El Inicio del Reino Lycan (reescribiendo)

Capítulo 34

 

 

 

Una tensa calma y un lazo roto

 

 

 

—Es una pena que no suceda la unión con mi Señor —suspiró en lamento—. Estaba emocionada de tener a alguien con quién charlar. Aparte de que se necesita a una fuerza femenina entre las favoritas.

Intentando no ir por el tema de unión del cual yo estaba realmente aliviada de que no sucediera, me concentré en lo segundo que mencionó.

 

—¿Fuerza femenina? —pregunté, ante ella sentada delante de mi, sobre la cama de su habitación, arreglando mis uñas.

—Algunas favoritas de mi Señor tienen distintas ambiciones. Muchas veces llegan a discutir acaloradamente, e incluso una vez se arrancaron varios mechones de cabello y se arañaron entre ellas —rio—. Fue divertido de ver.

Podía notar mejor como Valeria podía ser bastante amable, pero también un tanto cruel de una manera… interesante.

 

—¿Por qué sucedió eso?

Encogió sus hombros, tomando una pequeña tela suave húmeda para pasarlo por mis uñas y alrededor de las mismas.

 

—Hay cierta competencia entre algunas. La ambición que tienen suelen ser muy fantasiosas —frotó mis dedos—. Una favorita debe tener siempre presente que no escalará a otro nivel. No puedes pensar que a la persona a la que sirves, algún día cambiará de opinión y te pondrá a su altura. Ese es un error común que ronda entre algunas, y los celos de esa posición que jamás tendrán es lo que desestabiliza muchas veces ese espacio.

Oh, comprendo.

Pero…

 

—¿Y, tú? Nunca has soñado algo como eso —meditó un segundo la pregunta.

—Cuando era mas joven, alguna vez lo pensé. Pero, tan rápido como subí me obligué a bajar; debía ser consciente del puesto en el que estaba. No podía vivir de ilusiones. Adoro mi paz mental.

 

Hasta ahora, sin siquiera conocer a las demás favoritas, estaba segura que Valeria era la más razonable. Y probablemente gracias a ello, Demetri debía tenerla en alta estima. Hasta sentía que ella dirigía a las demás. Sin abusar de la gracia de su Señor, por supuesto.

 

—¿Te gusta este lugar? ¿Ese... deber que tienes? —Cuidé mi tono. No quería insultarla.

 

—Es un honor servir a mi Señor, Minerva. Yo no estoy hecha para historias románticas. Rompieron mi corazón una vez. La experiencia bastó para no querer que lo hagan de nuevo —Detuvo su acción en mis dedos, levantando su mirada brillante hasta la mía con una sonrisa peligrosa. —Por supuesto, jamás se debe comparar un fallido romance con otra historia que recién inicia. Como la del Comandante y la tuya. ¿Quién imaginaría ese escenario tan dramático?

Sentirme acorralada entre su habitación y sus atentos ojos, debía ser normal hasta estas alturas. No solo por ella, sino por todo palacio donde se rondó toda la semana ese chisme.

 

Con cualquiera que me cruzaba podía notar su mirada examinadora.

Como si se preguntaran: “que rayos ven en alguien así para tener primero a su Rey pidiendo una unión y ahora a su Comandante cortejándola con la aprobación del primero”

 

¡Era de locos lo que sucedía! Parecía el drama de alguna especie de familia adinerada y bastante moderna para una época en la que ellos se estancaron.

Muy alocado.

 

—Sinceramente, no quería casarme con su Majestad. Yo no siento nada por él —“Más que infinitos sentimientos negativos”

 

—Ay, eres una persona bastante romántica al parecer.

La observé, extrañada—¿Romántica?

—¡Por supuesto! —exclamó— Preferir un amor sincero y estar con alguien por una unión de amor de ambas partes es de alguien romántico.

 

La mire más extrañada ante ello. —¿No es algo normal querer algo así?

Finalizó justo ese instante con el arreglo de mis dedos. Irguiendo su postura, mirándome un segundo demás, como si analizará mi preparación a una respuesta que daría.

 

—En este tipo de lugar, no. Todo se vuelve política en estatus como el nuestro —suspiró—. La mayoría de las favoritas de mi Señor, incluyéndome, son más por un tema de alianza con otras manadas. Los temas de Gobierno y sus cercanos son así. No tienen la posibilidad de vivir algún romance de cuentos de hadas. Todo es política.

 

Si era ciertas sus palabras… qué significaba el cambio de decisión de Demetri y la aceptación entre su Comandante y yo.

Sabía que Demetri me quería a su lado por el poder que proclamaba ver en mi. Pero si ahora estaba con Seth, significa que estaba al alcance de sus manos de igual modo.

 

Era solo una manera de tenerme cerca. Lo que aceptó, era solo por eso.

Pero para Seth…

Sabía que no solo era por ello. Él había demostrado que nada tenía que ver lo diferente que era. Él realmente me quería, como yo a él.

 

—Vengo de un mundo humano, y en ello las cosas no se manejan de ese modo.

Sonrió, quitando algunos mechones negros sueltos de su peinado recogido—. Eso es algo bueno. También lo es que el Comandante parece estar realmente encantado por ti. Nunca se había atrevido a retar a la persona que lo crio. Él siempre ha sido bastante leal.

Conocía del hecho a detalle y exagerados rumores.

 

El día siguiente de lo ocurrido, despertar en un lugar agradable, donde mis músculos no sufrieron por una superficie dura. Tuve que ser muy consciente de lo que había sucedido entre Seth y Demetri.

Enterarme por medio de conversaciones entre algunos soldados fue suficiente para tener una idea. De como su gran Comandante había retado a su fantástico Rey.

¿La causa del reto? Una simple Convertida que hasta pensaban que era alguna bruja que los hechizó.

 

Y esos rumores no solo estaban entre los soldados. Los convertidos que regularmente pasaban por comedor, también lo creían y seguían esparciéndolo como una plaga.




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