El intercambio: De regreso a casa

Capítulo 20

—Tengan mucho cuidado a la hora de pasar por el muelle —dice Brad —Es algo antiguo, debo de mandar a hacer uno nuevo.

El jardín trasero da directamente al agua y las vistas son increíbles. Las olas chocan contra las rocas de la orilla y veo que Neil se agacha a tocar el agua.

—Eres como un niño pequeño —lo molesta Lukas.

—Me encanta el agua —se defiende.

Me hago detrás de mi novio cuando Neil nos lanza un poco de agua.

—¿Qué te pasa? —toma mi mano —Ya recuerdo. No te gusta el agua fría.

—Y esta no es la excepción.

—El día en que te lleve al mar no te quejaste.

¿Como olvidar ese día?

Fue el primer día en que salí a solas con Lukas y obviamente no pensaba quejarme de nada.

Lukas me coge de la mano y seguimos a su familia por el muelle, hacia la imponente embarcación que nos espera al final del camino. No sé nada de barcos, pero creo que es un barco pontón gigante. Sé que no es un yate, pero es más grande que los pesqueros que he visto.

—Suban con cuidado —nos mira Brad.

Neil es el primero en subir y me da la mano para que yo suba. Lukas pone sus manos en mi cadera y me da un leve empujón para que yo suba con facilidad.

El barco está decorado con madera blanca y cuero de color caramelo. La zona para sentarse es muy grande y cómoda, cabemos todos de sobra.

—Es muy lindo —dice Kim —Ya necesitaba estas vacaciones en familia.

Neil coge la bolsa de la compra y se agacha para sacar latas de refrescos y unos aperitivos. Miro más allá del barco, al mar. Es precioso y el sol baila en la superficie.

—Te amo, princesa.

—Yo te amo más.

Brad enciende el motor y Neil se viene corriendo hacia nosotros como si estuviera asustado.

—Si nos adentramos lo suficiente es posible que veamos delfines y, si tenemos suerte, ¡incluso alguna ballena! —nos avisa Brad.

—¿Una ballena? —Neil traga saliva —Una ballena puede volcar este barco.

—¿Tienes miedo? —me giro a verlo.

—El otro día vi una película donde una familia iba en un barco. Luego una ballena gigante volcó el barco y todos quedaron en el océano. Pasaron tres días y la familia cada vez estaba peor. Luego llegaron los rescatistas, pero no todos sobrevivieron.

—Y por eso se llaman películas —dice Lukas —Aquí no nos va a pasar nada.

—¿Han visto algún delfín? —le pregunto a los chicos para cambiar el tema.

—Antes no veníamos a los paseos —dice Neil.

—Cuando lleguemos a la cabaña, quiero ir a jacuzzi.

Estoy por contestarle a mi novio, pero los gritos de Kim me interrumpen.

—Miren esos delfines —grita alegre.

Los tres nos giramos rápidamente y tardamos un momento en ver lo que nos indica. Es una manada de delfines que surca las aguas. No están cerca del barco, pero sí lo suficiente para que podamos ver cómo se mueven en sincronía entre las olas.

El viento me echa el pelo sobre la cara y por un momento no veo nada. Lukas me lo aparta y me lo coloca detrás de la oreja. Son ese tipo de pequeños detalles, cómo encuentra la manera de tocarme sin pensar, los que hacen que sienta mariposas en el estómago.

—Eso fue hermoso —digo cuando perdemos a los delfines de vista.

Nos quedamos por veinte minutos y luego Brad conduce de regreso al muelle.

Entramos a la cabaña y Lukas entra conmigo a la ducha para quitarnos el sudor que tenemos por el sol que está haciendo. Miro su cara y veo que tiene la cara algo roja, al igual que sus hombros.

—Te dije que te pusieras bloqueador —lo regaño.

—Te pareces a mi mamá —se burla —Si me puse bloqueador.

—Pero no fue suficiente, Lukas.

—Lo siento, Christina.

—No me digas así —lo golpeo —Me siento regañada.

—Lo siento, Christina.

Me acerco y le doy un suave golpe en el pecho.

—Te odio.

Terminamos de bañarnos y nos ponemos ropa cómoda para estar en la cabaña. Vamos a la sala y veo que Neil está sentado en el sofá con un paquete de papas.

—Quiero —me siento a su lado y le quito las papas.

—Todo lo mío es tuyo —se ríe —Comenzando por mi hermano.

—Lukas es solo mío —volteo a ver a mi novio.

Lukas se sienta a mi lado y le quita el paquete de papas a Neil para el comenzar a comerlas.

—Chicos, nosotros saldremos con unos amigos que están aquí —nos dice Kim —¿Quieren venir?

—¿Vamos? —nos mira Neil.

—Bien —contesta Lukas sin mucho ánimo.

Vamos a la habitación y me pongo un vestido de color blanco con unas sandalias. Está haciendo demasiado calor y lo que menos me apetece es salir con jean.

—Vamos —tomo la mano de Lukas.

Nos montamos en la camioneta y Brad comienza a manejar por veinte minutos. Estaciona el auto frente a una casa de dos pisos que se ve demasiado lujosa.

—Carmen —Kim saluda a su amiga.

—Kimberly, que alegría que estén aquí —la señora nos mira —¿Son tus hijos?

—Ella es Christy, la novia de Lukas —me presenta.

—Un gusto —digo formal.

Entramos a la casa de la señora y Neil mira el interior con mala cara.

—¿Qué tienes? —le pregunto en voz baja.

—Todo se ve excesivamente caro.

—Oh, no —escucho a Lukas.

—¿Qué sucede?

Miro hacia el punto donde está viendo mi novio y veo a un chico que viene bajando las escaleras. Es rubio, su cabello es rizado, tiene los ojos azules y buena estatura

—Lukas —el chico se acerca —Neil —los mira —¿Y quién es esta preciosura?

Hago una mueca y Lukas me toma de la cintura de inmediato.

—Mi novia.

—Vaya —me sonríe —Jamás me imagine esto.

Veo que los chicos están incómodos y volteo a verlos.

—Chicos, ¿me acompañan afuera un momento?

Salimos de la casa y nos quedamos cerca de la camioneta. Ninguno dice ninguna sola palabra, pero necesito una explicación.

—¿Quién es? —me atrevo a preguntar.

—Scott —dice Lukas —El muy idiota está buscando que entre y lo golpeé.

—No —tomo su mano —¿Y qué sucede con él?




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