El intercambio

Capitulo 11

Me levanto un poco más temprano de lo habitual y decido salir a trotar un poco para poder despejar mi mente. Desde muy pequeña siempre he tenido el hábito de hacer deporte. Recuerdo que siempre acompañaba a mi hermano a entrenar y gracias a él fue que cree este hábito.

Entro a la casa de Lukas y estoy dispuesta para hablar con él y decirle que voy a regresar a la residencia. Me gusta estar viviendo con él, pero siento que puedo llegar a ser una carga.

—¿Por qué no me despertaste? —hace un puchero.

—Te vi tan dormido y me dio pesar —le doy un corto beso —Lu, tengo que hablar contigo sobre algo.

—Yo también tengo que decirte algo importante, Christy.

—Tu primero.

—Tu primero —se ríe —Siempre he dicho que las damas primero.

—Es que... creo que voy a volver a la residencia y lo haré esta tarde.

—¿Qué? —veo que frunce el ceño.

—No quiero ser como un estorbo —explico —Y tengo todo en ese lugar.

—Bien —camina hacia la sala.

—Lu, ¿qué me vas a decir? —me acerco —¿Estás molesto?

—Voy a salir a comprar unas cosas —me ignora por completo y sale de la casa.

Me siento en la sala a pensar un rato la razón por la cual pudo molestarse y decido llamar a mi mamá para que me dé algún consejo.

—Chris, hola.

—Mamá, necesito un consejo. ¿Te acuerdas de Lukas?

—¿Tu nuevo novio?

—No es mi novio —suspiro —Desde lo que sucedió con Logan he estado quedándome en su casa y hoy le dije que regresaría a la residencia y al parecer se molestó.

—Si se molestó es porque tú le importas de verdad, hija —yo sonrío —Un buen hombre siempre se va a preocupar por la chica que le gusta.

—Yo lo invité conmigo para ir a Long Beach —digo en voz baja —Quiero que lo conozcan y que él los conozca a ustedes.

—Pues nosotros estaremos agradecidos con él. Con lo que me dices siento que ya me agrada. Está cuidando de mi pequeña niña.

—No soy una niña.

—Hija, dale un tiempo y verás que luego podrás hablar con él sobre lo que sucedió.

—Gracias. Saluda a papá.

—Con gusto lo haré.

Cuelgo el teléfono y entro a darme un baño para arreglarme por si Lukas decide aparecer.
Me pongo una sudadera y un top que le hace juego a mi sudadera. No quiero arreglarme mucho.

La puerta se abre y volteo a mirar para ver si es Lukas, pero se trata de Marcus. Al parecer él también salió a entrenar porque está todo sudado.

—Hola, Marcus.

—¿Cómo estás?

—¿Sabes algo de Lukas? —ignoro su pregunta —Le dije algo y al parecer se molestó y no quiere contestar mis mensajes.

—Tú le importas mucho —se acerca —No creo que se enoje por mucho tiempo. ¿Puedo saber que le dijiste?

—Le dije que voy a regresar a la residencia porque no quiero sentirme como un cargo.

—Para Lukas no eres un estorbo o algo por el estilo. Soy su mejor amigo y te aseguro que nunca había visto a Lukas tan feliz hasta que te conoció.

—¿De verdad? —no puedo evitar sonreír.

—Te lo digo muy en serio.

—¿Entonces que debo hacer?

—Espera a que él regrese —se encoge de hombros.

—Gracias, Marcus. ¿Quieres algo para desayunar?

—No, gracias. Solo me comeré una manzana.

Me quedo sentada en la sala y le marco a Lukas a su celular y rechaza la llamada.

Decido buscar el supermercado más cercano. Quiero preparar galletas para cuando él llegue y tener un detalle con él. O tal vez pueda hacer una cena para los dos, aunque no me quiero esperar hasta la noche para darle algo.

Me voy caminando al supermercado y veo a dos hombres en una moto, se están acercando a mí. Uno de ellos se baja de la moto y acorrala en un callejón.

—Danos todo lo que tengas, niña —me empuja hacia la pared.

—No tengo nada —mi corazón comienza a acelerarse.

—Eres una niña con dinero —me vuelve a empujar, esta vez con más fuerza.

—Yo opino que deberíamos de hablar con nuestro jefe —habla el otro —Nos puede hacer ganar mucho dinero.

—No la asustes —habla el que me tiene acorralada.

—Déjame ir, te lo suplico.

Se queda viendo mi collar y yo niego —No, por favor.

—Dame el collar.

—No, el collar no. Me lo dio mi hermano y ahora está muerto.

—Y tú también vas a estarlo, si no me das el collar —lo toma en sus manos y lo arranca —Adiós.

Se suben en la moto y se van a una velocidad inexplicable.

Veo el supermercado y entro lo más rápido posible. Las personas me miran de una manera extraña y es porque estoy llorando como nunca en mi vida.

—¿Te sientes bien? —una señora mayor se acerca a mí.

—Acaban de robarme y estoy muy asustada.

—Tranquila, nena —me da un abrazo —¿Quieres algo de tomar? Yo te invito.

—Tranquila, es usted muy amable.

—Te puedo llevar de regreso a casa —sonríe —No creo que quieras devolverte caminando.

—Gracias.

Le digo que voy a buscar la mezcla de galletas y ella dice que me acompaña, pues no tiene ningún problema.

Es una señora bastante amable, me cuenta que lleva viviendo en Stanford toda su vida y jamás ha tenido un inconveniente por un robo. El único problema que ha tenido es que una vez una ambulancia la estrelló.

—Gracias —le sonrío a la cajera.

La anciana me guía hasta su auto y yo le doy las indicaciones de la casa de Lukas, que por cierto, espero que esté en casa porque lo que menos quiero es estar sola después de lo que me paso.

—Aquí vivo —ella detiene el auto —Muchas gracias.

—Fue con mucho gusto.

Entro a la casa y veo que no hay nadie. Me miro en el espejo y no puedo evitar volver a llorar cuando veo que ya no tengo mi collar y que nunca más lo voy a volver a ver.

Voy a la cocina y comienzo a hacer las galletas para cuando Lukas llegue, incluso para cuando Marcus llegue. Él también se ha portado demasiado amable conmigo y tengo que agradecerles de algún modo.

Miro mi celular y veo que Lukas ha visto todos mis mensajes y no ha contestado ninguno. Le marco varias veces y tampoco obtengo respuesta.




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