El trío avanzaba en silencio por los pasillos oscuros del escondite del clan de las Sombras Eternas. El lugar estaba lleno de humedad y olía a moho. Su misión era clara: liberar a todas las personas que habían sido usadas en experimentos muy crueles. Cada paso que daban resonaba en el silencio de los pasillos, recordándoles que no podían cometer ningún error.
Después de caminar por un laberinto de pasillos iluminados solo por la luz tenue de viejas lámparas, llegaron a una gran puerta de metal con un cartel desgastado en el que se podía leer apenas la palabra “Laboratorio”. Sabían que este era el sitio donde se escondían los horrores a los que habían sido sometidas muchas personas inocentes.
Con el corazón acelerado, empujaron la puerta. Dentro se dibujaba una escena de pesadilla. El laboratorio era una gran sala casi en completo silencio, con paredes frías y húmedas que estaban marcadas por manchas y señales de antiguos experimentos. Filas y filas de camillas de metal estaban ordenadas como en un ritual, y sobre cada una se veían cuerpos sin ropa. No solo faltaba la ropa: también se notaban partes del cuerpo que habían sido cortadas. Estos restos humanos contaban una historia de maltrato intenso y de experimentos inhumanos.
Chort, que siempre había mostrado sentimientos fuertes ante la violencia, miró el lugar con gran disgusto. Sus ojos recorrieron cada marca, cada cicatriz y las partes perdidas. El dolor y la rabia se veían en su cara, y ver a aquellas personas reducidas a sombras de lo que alguna vez fueron, lo llenaba de tristeza.
Por su parte, Arnaldo y Pusen parecían más fríos. Ellos recordaban momentos difíciles: como las pruebas de hurine que le hicieron a Joaquín y aquella ocasión en que el clan les había robado la ropa, obligándolos a estar desnudos en público y sintiendo una gran vergüenza. Esas experiencias les habían enseñado a soportar la vergüenza y el dolor; aunque aún lo sentían, ya se habían acostumbrado. Con la mirada fija en el laboratorio, mostraban una calma dura, aunque en el interior se encendía una brasa de enojo.
Mientras caminaban despacio por la sala, observaron cada camilla y cada papel pegado en las paredes. Allí se veían etiquetas con nombres borrosos, fechas que indicaban experimentos continuos y herramientas de cirugía que habían sido usadas sin ningún respeto. Los cuerpos, ya sin vida, eran una prueba muda del maltrato que habían sufrido. El laboratorio no era solo un lugar para estudiar, sino un cementerio de vidas perdidas; un lugar oscuro escrito con dolor y sangre.
Al comprender que todas esas personas ya estaban muertas, el peso de la decisión se hizo muy fuerte. La misión cambió de inmediato: ya no se trataba solo de liberar a posibles futuros prisioneros, sino de acabar con el terror que el clan había creado. La idea de detener de una vez ese reinado de sufrimiento se hizo muy clara. Sin dudar, supieron que si hacían públicas estas imágenes, el mundo se despertaría y se uniría contra tanta maldad.
Con mucha determinación, acordaron que debía reunirse toda la prueba posible antes de actuar. No podían permitir que esos horrores siguieran en la sombra, dando lugar a nuevos abusos. En ese momento, la necesidad de documentar todo se volvió su máxima prioridad.
Salieron del laboratorio, pero antes buscaban un lugar discreto para guardar su herramienta más valiosa: la ispa, que era una cámara muy avanzada en ese mundo. Esta cámara estaba diseñada para tomar fotos incluso en los lugares más oscuros. Con manos temblorosas pero seguras, Pusen encendió la cámara y comenzó a tomar cada detalle del lugar. Arnaldo ayudaba enfocando hacia las camillas vacías, las mesas con manchas y cada palabra que pudiera evidenciar lo que se había hecho allí.
Cada foto era más que una imagen; congelaba un trozo de la terrible realidad del laboratorio, mostrando el grado del mal al que el clan de las Sombras Eternas se había dedicado. Pusen tomó primeros planos de algunos cuerpos dañados, mientras Arnaldo se encargaba de que se vieran también los detalles técnicos, como los registros en pizarras y documentos que hablaban de protocolos inhumanos. Las fotos mostraban la deshumanización total: cuerpos sin partes importantes, cabezas caídas, y miembros arrancados, como si se hubieran ofrecido a una ciencia pervertida.
Mientras tomaban las fotos, Chort permanecía en silencio. Su expresión mostraba el profundo dolor que le causaba ver a la gente reducida a números y restos. Para él, cada foto era un recordatorio de lo que había sido y que debía ser reparado, del precio que pagaron las víctimas de un grupo sin escrúpulos.
Al terminar de tomar las imágenes, la atmósfera en el laboratorio cambió un poco. Se sentía una mezcla de ira contenida, la determinación nacida del sufrimiento y la esperanza de que, al publicar esa terrible verdad, se despertaría a un mundo adormecido. Sabían que las fotos que acababan de tomar eran tan fuertes que nadie podría ignorarlas; servirían para romper el silencio y encender la rabia contra los responsables de tan grave maltrato.
Con la cámara bien guardada, el trío salió de la sala del laboratorio. Mientras caminaban por los oscuros pasillos otra vez, el eco de sus pasos rompía el silencio. Afuera, la noche parecía aún más oscura, como si el mismo mundo lamentara lo que se había hecho en ese lugar. Pero ellos sabían que la verdad no podía seguir oculta. Cada foto, cada imagen tomada, era un paso hacia la justicia y la semilla que podría hacer estallar la revolución.
Ya no se trataba solo de liberar a los que podrían ser usados en el futuro, sino de destruir un sistema opresor que se nutría del sufrimiento humano. Con las pruebas en sus manos, se comprometieron a publicar las fotos, a mostrar al mundo la cruda realidad del laboratorio y a unir a todos aquellos que aún pudieran luchar por la dignidad humana.
Esa noche, el futuro de Monteblanco parecía incierto, pero también un poco revolucionario. La ispa guardaba en su memoria la terrible verdad, y ellos se preparaban para el siguiente paso: enfrentar al clan de las Sombras Eternas y acabar con su mal de una vez por todas. Cada imagen, cada prueba visual, sería el inicio del cambio, el grito de aquellos que no pudieron hablar por sí mismos.
#2426 en Otros
#204 en Aventura
#1843 en Fantasía
#937 en Personajes sobrenaturales
Editado: 05.06.2025