanzar toda el agua hacía mi y retire mi mano de inmediato, además el agua estaba helada aunque se la veía cálida por el verano.

—Vamos muchacho— Me dijo Edmond quien estaba a una distancia considerable y continuamos con nuestro camino. Llegamos hasta las afueras de todo el terreno y volvimos a la mansión en donde se encontraba el Conde caminando de lado a lado de manera impaciente y con su aura pesada de siempre.



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En el texto hay: cuatro elementos, agua, orion

Editado: 03.10.2024

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