El hijo de Llarión

13. ¿Espíritu? ¿Eres tú?

—Se tomaron su tiempo, ¿No creen? — Hablo el Conde cuando volvimos a la entrada principal y, como siempre, su falsa sonrisa.

—Pueden seguir con sus tareas. Orion, tu vienes conmigo, te voy a mostrar detalladamente la mansión— La familia ingresó a la mansión, mirarme apenados y como diciendo que tenga cuidado.

—No es necesario, gracias— Traté de negarme a su petición, o una orden mas bien.

—Claro que es necesario, de lo contrario, como vas a guiar a mis distinguidos huéspedes— Sin tener otra opción, lo seguí y hablaba con orgullo de su gran casa, en la que probablemente podían entrar todo el personal de servicio, y aún así, quedaría espacio libre. Comentaba sobre como logró expandir su propiedad y la repugnante compra de esclavos, algunos fueron un intercambio, pero de igual manera no soportaba estar ahí, solo pensaba en cómo conseguir acercarme al espíritu.

Nos dirigíamos a una bodega, un poco alejada de la sala principal, cuando el Conde y sentí como me empujaba hasta que puso su bastón en mi cuello.

—¿De dónde conoces a Damien? – Soltó sin más…

—Es mi tío – Respondí como me dijo Damien y Agnés

—¿De veras? Porque a mi no me parece, Damien nunca mencionó a un sobrino lejano y desamparado— Su tono de voz era uno de burla y cada vez más apretaba el bastón. Su sonrisa crecía casi de manera inhumana, ¿quién era este hombre?

—Mis padres eran de otro pueblo y murieron hace dos semanas— Su mirada parecía meterse por mis ojos para ver mi alma, un alma que no era humana y el parecía notarlo.

Pasó el día, con el gran señor presumiendo mis perfectos y blancos dientes, mi estatura y mi piel tan blanca sin ninguna cicatriz, como el lo llamaba, y con la luna llena en la mitad del cielo era hora de partir a la casa del señor Damien. Y probablemente mi momento para acercarme a esa fuente, no sé exactamente que hay en esa fuente aparte de agua cristalina en la que se ve el piso limpio y brillante, parecido a una piscina pero en definitiva al menos una pista debía estar presente en esas aguas aparentemente azules… muy azules.

Habían pasado horas, en la casa del señor Damien todos dormían, el silencio podía absorberte si ese era su deseo, la luna se movió hacia el oeste y era momento de salir. Con toda la cautela del mundo caminé hasta la fuente, estaba oscura y solo la luna se reflejaba, hasta que una ondina turquesa muy brillante entró a la fuente y el momento en el que toda su ala estaba dentro, todo era oscuro de nuevo.

¿Cómo era eso posible si las ondinas eran visibles incluso debajo del agua? Definitivamente esta fuente estaba encantada, salte dentro esperando chocar con el piso poco visible de la fuente y solo esperé pero nada pasó, al abrir mis ojos el destello gigante de azul prusia y parecía un pequeño pueblo dentro de la fuente que parecía no tener nada, nadé encontrando pozos pequeños a donde iban las ondinas y unos metros después, en frente de mi se encontraba el espíritu.

Resaltaba en el gran azul, un tono pálido, destellante, celestial. Era muy impresionante, el tamaño del espíritu debería ser cien veces mayor al mío. Atraído por su divinidad me acerqué, sin pensar en ninguna consecuencia y cuando estuve en frente de el solo notaba su presencia fantasmal, cabellos largos lo cubrían, tenían destellos blancos que lo hacían iluminar más ese pequeño pueblo de ondinas.

Y de pronto recordé que no solo iba en busca de el cabello del espíritu, si no también del agua de lo profundo de la fuente, alejándome despacio nade hasta lo más profundo y era aun más hermoso… era mi hogar, un fragmento de Floder estancado en la tierra, el responsable del gran azul del planeta. Días atrás caminando por los arboles con Limnátides, encontramos un estanque muy pequeño, decorado con flores azules y el agua caía de una pequeña parte del cielo en gotas que llegaban justo al centro del estanque, podría decir que era del tamaño de mi mano y Limátides se acercó observándolo, pero algo en mi mente me hizo tomarlo y aquellas flores solo eran un seguro para una pequeña bolsa, que al tocarla se cerro y se tornó de un color azul zafiro, toda el agua que estaba dentro desapareció y esa bolsa estuvo en mi bolsillo todo el día al sacarla se abrió sola abrazando un alga pequeña y al llenarse, se cerró sola de nuevo.

No tenía noción del tiempo, pudieron pasar horas así que debía tomar el cabello del espíritu ahora o no volvería jamás, me dirigí rápido al espíritu y mi boca actuó antes que mi mente.

-Espiritu, ¿eres tu?-

El espíritu no decía ni una sola palabra, estaba quieto como una estatua, no era el espíritu. No pasó ni un segundo y desapareció y a lo lejos lo veía muy pequeño, nadé como nunca para alcanzarlo era imposible que pudiera irse tan lejos y sin moverse y de nuevo estaba en frente del espíritu, su color más opaco.

⸺ Majestad debe salir⸺ Dijo Limnátides y miré hacia arriba,estaba empezando a salir el sol y era el motivo por el que la pequeña ciudad dentro de la fuente se volvía cada vez más gris. Entonces mis impulsos ganaron, tomé el cabello del espíritu con todo mi puño cerrado y con fuerza tiré de el. Podría ser de las cosas más hermosas que he visto en toda mi vida dentro de ese gris verdoso lo único que resaltaba era el mechón ahora blanco pero aún brillante, podría ser lo único que iluminaba toda la fuente, entonces sin perder más tiempo nadé hacia arriba y justo a tocar la superficie algo me tiró hacia adentro de nuevo.

El espíritu…

Abrí mis ojos y era un hombre, y recordé la visión en ese árbol, era muy parecido a mi padre.



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En el texto hay: cuatro elementos, agua, orion

Editado: 03.10.2024

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