¡Maldita sea! Estoy furiosa con Lukas.
¿Por qué tenía qué mentirme?
¿Por qué me hace esto justo antes de irme?
Las lágrimas comienzan a salir y le doy un golpe a la pared que hace que me salga sangre de los nudillos.
Le marco por milésima vez y no me contesta la llamada.
La puerta se abre y veo que Neil entra con una caja de pizza.
—¿Qué pasa? —suelta la caja y se acerca.
—Tu hermano —comienzo a llorar —Me mintió, se fue de fiesta y ni siquiera contesta mis llamadas.
—Estás sangrando —mira mi mano.
—Déjame morir desangrada —me tiro en el sofá.
—Lo llamaré.
Neil se sienta a mi lado y le marca a Lukas, pero tampoco le responde.
—Chris, no sé qué decirte —se ve confundido —¿Te llevo a un hospital para que te revisen la mano?
—No.
Me levanto y me limpio la sangre para luego envolver mi mano en una venda que hace que la sangre se detenga.
—¿Por qué me hizo esto? —me recuesto en su hombro.
Neil se queda viendo su celular y luego me mira varias veces. Me acerco a él y veo lo que está en la pantalla de su celular. Es un video de Lukas bailando con una chica, están bastante pegados y él tiene una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Dónde es esa fiesta? —le pregunto —Voy a ir a matarla y también a él.
—Yo también lo mataré cuando llegue a casa —me dice —No sé en donde está, Chris.
Siento un dolor en el pecho y seguido esto siento que mis ojos están a punto de cerrarse.
—Chris, respira —Neil me recuesta en el sofá.
—Neil, me siento muy mal. Creo que me va a dar un infarto.
Neil sale corriendo y regresa con un poco de alcohol para que lo huela y eso es lo único que logra que yo vuelva a reaccionar.
—¿Estás bien? —me mira.
—No —rompo en llanto —¿Por qué me hizo esto?
—No lo sé —me abraza.
—Dime la verdad. ¿Estoy gorda? ¿Fea? Porque no encuentro una explicación para que me haya dejado.
—Estás hermosa, Chris. Deja de pensar en esas cosas y espera a que él te dé una explicación.
Lo abrazo como si mi vida dependiera de eso y continúo llorando por unos minutos más.
—Come algo de pizza —me entrega una.
—Gracias —le doy un mordisco.
—Lo mataré por hacerte esto.
—No lo quiero volver a ver nunca más —vuelvo a llorar —Yo también quiero irme de fiesta. Me quiero emborrachar hasta perder la consciencia.
—Viajas en dos días —me recuerda —No quiero que vayas a arruinar tu carrera por una borrachera.
La puerta se abre y voltea a ver, esperanzada de que sea Lukas, pero son Marcus y Naomi. Ella se acerca corriendo y me da un abrazo.
—¿Qué paso?
—Estábamos bien —les explico —Me dijo que iba a hacer una cosa y resulta que se iba a ir de fiesta.
—Es un idiota —me abraza Marcus —Lo siento mucho, linda. Desconozco a Lukas en estos momentos. Él jamás haría algo así como esto.
—¿Qué te paso en la mano? —pregunta Naomi.
—Nada, solo me di un golpe.
Neil me mira y yo niego con mi cabeza de manera sutil.
—¿Quieres helado? —pregunta Marcus —Es lo que comen las chicas cuando están en depresión.
—¡Marcus! —lo regaña Naomi.
—En realidad quiero irme a dormir —me levanto del sofá.
Voy a la habitación y me tiro en la cama. Las lágrimas se me vienen de inmediato. Me cubro la cara con la almohada para que no me escuchen llorar. Necesito estar sola, quiero salir a dar una vuelta en mi auto, pero quiero hacerlo sola.
—¿Te vas? —Naomi se levanta cuando me ve.
—Regreso en un rato.
—¿Quieres que vaya contigo? —Neil se acerca y me pregunta en voz baja.
—Tranquilo —lo abrazo —Necesito estar sola por un momento.
Bajo el ascensor y me monto en el auto. Comienzo a gritar para liberar toda la tensión que tengo acumulada, necesitaba gritar para despejarme un poco.
Entro a un bar que veo a un lado de la calle y veo que está algo vacío. Me acerco a la barra y le ordeno al chico que me dé un shot de tequila.
—¿Corazón roto? —yo asiento —Que idiota porque tú eres muy bonita.
—Gracias.
Me quedo mirando mi celular y luego me bebo de golpe el shot de tequila. Hago una pequeña mueca y él ríe por mi gesto.
—¿Vienes solas? —un hombre se acerca.
—No —el chico le responde —Ve y busca a otra chica para molestar.
El hombre gruñe y se aleja de nosotros.
—¿Quién es?
—Un viejo borracho que viene a molestar a chicas lindas como tú.
—¿Y siempre las defiendes?
—A las que se ven buenas —yo asiento —A veces vienen chicas que si quieren sexo y se van con ese hombre.
—Qué asco —él ríe —Dame otro shot, por favor.
Él sirve el shot y cuando me lo pasa, lo bebo de golpe.
—¿No quieres beber conmigo? —él niega —Dame esa botella de Smirnoff —la señalo.
—¿Segura?
—Es para llevársela a un amigo —le miento.
—Bien.
—Espero que nos volvamos a ver otro día, chico de la barra.
—Justin —se presenta.
—Yo soy Chris.
Él me entrega la botella y pago todo lo que he consumido. Salgo del bar y me monto en mi auto. Me quedo estacionada y prendo la radio para poder comenzar a beberme la botella de Smirnoff, la cual es personal, pero sé que con esto voy a perder la consciencia.
—Tú puedes —me animó a mi misma.
Llevo la botella a mi boca y le doy un gran sorbo, siento que me quema toda la garganta, pero también siento como el licor sube a mi cabeza y cada vez me voy olvidando de lo que está pasando en mi vida. Me termino la botella en el siguiente sorbo y arranco el auto para conducir hasta casa.
—¿Por qué me hiciste esto? —digo cuando me detengo en el semáforo.
Veo que la luz se pone en verde y arranco el auto. En ese momento veo unas luces brillantes venir hacia mí y todo se vuelve negro.
Neil Jensen