El hombre del bosque

Capítulo 11

Ash.

¿Quienes serán aquellas personas?

Al parecer Herk los conoce ya que los abrazo.

Supongo que se quedarán por las maletas que traen, y porque me dijeron que los vieron escogiendo un cuarto.

¿Que harán aquí?

Todo el día he escuchado cosas como estas, Herk no nos llamó para decirnos nada hasta que terminaron de cenar los demás, sacándonos después a chinita y a mí de la lavandería.

—Las personas que vieron llegar fueron niños que una vez yo rescaté, así como a ustedes —así que mi suposición de que lleva rescatando niños hace años es cierta...

—¿Qué hacen aquí? —pregunta un chico en la otra mesa.

—Vienen de visita. Tenemos muchos años que no nos vemos por lo que se quedarán un tiempo. No tengo problema con que hablen o jueguen con ellos, pero cuando estemos hablando no se acerquen, no escuchen, no pregunten ni interrumpan, o sino harán todos los quehaceres de la casa por seis meses —su voz sonaba aterradora al decir lo último, tal como cuando nos castigó a Georgia y a mi. Sus grandes ojos con ojeras me miraron por unos segundos. ¿Cómo sabía que me estaba viendo? Porque lo sentía, se podía sentir cuando Herk dirigía su mirada hacia ti, lo cual es algo bueno por su falta de pupilas, todo su ojo es blanco como la nieve.

Todos nos quedamos en silencio y asentimos con la cabeza. Un momento después Herk se levantó saliendo de la cocina.

—Terminaron por hoy —escuché a Herk decirme, mire a chinita la cual asintió con la cabeza afirmándome que le había dicho lo mismo.

Fuimos a la cocina para prepararnos un sándwich como todas las noches desde que empezó el castigo. Al terminarlos de preparar nos dirigimos de nuevo al comedor, para nuestra sorpresa Claudia y Mary seguían ahí.

—No esperábamos verlas todavía aquí —les digo sentándome al lado de Mary, mientras que Georgia se sentó al lado de Claudia.

—Queríamos hablar con ustedes, desde que Herk las castigó casi no las vemos y llegan a dormir muy tarde, a veces casi en la madrugada —expresó Mary.

—¿Y de qué quieren hablar?

—Queremos saber que piensan sobre las personas que llegaron hoy.

—¿Qué deberíamos pensar? —habla Georgia con comida en la boca.

—Primero, no seas asquerosa —Claudia miró a Georgia con asco, después dirigió la mirada hacia mí —. Segundo, a nosotras sí nos parece extraño, y más aún porque estuvieron hablando un buen rato aquí en el comedor.

—Yo también los vi hablando —confieso mordiendo mi sándwich.

—¿Escuchaste lo que dijeron? —preguntó Georgia, comenzando a morder su segundo sándwich.

—Eh —me rasque la nuca —, pues no, la verdad no —todas me miraron con confusión —. ¿Qué?

—Nada, solo que nos parece raro que según tú no hayas escuchado nada de lo que dijeron —dudó Mary. Me encogí de hombros.

—¿No quieres investigar si hay una razón oculta por la que estén aquí? —me insistió Claudia. Por primera vez desde que estoy aquí la veo tan curiosa.

—La verdad sí, incluso ya estaba pensando algunas formas de descubrirlo.

—¿Cómo qué? —inquirió Mary.

—Entrar en sus cuartos cuando no estén, escuchar tras la puerta, seguirlos —enumeré con los dedos—. Pero para eso tendría que no estar castigada o tener a alguien que me ayude.

—¿Y  por qué no nos dijiste?

—Porque no tuve tiempo y había una posibilidad de que no estarían de acuerdo.

—Tienes la boca llena de razón y un poco de pan —rio Georgia. Terminó de comer al igual que yo. Me limpie la boca con las mejillas ruborizadas.

—Mira quién lo dice —rodé los ojos, riendo.

—Pues para la sorpresa de las dos, aceptamos ayudarte —afirmó Claudia, sonriendo.

Quedé paralizada. ¿Claudia y Mary queriendo ayudarme a descubrir secretos? Tenía que estar soñando.

—¿En serio?

—Claro —su sonrisa no desvaneció.

—¿Por qué me quieren ayudar?

—Porque al igual que a ti nos dio curiosidad esa gente —explicó Mary.

—Eso no me lo esperaba —Georgia sonrío de lado con la boca cerrada —, hasta que te animas a hacer otra cosa que no sea cuidar niños y andar con tu querido —terminó por sonreír mostrando los dientes, Claudia en cambio le dio una mala mirada.

—No hagas que me arrepienta.

—Uy, pues perdón, no quería hacerte enfadar —aguantó una risa. Mejor decía algo antes de que siguieran.

—Muchas gracias, Claudia —miré a Mary—, a ti también Mary —las dos sonrieron.

—No hay problema.

Herk.

Espero que a ninguno de los niños se le ocurra contradecirme porque hablaba en serio con lo del castigo. En especial con una chica en específico.

Caminé hacia el cuarto que habían tomado Brenda y Sindy, estaba en el segundo piso al igual que el de Peper y Brend.

Estarán ya adultos pero siguen respetando mis reglas, incluso unas horas después de que llegaran fueron a la pared dónde están para recordarlas mejor.

Toque la puerta tres veces, espere afuera hasta que Sindy me abrió, haciéndose a un lado para que pueda pasar.

Me senté frente a dos de las cinco camas que sabía que estaban ocupando mientras esperaba que Brenda notara mi presencia.

Estaba escribiendo en su computadora, su característica ropa grande hacia acto de presencia, una camisa morada con estampado de unos ojos en negro de un anime que una vez me contó junto con un short, el cual no se le notaría si no le hubiera hecho un nudo de lado a la camisa, también llevaba unas medias negras hasta el tobillo.

—¿Esos ojos raros son del anime que me dijiste? —comenté, a lo que ella dio un brinco en la cama, casi se le caen los lentes negros para leer al piso al igual que la computadora.

—Sí, Herk —afirmó agarrándose el pecho, el cual subía y bajaba. Sonrió negando con la cabeza dejando la computadora a un lado —. Me sorprende que recordaras que se llama anime. Y por milésima vez, esos "ojos raros" se llaman sha-rin-gan —habló separando la palabra.



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En el texto hay: suspenso, huerfanos, monstruo

Editado: 07.07.2023

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