El Inicio del Reino Lycan (reescribiendo)

Capítulo 39

 

 

Coronación sangrienta

 

 

 

—Silvia… Por favor, detente —suplicar de esta manera era lo único que podía hacer ante la escena que tanto temía que sucediera—. No hagas esto.

Temblé ante la cuchilla común en su poder, traspasando un poco de la piel del cuello de mi hermano; al que retenía con su otro brazo, inmovilizándolo desde la espalda.

Estaba aterrada ahora. Completamente aterrada.

Serenar mis sentimientos todo el camino hasta el territorio de Aren fue una lucha difícil. Me apresuré tanto como pude para llegar hasta aquí. Llegar antes de que el desastre se desatará… Lo logré de cierta forma.

 

Con la ayuda del caballo de Seth; el camino recorrido fue corto. Debió ayudar bastante lo cerca que también estaba el palacio de la Luna. Eso tuvo que ver bastante, pero aún así mi llegada fue justa como tarde.

 

Pisando territorio contrario, noté desde lejos la gran seguridad que existía. Había algo anormal en el ambiente y se confirmó ante las luces vibrantes de todo el pueblo alrededor del palacio que festejaban algo.

Creí que se trataba de la Noche del Lobo, pero después de infiltrarme con unas carretas que llegaban desde otro lado. Confirmé lo equivocada que estaba.

No celebraban como evento principal el día más esperado en un siglo, no. Lo que festejaban era la coronación del Rey Lycan. La coronación oficial de Aren Darkcrown.

 

La sorpresa de ese hecho, se entrelazó con tantos sentimientos, entre alegría y confusión. No tanta confusión, luego de pensarlo cuidadosamente, mientras me camuflaba entre los habitantes del pueblo, rebosante de visitantes desconocidos de otras manadas...

 

Aren tenía al último miembro del concejo Lycan. Era lo único que necesitaba para que sea coronado. Era normal que esto sucediera, y estaba bien, eso significaba que Aren podía tener más apoyo del resto. Porque estaba legítimamente tomando el poder. Uno que lo correspondía, pero…

“El ataque al territorio de Aren por orden de Demetri"

“…Esta noche”

 

Las palabras de Erik es por lo que estaba aquí. Por lo que aún no había sucedido, pero estaba por pasar en cualquier momento.

Iba a suceder. Igual que…

Mi hermano.

 

Asegurando la tela oscura sobre mi cabeza para cubrir lo suficiente mi aspecto, observé el palacio.

Debía llegar antes. Debía alertar a Aren y detener a Silvia.

 

Así fue como me infiltré al palacio por la parte de una servidumbre ajetreada.

No llamar la atención no fue tan sencillo. Después de todo tenía el vestido de esta noche con rasgaduras y la piel sucia por todo el camino improvisado.

No fue fácil. No fue fácil pasar desapercibida ante unos guardias que me notaron sospechosa. Y no fue tan fácil llegar al salón principal.

Otra creación esplendorosa que no tuve el tiempo para detallar el aspecto. No al venir corriendo por un lado y percatarme a lo lejos del salón repleto, a mi hermano bien arreglado, bailando con Sofía que reía plenamente feliz.

 

El suspiro de alivio por verlo después de tanto y ver que estaba sano y salvo, no duró lo suficiente.

No ante Silvia de lejos, acercándose a Alejandro con algo brillante escondido entre los pliegues de un vestido rojo oscuro.

 

En medio de empujones entre todos los invitados, ignoré toda la atención que sobrepuse sobre mi. Mi atención estaba solo en mi hermano.

De la misma manera en el que iba a ser pisoteado por los caballos de los Lobos esa vez. Gritando también su nombre como esa vez.

Pero… no tuve la misma suerte de alcanzarlo esta vez. No lo logré…

 

Silvia llegó primero. Deteniendo mis pisadas al desnudo, y deteniendo el bullicio del salón al notar lo que ocurría.

Lo que ocurría acerca de la persona con la que desde siempre discutíamos, tenía el filo de un cuchillo en la garganta de mi hermano.

 

—Silvia —No fui yo la que llamo esta vez.

Aren lo hizo. Apareció de un lado del resto que se amontonaba a nuestro alrededor, observando alerta a través de varios guardias que tomaron posición de todos los flancos: apuntando cada arma a nosotras.

 

El hermano de Demetri no solo pronuncio su nombre. Si no, mostró una severa preocupación y elevó la mano hacia los guardias, pidiendo que retrocedieran, permitiendo que él se encargara de la situación. 

 

Al contrario del resto, yo no lo obedecí. No lo hice, pese a ponerse unos pasos por mi delante, alzando el brazo en medio de mi y lo que sucedía por delante.

—Minerva —El llamado de susto de mi hermano activó aún más mis instintos.

No ayudó nada el miedo que sentía de parte de Sofía que sin notarse, se agarro a la pierna de Aren, temblando bastante.

 

—Silvia, escucha —llamé concentrándome en ella—. No sé lo que acordaste con Erik. No sé como es que lograste…

¿Engañarme…? Ella me engaño todo el tiempo, ¿no? Mintió acerca de un nuevo comienzo. Mintió desde…

 

La lágrima nítida que se desplazó de uno de sus ojos interrumpió todos mis análisis. La siguiente y la siguiente, conmocionó aún más mis sentimientos, sin entender que ocurría.

¿Como es que tenía a mi hermano como rehén, amenazando su cuello y después llorando en silencio? Llorando puramente real.

—Lo siento, lo siento, lo siento. En verdad no quiero… —susurró una y otra vez, sin detener las lágrimas— Minerva… —sus nudillos se volvieron blancos y su mano empezó a temblar— no puedo… No puedo controlarlo más.

Fue como una presa que se terminó por quebrar. No lo entendía, pero supe que el horror apenas empezaba ante sus ojos grises oscuros tornarse completamente blancos y la expresión de arrepentimiento volverse a uno de piedra. Sin emociones, sin sentimientos y sin control, igual que una…




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