Ese instante, cuando la sangre se me espesa por las venas con el corazón en un duermevela eterno, esas miradas como piquetes de avispas que se prenden en nosotros. Acosados sin descanso por esa jauría de voces de palabras que murmuran.
A las personas tan sólo afrontas con palabras, a los problemas tan sólo guardas con lágrimas.