Abro mis ojos y veo que Lukas no está en casa y me alarmo un poco. Salgo de la habitación y veo que Neil está dormido en el sofá. Me siento a su lado y comienzo a moverlo un poco para que se despierte.
—¿Cuñados otra vez? —abre sus ojos.
—Eso creo —sonrío —¿En dónde estuviste anoche?
—Me fui de fiesta. Naomi y Marcus se quedaron en casa de un amigo de Marcus. ¿A ti como te fue?
—Pues aquí estoy —me siento a su lado —Siento una alegría enorme.
—Te dije que son el uno para el otro. Además, se te ve más contenta, Chris. Lukas debe estar feliz.
La puerta se abre y veo que Lukas entra con un ramo de flores y un enorme oso de peluche.
¿Son para mí?
¿Para quién más?
—Pensé que ibas a estar dormida y se suponía que iba a ser una sorpresa —se acerca —Para ti, princesa.
Me lanzo sobre él y comienzo a llenarlo de besos.
Nunca nadie me había dado algo así.
—Te amo.
—¿Si te gusto?
—Obvio que si, amor.
—Estaba pensando en ir al centro comercial.
—¿Para? —pregunta Neil desde el sofá.
—Papá y mamá quieren saludar a Chris. Vamos a ir a un restaurante elegante y no tengo que ponerme.
—¿Qué? —abro mis ojos —¿Por qué no me habías dicho?
—Me dijeron anoche y pues estuvimos algo ocupados, amor.
—Vamos al centro comercial —cambio de tema.
—¿Puedo ir? —nos mira Neil.
—Claro que si —le respondo.
Lukas me fulmina con la mirada y yo me encojo de hombros de manera de defensa.
Vamos a la habitación y nos metemos en la ducha para darnos un baño. Me pongo algo cómodo para ir al centro comercial y me maquillo un poco.
—¿Quieren desayunar? —les pregunto cuando estamos en la sala.
—Si —dicen al tiempo.
La verdad ninguno de nosotros tiene mucha hambre, así que hago sándwich y tres vasos con milo.
Terminamos de desayunar y nos montamos en el auto de Lukas para ir al centro comercial. En el camino suena un poco de reggae y comienzo a bailar en el puesto. Miro que Lukas me está viendo y sonríe un poco.
—¿Me estás viendo? —entrecierro los ojos.
—¿Yo? Para nada.
—Si la estabas viendo, hermano —Neil dice desde atrás —Casi creí que iba a tener que limpiar tus babas.
—Cállate, Neil.
Llegamos al centro comercial y Neil se pone a mirar a todas partes. No sé que está buscando, pero parece desesperado.
—Quiero ir por un helado —dice Neil como un niño pequeño.
—Esta temprano —le digo.
—Oye, Lukas. ¿Me prestas dinero?
—¿Y tu dinero? —da un suspiro.
—Deje la billetera en la casa.
—Desaparece por diez minutos —Lukas le entrega el dinero.
Entramos a una tienda donde venden ropa para la ocasión de hoy y Lukas toma lo primero que ve en el camino.
—¿Qué haces? —lo detengo —Ni siquiera estás viendo lo que estás cogiendo.
—Me da pereza medirme la ropa, Chris —se gira a verme —Y creo que estoy viendo lo que me voy a coger en un rato.
—Lukas, basta —me sonrojo.
—¿Basta? Esto te tuve que decir anoche, Chris.
—Quiero verte medir la ropa, amor.
—Sabes que no me gusta vestir casi de traje. Ayer lo hice porque se trataba de ti, amor.
—Hazlo por mí —lo beso —Busquemos algo lindo para esta noche.
Le empiezo a mostrar varias opciones para esta noche y él le da una mala mirada a todas las opciones que le muestro. Me quedo con dos corbatas que se ven demasiado lindas con una camisa blanca y se las enseño.
—Con la gris puedes ser Christian Grey —se la enseño —Y con la azul… no sé quién.
—¿A ti cuál te gusta?
—La gris, Christian Grey.
—¿Y quieres que hagamos lo mismo de la película o…?
—¡Lukas! —abro mis ojos.
Llegamos a la heladería y veo que Neil está sentado en una mesa. Nos acercamos a él y comienza a gritar cuando ve la máquina de peleas.
—No puede ser —susurra Lukas.
Un niño llega primero a la máquina y Neil lo aparta de un empujón.
—Llegue primero —se sienta en la silla.
El niño se cruza de brazos, indignado, cuando Neil sonríe ampliamente y le enseña la moneda antes de meterla.
—Tú estás viejo —le grita el niño.
—Tú ni siquiera alcanzas las palancas —le dice Neil.
—Eres un viejo amargado.
—Tú eres enano.
—¡Neil! —lo tomo del brazo —Vamos a casa.
—Pero…
—Ahora.
—Quédate con tu máquina, niño. Al final de todo me voy con mi cuñada, la cual es famosa y también es mi mejor amiga.
Pobre niño, debe de estar pensando en que Neil está demente o algo parecido.
Lukas se ríe al ver la cara de Neil y yo hago una mueca.
Llegamos a casa y Neil dice que va a salir un rato, así que me quedo a solas con Lukas.
—¿Vemos una serie? —me acerco a él.
Me dejo caer en el sofá con mi manta favorita y Lukas se tumba encima de mí. Pone su cabeza sobre mi pecho y sus manos en mi cuello.
—¿Estás cómodo? —bromeo un poco.
—Eres cómoda y me encanta estar encima de ti.
—Te he extrañado tanto —acaricio su cabello —Creo que anoche pude dormir demasiado bien. Nunca había podido dormir de esa manera.
—Ni siquiera me dejaste dormir, amor —se ríe.
—¿Estabas cansado?
—No soy una máquina, amor.
—El año pasado no te quejabas, Lukas.
—Porque no estaba tan viejo —ríe —Estar contigo es lo mejor que me ha pasado. Te amo, amor.
—¿A qué hora nos vamos? Tengo que arreglarme y maquillarme.
—A las ocho tenemos que estar en el restaurante. Amor, ¿quieres comer dulce?
—Gomitas.
Me siento en el sofá y él se sienta a mi lado con un paquete de gomitas.
—Amor, ¿qué quieres hacer en tu cumpleaños? —él levanta su cabeza —¿Pensaste que me había olvidado?
—Pues…
—No se me olvidaría una fecha importante.
—Estar contigo es suficiente.