El Inicio del Reino Lycan (reescribiendo)

Capítulo 12

Situaciones sin sentido

 

 

—Descansemos —propuso después de la caminata de algunos minutos.

Siendo cuidadosas dejamos a Kaled sobre una de las rocas, debajo de la sombra de un árbol. Un rastro de sudor recorría su frente por el esfuerzo de transportarse con un solo pie. Era difícil pese a la ayuda que le dimos sujetándolo de los brazos. Lo revisamos, no existía alguna fractura del hueso en el tobillo. No era grave… desde luego él no pensaba lo mismo.

 

—¿Crees que me vaya a morir?

—¿Crees que morirás por una pequeña herida? —Devolví la pregunta.

—¡No es pequeña! —gritó mirando su pie con un torniquete de tela que Leila le hizo a pedido de él mismo— ¡Me van a cortar el pie!

 

Siendo no muy consientes, los tres rodamos los ojos al mismo tiempo. Nada más que Ómar murmuró un ‘patético’ siendo oído por todos, claro.

Ignorándolo caminé a su lado apoyándome en el tronco del árbol, diciéndole lo que siempre digo. —Estás exagerando —suspiré —.Regresando allá, Marck te revisará y dirá que no es nada de que preocuparse.

Asintió más conforme bajando sus hombros, entreteniéndose con unas pequeñas flores en las orillas de la roca.

 

La curiosidad de saber si realmente le dolía a morir nacía de vez en cuando, pero no podía preguntarle porque no me daría una respuesta seria. Incluso fingiría llorar exagerando, aunque solo analizando sus expresiones no existía nada preocupante. Mantenía una pequeña sonrisa y el brillo de carisma viva en sus ojos esmeralda. Ómar en cambio fruncía el seño manteniendo su mente en sus pensamientos, limpiando su arma de punta con dedicación, y Leila, ella…

—Lo que sucedió hace un momento —Ella tenía ganas de hablar del tema que evité.

—No tengo idea del como hice aquello.

 

Era sincera y al decir sincera debía involucrar también el tema de que si sabía como matar a un Lobo solo con las manos.

Erik en los diversos entrenamientos involucró ese tipo de enfrentamiento contra un lobo. Lo enseñó paso a paso: posicionar las manos, involucrar la fuerza en cierta área, ser rápido y certero, pero… no creí utilizarlo jamás, además de que él mencionó que antes de lograr algo como eso necesitaba de experiencia y constante practica. Obviamente no la tengo. Nunca lo he hecho.

 

Lo peor de todo era esa sensación en el pecho que ahora tenía; un inconfundible miedo... Miedo de mi misma por el actuar despiadado que enseñé. No lo pensé simplemente en esos instantes, solo actué desconectando mi sentido de razonamiento.

 

—Tal vez solo fueron instintos —Se involucró en el tema, ahora jugando con unas piedras formando un círculo. —Recuerdan que Marck nos dijo que tendríamos reacciones de la nada. Pudo ser eso.

Leila negó dos veces. —Es así, pero lo que hiciste no fue un simple instinto —señaló en mi dirección no de forma física—. Ningún tipo de reacción automática vendría con un asesinato experto.

Aunque no me gusta lo lógico de ello, ella tiene razón. Nadie haría lo que hice por simple acción del momento o supervivencia. No, esto no era un tema que se podía dejar pasar, olvidándolo para mañana.

 

Hundiéndome demasiado en mis pensamientos fue Leila la que me sacó acercándose con una mirada serena en sus facciones definidas.

—De cualquier forma sea lo que sea, lo investigaremos. No creo que sea algo grave —sonrió sinceramente apoyando su mano en mi hombro—. No te martiries con el tema. Estarás bien, estaremos bien.

¿Cómo Leila era capaz de leer tan bien a las personas? Inclusive antes de que las mismas sepan que están pensando, porque lo último mencionado era por el pensamiento mínimo de que podía hacerles daño a ellos. Un descontrol posiblemente.

 

Me informé de los descontroles que podía tener un convertido. La manera de informarme técnicamente fue por Marck; explicó los distintos descontroles que podíamos vivir, del más leve al más crítico. Claro que repitió una y otra vez que lo crítico sucedía en casos graves, situación que era imposible que a nosotros nos sucediera.

 

Aparte de ello, por la curiosidad también pregunté acerca de los Lycans, los de sangre puramente Lycan. Interesantemente también podían descontrolarse, solo que diferente a nosotros que existía múltiples leves‐graves formas de hacerlo, ellos solo tenían una y era referente a sus Lobos.

La conciencia del humano, al parecer desaparece y el del Lobo sale a la luz, teniendo este último el control total del cuerpo siendo un peligro, porque la parte animal actúa con más salvajismo. Un carácter, actitud y comunicación mínimos. Bastante interesante.

 

Recordando el carácter me vino a la mente de inmediato la persona que aquí hacia falta.

 

—Oigan —revisé a nuestro alrededor reafirmando que ciertamente faltaba alguien— , ¿Dónde está Lars?

—Es cierto, ¿Dónde está ese bastardo? —Si la escuchara seguramente ganaría un golpe y si recibiera ese golpe se lo devolvería con más insultos.

 

—Yo dejé de verlo desde que dijo que debíamos demostrar por qué nos eligieron como los mejores —Justamente era desde el mismo momento que Kaled dejó de verlo que yo también deje de hacerlo. —¿En serio nos eligieron como los mejores? —sonrió en ánimo.

—Por eso estamos aquí genio. ¿Acaso no escuchaste lo que dijo el gran Rey?

—Lo olvidé después de ver a Minerva apunto de llorar —Después de responder con disgusto giró el cuello mirándome ahora a mi. —Por cierto… ¿Qué te paso? Me asusté cuando parecías asustada apunto de llorar, luego saliste corriendo.

 

Detestaba tener la atención, más siendo la tercera vez en el día y apenas estando en la mitad de la tarde.

—Yo… simplemente tenía ¿prisa? —Dios realmente era mala mintiendo y también actuando.

—Hablaremos después de eso —Hice una mueca interna ante eso. Leila realmente sabía detectar mentiras. Por supuesto también era una gran interrogadora obligando a decirle todo sin darse cuenta uno mismo. —El tema es Lars. ¿Dónde está?




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