El Inicio del Reino Lycan (reescribiendo)

Capítulo 20

 

 

Cuestiones de genes

 

 

 

—Es una locura —lanzó dos golpes al mismo tiempo que alegaba molesta—. ¿Qué mierda piensa alguien tan demente como Demetri?

—Bueno… acabas de decir que está demente, así que… no creo que piense muy bien de lo que digamos —respondió recibiendo bien los ataques de Leila en su contra—. Pero pienso igual: esta loco por pedirte algo así… —dudo mordiendo su labio inferior— aunque no entiendo muy bien que tiene de malo lo que te pidió.

—Ser un Escolta es arriesgado —indicó aún manteniéndose atenta al entrenamiento de lucha que tenían ambos.

Retrocedió dos pasos tomando aire. —Sí… arriesgado —asintió estando de acuerdo, aunque tenía una expresión de duda y vergüenza—. ¿Qué es ser un Escolta?

Rodé los ojos sin contemplación. Leila contrario a mi solo sonrió divertida, respondiendo: —Un Escolta es como un guarda espalda. Y un guarda espalda protege a la persona asignada que le dio este trabajo: cuidándolo de cualquiera que amenaza su vida al punto de sacrificarse y morir por ésta.

Como pocas veces ocurría, lo entendió de inmediato, mirándome alarmado. —¡No puedes ser su Escolta! ¡Es muy arriesgado!

Eso es lo mismo que dijo hace rato, y ahora… Preferí no cuestionar ese detalle.

 

Suspiré. —No es como si pudiera negarme, Kaled —tomé la hoja de un árbol asentada a un lado de mi, sobre el tronco en el que estaba sentada—. Fue una orden, una decisión que Demetri dejó en claro que no quería ser cuestionado —No mencioné el hecho de las defensas que tuve por parte del Comandante y la General.

 

—Es cierto, Demetri tiene el poder, y puede llegar a matarte si te niegas —Esa es la justa realidad. —aunque hay un hecho extraño —sus facciones fieras se tornaron pensantes—, ¿por qué Demetri le otorgaría ese puesto a un Convertido?

No decía lo que realmente quería decir por ser cuidadosa, pero entendía sus palabras, y tampoco me ofendía siendo insinuantes a debilidad, porque la realidad es que nosotros éramos débiles, comparados a los Lycans de pureza absoluta y experiencia mayor.

 

—Tampoco lo entendí. Aparte de que dijo muchos sin sentidos —Deseaba decirle cada palabra que mencionó pero era difícil repetirlas todas.

—Tal vez puede ver el futuro y vio que Minerva sería alguien poderosa.

—¿Y eso que sentido tendría?

—Pues tener a tu lado a alguien poderoso no estaría mal —llevó su mano a su mentón—. Piénsenlo: cualquiera con sentido de querer más, conseguiría a personas fuertes como aliadas, como lo es él Comandante, la General Aragón, tu amigo Erik…. Bueno de tu amigo Erik no se si es poderoso. ¿Es poderoso? ¿Por qué siempre está cerca de Demetri? ¿Es algún especie de General o algo así?

La verdad, no lo sabía exactamente. Erik era demasiado cuidadoso con su vida privada hasta hace poco, ahora que está todo bien podía indagar en esa área curiosa.

 

—Se lo preguntaré cuando lo vea —Quedó más que satisfecho con mi respuesta, caminando hasta aquí para sentarse a mi lado. —Aunque hablé del tema de ser Escolta con él, poco tiempo después de que se me dio la orden.

—¿Y? ¿Qué te aconsejo? —también se acercó quedando frente a nosotros, acuclillándose.

 

—No está de acuerdo con la decisión, pero mencionó que podría tener una ventaja mi nueva posición.

—¿Cuál es esa?

—Los Escoltas al parecer tienen beneficios, como: libertad de caminar por todo palacio, libertad de no asistir a expediciones y… libertad para salir de los muros.

Ambos se sorprendieron por esta última revelación. —Entonces… podrías irte.

—No, no podría. Tendría que volver porque si escapo, irían tras mi cabeza —Era lo natural que lo hicieran. Nadie podía escapar de aquí. —Pero si puedo salir e ir a ver a mi hermano.

Con la información de Erik de una salida libre que tenían los Escoltas de inmediato pensé en Alejandro. En la posibilidad de poder verlo. Después de todo ya había pasado más de un mes desde la última vez.

 

—¿No dijiste que te odia? —comentó a la ligera junto a mi.

—Gracias por recordármelo, Kaled.

Sonrió parpadeando en inocencia. —De nada —volví a rodar los ojos por su falta de entender el sarcasmo y negando por la baja risa de Leila.

 

—Sé que no quiere verme pero… es mi hermano. Y es importante para mi. No puedo simplemente rendirme, y fingir que ha dejado de existir.

No puedo. No podía hacer algo así. Yo fui la que lo cuido la mayor par de su vida. Yo le juré a mis padres protegerlo cuando se marcharon. Yo era la mayor entre ambos y debía ser la más madura.

 

—Bien, sí es así, entonces no te quedan muchas opciones más que utilizar las que están sobre la mesa —Una parte de mi se alivio al oír su apoyo. —Pero aún así, debes tener cuidado con Demetri. Estarás más cerca de él, viendo en primera fila porque lo catalogan como un ser sádico. Deberás estar lista para ver ese lado de la realidad.

Claro que tenía razón. Ese era uno de los hechos que me causaban una parte de los temores, aparte de la posibilidad de morir para salvarle la vida.

El último ocupaba la mayor de mis preocupaciones. Existía riesgos como beneficios en ser un Escolta.

 

—Lo sé, e intentaré ser fuerte —No sabía lo que vería cuando tomaría mi nuevo puesto; cerca de alguien como Demetri. —Espero que no sea peor de lo que se dice que hace el otro Rey Aren.

Un chasquido de dedos resonó en el silencio cómodo que se desplazaba en el área verde dentro de los muros. —Ahora que recuerdo —miró al frente atentamente—. Cuando fui secuestrado me hice amigo de alguien muy interesante.

Esperamos a que continuara con la historia pero no lo hizo. Solo se quedó en modo concentrado sin dejar de mirar al frente, dejándonos así sin más.

—¿Y?

—¿Y qué? —volteó a mirarnos confundido. Y antes de responder de forma no tan violenta, se me adelantaron de forma suavemente divertida.




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