El viaje hacia lo desconocido estaba lleno de entusiasmo. Arnaldo, Pusen y Chort disfrutaban de la libertad, riendo sobre los eventos que habían dejado atrás. Con el carro robado a Carlos Andrés, avanzaban sin preocupaciones por el camino, emocionados por las nuevas aventuras que les esperaban.
Sin embargo, la alegría no duró mucho. Chort, siempre alerta, hojeó un viejo periódico que había recogido en la última ciudad y se congeló al ver lo que contenía. "Umm… creo que tenemos un problema," dijo, con una mezcla de preocupación e incredulidad.
Pusen, distraído viendo el paisaje, preguntó sin mucho interés. "¿Qué pasa ahora?"
"Tenemos una recompensa por nuestras cabezas," respondió Chort, sosteniendo el papel con fuerza. "Nos están buscando."
El silencio llenó el carro mientras Arnaldo tomaba el periódico para leer los detalles. En él, Carlos Andrés los había acusado de ser los causantes del incendio en la Ciudad Axila, clasificándolos como criminales peligrosos. La recompensa por su captura era suficiente para que cazadores de recompensas o soldados comenzaran a buscarlos.
"Esto es ridículo," dijo Arnaldo, frunciendo el ceño. "Nosotros solo intentamos detenerlo. Él es el verdadero criminal."
Chort soltó un suspiro. "Bueno, si realmente queremos limpiar nuestra imagen, tenemos que resolver esto. Vamos a la comisaría más cercana y hacemos que quiten nuestra recompensa. De paso, podemos poner una sobre Carlos Andrés por todos los crímenes que ha cometido."
Pusen sonrió con diversión. "Me encanta cuando usas tu inteligencia para algo útil."
El grupo llegó a la comisaría en una ciudad pequeña cerca de su ruta. Entraron con confianza y fueron recibidos por un oficial de policía de aspecto cansado. "¿En qué puedo ayudarlos?" preguntó, sin mucho entusiasmo.
Chort, acostumbrado a resolver problemas con palabras rápidas, tomó la iniciativa. "Queremos reportar un caso de explotación laboral de niños. Hay un hombre llamado Carlos Andrés que ha estado usando menores como trabajadores forzados, además de cometer otras atrocidades."
El policía levantó una ceja. "¿Carlos Andrés? ¿El alcalde de la Ciudad Axila? ¿Qué pruebas tienen?"
Pusen intervino. "Nosotros lo enfrentamos porque descubrimos lo que estaba haciendo. Solo queríamos detenerlo, pero él manipuló la historia y nos puso como los villanos. ¿Acaso eso no merece una revisión de las autoridades?"
El oficial hojeó algunos documentos y, tras unos minutos de deliberación, les respondió. "Si realmente sus intenciones eran detenerlo y no causar daño, puedo hacer algo. Reduzco su sentencia a 40 horas de servicio comunitario en la Ciudad Monteblanco en lugar de perseguirlos como criminales. Si cumplen con eso, borraremos su historial de delitos."
Arnaldo suspiró, pero aceptó. "Supongo que es mejor que ser perseguidos."
Chort sonrió. "Mientras podamos seguir con nuestra aventura, cualquier trato es mejor que la cárcel."
Los tres amigos dejaron atrás la comisaría con una nueva misión: cumplir con el servicio comunitario en la Ciudad Monteblanco. A pesar de las circunstancias, la situación era mejor de lo esperado. Se habían librado de la recompensa sobre sus cabezas y ahora tenían la oportunidad de deshacerse definitivamente del pasado que Carlos Andrés había manipulado.
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Editado: 05.06.2025