Dos años habían pasado desde aquella última promesa en el puerto. Pusen llegó primero, su mirada cargada de expectativas y nostalgia por el reencuentro. Había esperado este día con impaciencia, contando cada mes, cada semana, hasta que finalmente el tiempo los llevó de vuelta al mismo lugar
Dos días después, Arnaldo apareció
El primer vistazo entre ambos no fue solo de emoción por reencontrarse, sino también de sorpresa. Arnaldo había cambiado
Los músculos que habían crecido en su cuerpo mostraban el resultado de un entrenamiento constante y riguroso. La estructura de su físico no solo reflejaba fortaleza, sino el tiempo que dedicó a perfeccionar su habilidad
Pusen, al verlo, notó que ese cambio le gustaba aún más, como si el tiempo y el esfuerzo lo hubieran hecho más admirable. Aunque nunca lo había pensado demasiado, ver a Arnaldo así le generó un sentimiento que no pudo ignorar
Pero lo que Pusen no sabía era que Arnaldo estaba sintiendo exactamente lo mismo
Al ver a Pusen después de tanto tiempo, también se dio cuenta de cuánto le gustaba
Sin pronunciarlo, sin comentarlo siquiera, los dos compartieron ese instante de reconocimiento
Pero había un objetivo más grande
Esta vez, cuando abordaron el yate para cruzar el mar, no hubo miedo ni incertidumbre. Compraron su pase con el dinero que habían reunido durante el último año, y en sus muñecas llevaban las manillas que les permitirían salir del puerto sin problemas
Los cinco días de viaje transcurrieron sin sobresaltos, pero también sin olvidar lo que estaba por venir. La llegada a Arcana marcaría un nuevo capítulo, el descubrimiento de algo más profundo que el simple trayecto
Y cuando finalmente pisaron tierra firme, lo primero que hicieron fue buscar información sobre lo que había ocurrido en esos dos años de ausencia
Tomaron un periódico
Las primeras páginas hablaban de temas comunes, pero en uno de los artículos apareció un titular inquietante
Últimamente se dice ver al dios Carlos Andrés
Los ojos de Arnaldo y Pusen recorrieron la noticia con detenimiento. Carlos Andrés no solo había formado una secta
Había creado una religión
El peso de esas palabras cayó sobre ellos como una revelación inesperada. Su antiguo enemigo no solo había reunido seguidores, sino que había convertido su propia existencia en un símbolo divino
Se miraron en silencio
Sabían que ese viaje tenía un propósito. Y ahora, más que nunca, tenían razones para seguir adelante
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Editado: 05.06.2025