Capítulo II: ¿rizos?
Al día siguiente.
Alice estaba en la cocina preparando el desayuno de su familia. En silencio estaba escuchando las noticias que seguían circulando sobre el asesinato que había cometido el famoso Black Star. A pesar de que dichos homicidios no le habían tocado a ella investigarlos, ella sentía que debía ayudar a su departamento ya que su área de trabajo estaba relacionada a esa tasa criminal.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por su esposo que al entrar en la cocina le da los buenos días y seguidamente le planta un beso en los labios. Seguidamente le dice que lo que está cocinando huele delicioso.
- ¿Tus compañeros no han encontrado ninguna pista que los guíe a este Black Star? – pregunta su esposo. El señor Alex es conocido como uno de los mejores abogados de la ciudad y está al tanto de la situación a la que el departamento de su esposa se enfrenta.
- No han logrado hallar algo que nos guíe a saber, aunque sea la edad que tiene este ser. Asumimos que por la brutalidad y agilidad que tiene al cometer los homicidios debe tener aproximadamente unos 25 años y obviamente debe ser un hombre.
- ¿Y crees que los homicidios tienen conexión?
- No lo sé. No le encontramos relación alguna ¿y sabes que es lo peor? Mientras Black Star anda asesinando gente al azar por ahí la tasa de tráfico de niños, trata de blancas y tráfico de órganos en la cuidad ha aumentado un 20%. Nos están desplegando por toda la ciudad para prevenir esto. Quieren que muchos de nosotros nos instalemos en los puertos para detectar cualquier movimiento extraño.
- ¿Y tú consideras que esa es la solución? -preguntó Alex con una mirada comprensiva en su semblante.
- Yo no lo considero lo correcto, creo que debe haber más leyes, analizar cada escena con mayor detalle. El departamento está dividido en tres, los crímenes básicos, los crímenes de la tasa de tráfico y los de este Black Star. Es horrible.
- Me preocupa que todos estos crímenes se desplacen al pueblo, no creo que podamos soportar otra tragedia…
- Yo no considero…
Alice se detuvo al escuchar un ruido en las escaleras y unos pasos apresurados hacia la cocina. Al fijar su mirada en el pasillo vio una pequeña sombra acercarse y pudo divisar que se trataba de Samara. La pequeña niña se asomó por el umbral y dijo “huele a panqueques” y la mamá le dijo que se acercara y probara unos cuantos. Al rato bajaron los dos hermanos vestidos en sus uniformes escolares, difíciles de ignorar ya que se trataba de un pantalón negro, con una chemise blanca cubierta por una chaqueta negra y una corbata de color rojo. A decir verdad, los hermanos parecían gemelos y unos muñequitos de porcelana con sus s impecables y el peinado bien hecho.
- Mami, ¿Cuándo podré ir yo a la escuela? – preguntó la niña con la boca llena.
- Primero, los niños raros no van a la escuela – dijo Antony
- Segundo, los niños que se portan mal no caminan con nosotros – secundo Jason
- Y tercero, el que le vuelva a hablar así a su hermana estará castigado por un año, sin videojuegos, sin amigos y sin televisión – habló el papá y los hermanos chistaron.
- Mi amor, estás muy pequeña para ir a la escuela, necesitas estudiar primero aquí en casa con la señora Smith y después podrás ir a la escuela con tus hermanos… quienes te van a acompañar y cuidar ¿no es cierto? – preguntó y los hermanos asintieron cabizbajos.
- No quiero – dijo la niña con la mirada triste
- Pero si hace un momento querías ir a la escuela
- No quiero estudiar con la señorita Smith, huele raro – hizo un mohín
- La señorita Smith es una excelente tutora para ti mi amor y después de ella vas al colegio.
- Hay que admitir que si usa un perfume un poco fuerte Alice – dice el esposo
- Si, pero esa es la fragancia que le gusta y nosotros no vamos a cambiarlo – a lo lejos se escuchó una corneta – ese es el transporte de ustedes dos. Busquen sus cosas y espero que les vaya muy bien en la escuela hoy – le da un beso a cada uno de sus hijos y los despide – en cuanto a ti… pequeña señorita, vaya a cambiarse que dentro de un rato debe llegar la señorita Smith y papi y yo tenemos que irnos a trabajar.
Samara aceptó sin chistar y subió las escaleras para irse a cambiar. En la cocina se quedó Alex limpiando los platos y Alice pensando que capaz si era una buena opción meter a Samara en la guardería de Harriet, sólo para que se rodeara de niños de su edad. Aunque, para ella era mejor que la señorita Smith la cuidara y le enseñara ya que es una psicóloga del departamento de policías y quiere que estén analizando constantemente a su hija para ver si hay algo extraño o anormal en ella. No porque ella crea que es extraña, sino para ver como maneja las diferentes situaciones cotidianas y como ella maneja sus amigos imaginarios.
Una hora después ya Alice había ambientado el comedor para la mañana de estudio de su hija y al cabo de unos momentos sonó el timbre. Caminando hacia la puerta llamó a su hija diciéndole que su profesora ya había llegado simultáneamente que le abría la puerta a su compañera.
- Hola Alice, muy buen día ¿cómo amaneces? – preguntó su compañera
- Estoy muy bien Sarah. Buenos días para ti también. Pasa, ya sabes que esta es tu casa.
- Muchas gracias Alice. ¿Cómo está Samara?
- Está bien, estoy considerando la opción de inscribirla en la guardería local, pero necesito que me confirmes si es adecuado o si todavía no es momento.
- Vamos a ver como se desenvuelve hoy ¿te parece? Al final de la semana te doy una respuesta concreta. Hay que estar seguras de que su estabilidad y habilidad para socializar estén bien para poder hacer ese gran cambio. Sin embargo, también tengo que evaluar su desarrollo social y educativo.
- Entonces esperaré por tu respuesta. Por cierto, ayer hubo un incidente, fue un momento de desesperación y susto, pero al final de la tarde Samara me dijo que conoció a un amigo. Atribuyo este amigo a su imaginación, pero de todos modos sería bueno que veas porque su mente desarrollo al nuevo personaje.
- Muchas gracias por esa información… Buenos días Samara, ¿cómo amaneces? – dijo Sarah de espaldas y Alice comprendió que su hija estaba detrás de ellas
- Mamá ¡rizos no es imaginario! – dijo la niña con molestia
- Con que rizos ¿no? Cuéntame pequeña, este amigo ¿cómo lo conociste? – preguntó Sarah
- Lo conocí en el árbol de moras
- Y cuéntame cómo es físicamente, cómo apareció…