El Hijo del Rey

CAPÍTULO 2.2- El camino prohibido

THEO

 

-Theooo, mira lo que encontré esta mañana en el bosque -me mostró Aalis orgullosa -Es un champiñón con forma de hoja en la parte de arriba.

-Me encanta -le contesté contento al ver una cestita llena de champiñones de diferentes formas - ¿Has traído para comerlo juntos?

- ¡Noooo! -chilló fuertemente.

-Vale, vale -le respondí algo molesto -No me los comeré, para ti todos.

-Oh, perdón Theo. – se disculpó rápidamente al notar mi serio tono -He chillado para que no lo intentes. Solo quería enseñártelos porque me parecen muy bonitas, pero mi familia me ha dicho que son todas venenosas y que ni se nos ocurra comérnoslos jamás si los encontramos.

- ¿Es tóxica? -pregunté más relajado al entender su reacción.

-Eso parece -me afirmó -Mira, he traído alguna más pero que si algún día te apetece comer algo del bosque no lo hagas.

-Muchas gracias -le sonreí feliz al sentir que se preocupaba por mí -Qué linda eres.

-Jeje, mira estas dos son del mismo tipo, roja y amarilla. Esta es blanca con puntitos marrones. Las amarillas son mis favoritas, tienen forma de paraguas, ¿no crees? – me comentó entusiasmada.

- ¡Qué lástima! Alguna de estas me habría tentado – le dije entre risas.

-Pues no te las comas porque son bonitas, pero malas -me pidió dulcemente.

-Gracias por cuidarme Aalis- le espeté sinceramente mientras le agarré tímidamente la mano -Me tengo que ir en nada, ¿Crees que podrías darme un abrazo?

-Oye, no me preguntes bobadas -me regañó gentilmente – Si tanto quieres uno, ven y dámelo tú mismo.

- ¿No lo rechazarás? – dudé sin pensar mucho en lo que decía.

-Pero si siempre te abrazo yo -me miró directamente a los ojos- No tengo motivos para rechazar los tuyos, ¿O sí?

-Perdona, supongo que no estoy muy acostumbrado a esto -le confesé mientras le di un abrazo con muchos nervios.

- ¿Tu padre no te da? – al notar mi expresión, se deshizo del abrazo y me dio uno con mucha más fuerza que el que yo le había dado -Pobrecito, con lo que a mí me gustan y necesito uno cada tanto para vivir. A partir de ahora, te daré muchos más.

-Por favor -le respondí directamente -Sería un honor.

-El hecho de que seas mi amigo es el verdadero honor.

 

En el castillo, estuve vendándome las heridas de hoy producidas por el rey Joaquín. Al parecer le había gustado mucho una técnica del rey Álvaro y, desde que habíamos vuelto, practicaba esa técnica conmigo para practicarla. Hoy me había lastimado más de lo normal y me dolía el cuerpo. No pude esquivar todos sus ataques, todavía era demasiado lento contra él.

 

Unos días después me encontraba aburrido en la habitación sin nada que hacer ahora que no estaba adolorido y el rey finalmente había aprendido a ejecutar la técnica a la perfección. Así que cogí la espada que robamos aquel día que asesinó al vendedor de armas y me puse a repetir los pasos que empleaba el rey para atacar. La postura era más o menos así, los pies se estaban en esta posición, no, con un poco más de distancia entre ellos… Y terminé encontrándome en la postura exacta donde iniciaría el combate normalmente. Después de practicar para hacerla más rápida, comencé con la espada manteniendo en todo momento la postura y sujetándola con fuerza para comenzar a atacar en el aire. Esta parte era muy complicada y todavía no la manejaba bien, así que practiqué toda la mañana.

 

Por la tarde, se me ocurrió investigar un poco el interior del castillo puesto que era muy triste que pese a vivir aquí toda mi vida, apenas conocía el comedor y alguna habitación. Estaba imaginándome algo como callejones oscuros, así que intentaba tocar todo lo que me pareciera que podía ser un interruptor y a repetir los pasos en la mayoría de las habitaciones. No había nada como eso.

 

Recordé un camino que estaba estrictamente prohibido y me pudo la curiosidad. Me dirigí allí directamente con mucho cuidado de que no me viera el rey debido a que a las criadas o soldados les daba exactamente igual lo que hiciera mientras ellos no se vieran involucrados. Al llegar, no había nada más que un callejón sin salida, una pelota y un florero. Fue bastante decepcionante encontrarlo tan sucio, ¿Es que no han limpiado aquí en años?  Además, estaba muy oscuro porque no podía encender la luz y que el rey me descubriera.

 

Así que le di una patada al balón de la rabia que terminó golpeando al florero, abriendo una especie de trampilla por la que me caí. La profundidad fue nula prácticamente por suerte debido a que caí en unas escaleras, pude ver que más adelante estaba la salida y que caí en mala zona.  Subí un poco y efectivamente estaba el camino para ir tranquilamente. Decidí bajar las escaleras para ver adonde me llevaba y había una puerta. Cuando la abrí no terminaba de creerme lo que había descubierto.

 

En el final había un inmerso prado, exactamente idéntico al de Aalis con la diferencia de un árbol. Es decir, que probablemente aquí terminaba el lugar favorito de Aalis, en este castillo. Estaba tan bonito como siempre, pese a parecer que no estaba siendo cuidado. Quizás existía otra entrada, ¿sería simple coincidencia? Se tardaba un rato en llegar desde el castillo hasta su casa en carruaje, así que no me quería imaginar cuántos kilómetros de prado había. Me puse a correr en dirección al árbol que conforme me acercaba, me parecía más y más grande.



#3489 en Otros
#605 en Acción

En el texto hay: pacto, dragones, medieval

Editado: 01.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.