El Inicio del Reino Lycan (reescribiendo)

Capítulo 17

 

Facetas distintas de personas diferentes

 

 

 

Elevándose de forma magistral en el aire, aterrizó en un objetivo práctico de ataque, directo para golpear mi cabeza. Elevando igual las extremidades contrarias a las de él, bloqueé su ataque, provocando el impacto entre ambos bastones de madera gruesa.

 

No dio ninguna tregua. Sin sentido de compasión, cambio su ataque hacia los laterales de mi cuerpo. Manteniéndome solo en el área de defensa, evadí algunos y dejé que otros impactaran en el arma de entrenamiento escogido para hoy.

 

Pasando el tiempo, con cada día de práctica: logré alcanzar la velocidad de pelea que tenía Erik. No era fácil hacerlo, él era bastante rápido. Su estilo era muy diferente a los Entrenadores y la General; en realidad su forma de moverse y luchar guardaba elegantes movimientos, pareciendo convertir un duelo en un baile en donde se destacaba con belleza y sutileza, pero incluso por esa parte que enseñaba por fuera sus ataques eran atronadores

 

—Concéntrate —llamó la atención notando que estaba perdiendo el enfoque de este encuentro.

Disculpándome con la mirada devolví un par de ataques no siendo muy efectico.

 

Continuamente fracasaba en llegar a él. Su guardia era impenetrable. Localizando alguna abertura, y yendo por ella, lo notaba por sus sentidos agudos, arreglando la falla, devolviendo un fuerte golpe en represalia… como ahora.

 

Extendiendo una de sus piernas en el suelo, barrió el mismo, solo de mi lado, provocando mi tonta caída de espalda. Sin poder hacer nada.

Estaba cansada. Fueron dos horas de enfrentamiento, con solo unos segundos de descanso donde me indicaba que hacía mal. Era justo el momento de rendirme ahora.

 

—Bien hecho —Desde el suelo lo miré perfectamente de pie apoyando uno de los extremos del bastón contra el suelo. —Continuando de esa forma, estás más cerca de derrotarme —Brindando siempre su sonrisa, tendió la mano que no estaba ocupada a mi dirección

—Pienso que está más lejos que cerca ese día —limpié la tierra de mis ropas—. Pero por ahora quisiera saber como llegaste a ser tan hábil. Siento que nadie podría igualarte. 

Bajando levemente la cabeza, dejó que también cayeran algunos cabellos rojos de su perfecto peinado que no parecía haberse despeinado como el mío.

 

—Soy muy digno de tu alago, mi hermosa guerrera, pero mi estilo de lucha se lo debo a todos los años de práctica que he tenido: reforzando los puntos fuertes y extinguiendo las debilidades.

Pensando en sus palabras mientras limpiaba mi rostro del sudor: cuestioné aún. —Debió haber alguien al principio. Como la General y los Entrenadores que nos iniciaron a nosotros.

Todos los convertidos no sabíamos de pelea que no sea más de puños sin sentido y patadas enloquecidas. Ellos nos pusieron en ese camino. Empezando desde cero, con rudeza, pero aún así, ellos fueron los primeros maestros de mal genio que nos tocó para estar donde estamos.

 

—Mi madre —La repentina revelación fue acompañada de una mirada más significativa y cálida de su parte. —Ella era una guerrera admirable. Única en su nivel y única en su lucha.

Sonaba asombrosa. —Me gustaría conocerla.

—Murió —Oh, vaya.

—Yo… lo siento. No quería…

—Estoy bien —Podría no creer sus palabras pero su mirada afirmaba ser cierto. —Han pasado años desde que se vio forzada a abandonar el plano terrenal. En un principio fue doloroso, claro, pero ahora guardo su recuerdo como una fortaleza a continuar en mi objetivo.

 

Casi siempre debía analizar más de la cuenta sus palabras; no entendía por completo lo que quería decir, como ahora.

—¿Y cual es ese objetivo? Si se puede saber —Iniciamos a caminar, saliendo de ese claro en medio del área verde ubicada en el interior de los muros.

—Cobrar injusticias —Lo miré ligeramente ciñendo la frente. —Mi madre murió injustamente. Ella… —Considero en continuar. —ella no lo merecía. Tampoco nosotros.

Realmente no lo entendía pero tampoco era como sino comprendiera un poco por donde iba la situación.

 

—Venganza —El detenerse completamente en sus pasos y su mirada fija fue intimidante. Descubrir que realmente era así fue superior. —Erik… tú en serio…

—Minerva —su interrupción y la mención de mi nombre en tono serio solo provocó el entendimiento complejo de la situación—. Por favor, no trates de entender algo que no podrás hacerlo. Tampoco busques respuestas de mi parte porque no te las daré ya que mi objetivo no tiene que ver contigo.

Fue rotundo y conciso, sin lugar a objetar… Claro que sería así sino me gustará jugar con mi suerte, inmiscuyendo mis narices en donde no debería.

 

—Aún si no pregunto pienso que no está bien —Quería desviar la mirada de sus ojos celestes pero tal vez si lo hacía pensaría lo débil que eran mis palabras. —No se las razones de lo que sucedió pero la venganza jamás a resultado bien para nadie. Siempre acaba terriblemente mal para uno de los lados y éste lado siempre es el que busco venganza contra inocentes.

—¿Inocentes? —El deje de burla en esa palabra que pronunció me causó algo de escalofrío, al igual que su aroma agridulce volverse completamente agrio. —¿Son inocentes aquellos que decidieron acabar con la vida de mi madre y cazarnos después a nosotros solo por nuestros orígenes? —rio aún comportándose como alguien que estaba perdiendo la cordura— Ellos no son inocentes, mucho menos merecen piedad, ni perdón. Minerva, ellos deben saldar sus cuentas, recibir lo que merecen…

—Sí, deben hacerlo, pero no es tu obligación decidirlo, ni llevarlo acabo.

—¿Entonces de quién es la tarea de hacerlo?

—No lo sé. Pero sí sé, que si vas por ese camino, al final no ganarás lo que crees hacerlo —desvíe la mirada sin poder mirar más esta nueva faceta que veía en él—. No terminarás bien, Erik.




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