El Inicio del Reino Lycan (reescribiendo)

Capítulo 5

Comportamientos extraños.

 

 

—El día de hoy tendrán como enseñanza, el uso de los Bastones de Combate —extendió el brazo al frente revelando una barra metálica de treinta centímetros de largo en color negro brillante—. Su trabajo: aprender a luchar con el —En una especie de mecanismo de alguna manera activo algo, dejando que en la parte central de la barra diera un giro leve haciendo que el metal se duplicará de ambos laterales convirtiéndolo en una barra triplicada al tamaño anterior.

 

Sin duda parecía ser un arma práctica y sencilla de manipular. Más por la forma que la General lo hacía ver moviendo entre sus dedos; ágil y grácil. No debía ser tan difícil de manejarlo.

—Así que… —guardo silencio llevando su mirada a la parte trasera de la formación que hacíamos.

Seguimos su mirada hallando a una persona un tanto desconocida al inicio, que luego de examinarla mejor captamos que se trataba de la misma joven que vino con Silvia. La diferencia por la que no la reconocimos a primera vista fue por no tener ninguna tierra en su rostro. Su ropa desgastada fue cambiada por un traje igual al de nosotros, lo que no cambiaba eran esos ojos griseados claros demostrando una mirada cargada de un fuerte orgullo. Su tez pálido contrastaba muy bien con la cabellera castaña oscura con algunas ondas sujetados en una coleta alta. Era sin duda una chica de aspecto fuerte que robó más de una atención masculina detallando su atractiva figura y sus rasgos finos.

 

Aparte, su presencia era algo intimidante, por un rostro serio que no perdió ni cuando todas las miradas estaban puestas en ella. Posicionándose en un espacio vacío, manteniendo el aspecto rígido.

Al verla solo pensé en una posible curiosidad que revele en voz alta haciendo una sola pregunta. —¿Crees que haya hablado con Silvia? —No deje de mirarla pensando seriamente. —Talvez pueda saber algo de...

Guarde silencio notando que la persona a mi lado no me prestaba la más mínima atención. Su mirada se encontraba clavada en la castaña.

—Kaled —No obtuve reacción. —Oye —seguí llamando y seguí sin obtener reacción— ¿Moriste con los ojos abiertos? —bromeé sin volver a obtener respuesta. Suspire llevando mi mano a su brazo, cubierto por la tela de una camisa negra de mangas largas, logrando pellizcar su carne teniendo ahora si su atención, acompañado de unas quejas y un ceño fruncido.

—¡Ay! —llevo de inmediato su mano a su brazo—Por qué me agredes.

—No me estás escuchando —entrecerré los ojos—. Estás más concentrado en la nueva.

—¡¿Qué?! ¡Claro que no! —desvío la mirada soltando una risita nerviosa— Imaginas cosas —también miro a los lados revisando que nadie haya escuchado mis palabras, ni notado su intensa mirada.

 

Mi interrogación hacia él fue interrumpida por la General Aragón que retomó sus palabras volteando la atención a ella.

—Por ahora empezarán con los bastones de practica —señaló un costado de si misma enseñando unos bastones de madera—. ¡Tomen uno de inmediato! —Comprendimos con su grito lo que deseaba que hiciéramos.

Nos movilizamos recogiendo un bastón del mismo tamaño que ella poseía. Luego de eso nos indicó con una corta expresión, seguirla. Así lo hicimos hasta un sector preparado con una especie de maniquís de paja colocadas a distancias de cuatro metros a todo su alrededor.

Ordeno colocarnos frente a cada maniquí indicando lo que debíamos hacer a continuación; el objetivo de esto: destruir la imitación de persona delante de nosotros. Destruirlo solo con los bastones que cada uno sujetaba.

Ese simple acto era el trabajo de la clase de hoy y a mi parecer mostraba ser algo más que sencillo de lograr, después de todo solo era paja

 

Dando el comienzo a empezar, cada uno de nosotros lanzo un primer golpe. La mayoría como yo, creyó ser un trabajo sencillo pero fuimos brutalmente tontos por creerlo…

Lanzando el primer golpe lo único que conseguí fue moverlo un poco y que unas cuantas pajas se salieran del amarre por la sacudida recibida. Me di cuenta entonces que esto no iba a ser sencillo por el duro interior que tenía en el centro.

 

Segundos después de recomponer mi orgullo dañado apreté fuertemente el bastón repitiendo el movimiento, y sí, obteniendo el mismo resultado. No ayudaba en nada la cara que tenía pintada, incluso parecía sonreír en burla por los golpes débiles lanzados.

 

—Sus manos deben estar alejados cincuenta centímetros el uno del otro —indicó paseándose entre cada uno de nosotros. Vigilando y corrigiendo las posturas.

 

Hasta el momento nadie lograba siquiera dañar al maniquí. Kaled incluso golpeaba con fervor consiguiendo solo despeinar su cabello rubio por cada sacudida que dio, terminando con un ligero puchero mirando mal al personaje de paja.

Cada uno mantuvo una especial concentración en el objetivo que la General nos introdujo. Pero esa concentración se vio interrumpida por golpes realmente violentos en la última fila. Todos giramos el cuello hacia la persona de esos sonidos encontrándonos otra vez con la castaña de ojos griseados claros que ahora mantenía una máscara fiera en sus rasgos, con arrugadas en el medio de las cejas haciéndola lucir molesta, aunque nadie sabía a quien se dirigía esa molestia, solo entendíamos que incluso estaba más enojada por cada golpe lleno de ira arrojado hacia el maniquí, consiguiendo un avance de destrucción extraordinario.

 

La paja inicio a desintegrarse. Los fuertes hilos que lo enredaban en diferentes secciones fueron debilitados, soltando varias cantidades, pero aún con todo eso el muñeco mantenía firmeza.

La castaña retrocedió unos pasos, respirando agitada dejando de golpear pero llenándose de una ira incontrolable que se demostró en el agarre al bastón apretando tanto la madera que sus nudillos se volvieron blancos. Temía que si seguía así podría partir el objeto pero no sucedió, en su lugar reunió una cantidad de fuerza en sus brazos y se dirigió con todo. Así partiéndolo de este modo.




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