Hoy es el cumpleaños de Naomi y sus padres nos han invitado a celebrarlo en su casa. Lo único que no me convence del todo es que su padre vaya a estar allá. Y la razón es que Lukas y su padre no se llevan para nada bien por razones que él aún no ha sido capaz de contarme.
Estoy tardando demasiado en arreglarme, y seguro que ya casi es hora de marcharnos. Puede que esté invirtiendo más tiempo de lo habitual porque en el fondo estoy nerviosa y tengo miedo de cómo saldrán las cosas.
—Amor, ¿sigues viva? —grita Lukas desde la habitación.
—Sí, ya casi estoy —respondo, y me cepillo los dientes una vez más.
—Voy a darme una ducha rápida, pero después tenemos que irnos si quieres llegar allí a tiempo —me informa cuando abro la puerta.
—Vale, vale, me vestiré mientras te duchas.
Me acerco al armario y me quedo viendo la ropa que tengo. Decido ponerme un vestido negro con unos zapatos del mismo color.
—¡Mierda! —se queda viéndome.
—¿No me veo bien?
—Te ves jodidamente sexy —guiña su ojo —Le daré un golpe a la persona que te volteé a mirar.
—Gracias, Lu —le doy un corto beso —¿Tú que vas a ponerte?
—Lo de siempre.
—Estaré afuera con Marcus —le informo.
—Como quieras —responde con una sonrisa de superioridad, y salgo de la habitación.
—Qué linda te ves —me alaga Marcus.
—¿Seguro? —digo nerviosa —¿Y si voy demasiado elegante?
—Créeme, no tienes mal aspecto en absoluto
Lukas sale del cuarto y todavía lleva el pelo mojado, aun así sigue viéndose perfecto. Lleva puesto un jean y una polo negra.
Durante el camino a casa, todos vamos en completo silencio. Es más que evidente que todos estamos nerviosos por lo que pueda pasar entre Lukas y su padre.
Solo quiero que la noche transcurra en paz.
Lukas sale del vehículo y se baja para abrirme la puerta, es tan caballeroso. Lo cojo de la mano para intentar tranquilizarlo, y él me mira con una sonrisa leve pero evidente. No llama al timbre, sino que abre la puerta y entra.
Kimberly está de pie en el salón con una radiante sonrisa de bienvenida, tan contagiosa que hace que me sienta un poco mejor.
—Gracias a todos por venir —dice Kimberly mientras se acerca a darme un abrazo.
Veo que el Brad se acerca a nosotros y la mano de mi novio se vuelve un poco más tensa, de inmediato le paso el pulgar por su mano y eso parece relajarlo un poco.
—Chris, qué alegría verte —sonríe.
—Lo mismo digo —digo, educada.
Al fin veo a Naomi y salgo corriendo a darle un abrazo a mi mejor amiga, y por supuesto para entregarle su regalo de cumpleaños.
—Cuñada, qué linda te ves —Neil coquetea conmigo.
Lukas se viene caminando hacia nosotros y pone sus brazos alrededor de mi cintura para atraerme hacía él y darle una mirada a su hermano.
No me sorprende encontrar la mesa perfectamente dispuesta con su mejor vajilla de porcelana, la cubertería de plata bruñida y unos elegantes servilleteros de madera. Con unos platos de entremeses ordenadamente colocados. La comida es Carne, puré de papa, arroz verde y ensalada.
—¿Alguien quiere algo de beber? —nos pregunta Kimberly —He comprado un vino delicioso.
Veo que Lukas le da una mirada de desaprobación y lo entiendo a la perfección.
Por ahora lo único que se es que Brad solía ser un alcohólico y Neil siguió sus pasos.
Cuando regresa con la botella abierta, me planteo pedirle que me sirva una copa para ver si así se me pasa esta incómoda sensación en el estómago, pero finalmente decido no hacerlo.
Marcus me mira y sé que está tan incómodo como yo.
—¿Y qué quieres hacer esta noche? —decido romper el silencio incómodo.
—Quiero celebrar en grande —comienza a decir —Me gustaría ir a una discoteca más tarde.
—Buena idea, hermanita —Neil sonríe.
—Chris, ¿quiere un poco de vino? —me ofrece Brad.
—Ella no bebe —se adelanta Lukas —¿Tú quieres una copa de vino, papá?
Todo el mundo lo mira con unos ojos como platos y
la boca abierta. Yo le doy un apretón en la mano en un intento de hacerlo callar, pero él continúa con una sonrisa que no me gusta para nada.
—¿Qué? ¿No? Venga, seguro que quieres una. Sé que lo echas de menos.
—¡Lukas! —Naomi abre los ojos.
—¿Qué pasa? Solo estoy siendo una persona amable. ¿Eso no es lo que querías, hermana?
Observo a Brad y veo que se debate entre morder o
no el anzuelo de su hijo; no sabe si dejar que esto se convierta en una gran discusión.
—Lukas, basta —susurro cerca de él —No le hagas esto a tu hermana.
—Tranquilos, no pasa nada —Brad al fin habla.
—Nunca pasa nada —Lukas continúa con la discusión.
—Sé que solo estás furioso —añade Brad—Así que
adelante, di lo que tengas que decir.
No debería haber dicho eso. No debería haber
tratado las emociones de Lukas con respecto a esta situación tan a la ligera, como si solo fuera la opinión de un niño al que apenas tiene que aguantar un momento.
—No estoy furioso —se ríe —Solo me molesta que hagas como si nada hubiera pasado. Todos aquí sabemos que eres una mierda de persona.
—Te estás pasando de la raya —le advierte su padre.
—¿Ah, sí? Y ¿desde cuándo decides tú dónde está el límite? —lo desafía él.
—Desde que esta es mi casa. Por eso puedo decidir.
Lukas se levanta de la mesa. Lo agarro de la mano, pero él se suelta con toda la facilidad del mundo.
—Lukas, no lo hagas —le advierto.
—Creí que ya habías madurado, Lukas. Me doy cuenta de que sigues siendo un niño que no sabe superar las cosas.
—No voy a superar una mierda. Tú para mí no existes, no te voy a tener presente nunca en mi vida.
—¡Cállate! Es el cumpleaños de tu hermana y lo estás arruinando por completo y todo por querer andar buscando pelea.
—¿Yo lo arruino? —se señala —Tú fuiste el imbécil que se emborrachaba todas las putas noches. Por tu culpa, mamá tuvo que trabajar más de lo normal. Tenía que sostenernos a nosotros tres, incluso a ti que no lo merecías.