El intercambio: De regreso a casa

Capítulo 30

—Estás demente —miro a Lukas.

—No está tan fea —mira una sabana —Es broma. Están horribles.

—Además, se ve que es una sábana demasiado caliente.

—No podemos tener dos cosas calientes en un mismo sitio —me sonríe y siento que el calor se me sube a la cabeza.

—¿Tardamos mucho? —suspira Neil —Que yo sepa, ustedes tienen un importante viaje la semana que viene.

—Y mañana una boda a la cual asistir —digo con una sonrisa.

—No puedo creer que mañana sea nuestra boda oficial —Lukas besa mi mano —Te vas a ver hermosa en ese vestido.

—El vestido es… —golpeó a Neil —Se ve hermosa, hermano.

Neil me había acompañado a la prueba de vestuario y me vio en mi vestido. Le hice prometer que no le diría nada a Lukas.

—Neil —chillo —Eres imprudente, ¿lo sabes?

—Sí.

Pagamos todas las cosas para la nueva casa y nos montamos en el auto para que Lukas conduzca.

Neil se ve mucho más emocionado que nosotros y no ha parado de darnos las gracias por poder vivir en el mismo lugar.

—Oye, amor —Lukas se gira a verme —¿Cuál quieres que sea el cuarto de nuestros hijos?

—Obviamente, las de arriba —lo beso —Imagínate tener que bajar todas las noches.

—Una habitación de abajo será la de invitados y la otra quiero una sala de cine.

—Me gusta.

—La voy a remodelar.

Voy a la cocina y comienzo a organizar todo el mercado que hemos comprado. Me siento como una señora haciendo todas estas cosas.

Mi celular comienza a sonar y le pido a Lukas que conteste mi celular, ya que está cerca de él.

—Sandra —escucho que dice —¿Qué?

Levanto mi mirada y veo que está algo preocupado.

—Es mejor que hables con ella.

Lukas me entrega en celular y tengo miedo de lo que me vaya a decir.

—Chris, te llamo para decirte que Joe está en el hospital.

—¿Qué le paso?

—Tuvo una sobredosis y está internado en el hospital.

—¿Puedo ir a verlo?

—Sí. Yo estoy acá en la sala de espera.

Cuelgo el teléfono y me quedo viendo a Lukas.

—Ve, amor —besa mi frente —Es tu amigo y te necesita. Yo te llevaré.

Nos montamos en el auto y durante el camino, me voy pensando en Joe. ¿Por qué hizo eso?

Llegamos al hospital y veo que Sandra está sentada con unas personas que supongo que son los padres de Joe.

—Supongo que eres Christina —dice la mujer —A mi hijo solo le escuche mencionar a dos mujeres.

—Sandra y Christina —dice el hombre.

—Un gusto —extiendo mi mano —¿Cómo está Joe?

—Pues… está estable.

Entro a la habitación, y veo que está la cama con algunas máquinas al lado. Están todas conectadas a Joe, o al chico que parece ser Joe. Su piel parece apagada, su mirada perdida, su cuerpo mucho más delgado y su pelo… parece que no se lo ha lavado en un tiempo.

Cierro la puerta y me siento en una de las sillas que me imagino que son para que los acompañantes duerman o algo.

—¿También me vas a dar un sermón? —me pregunta en voz baja.

Una parte de mí quiere hacerlo, pero sé que no es el momento correcto.

—Creo que no es el momento para hacerlo.

—Eres la única compresiva aquí.

¿Qué demonios le pasó al chico con el cual hice una película?

¿En dónde está mi amigo?

—¿Estás en la primera vez que tienes una sobredosis?

—No —bufa —Ya perdí la cuenta.

—Estás demente —ruedo mis ojos —¿Qué sucede contigo?

—No me vayas a dar un sermón, Chris.

—¿Por qué haces esto? Cuando nos conocimos eras diferente.

—Toda mi vida he consumido drogas. Pero últimamente he ido a muchas fiestas y me meto cosas fuertes.

—¿Que cosas?

—Cocaína.

—Estás mal de la cabeza, Joe.

Lo miro a los ojos y niego repetidas veces.

—¿Por qué no pediste ayuda?

—Le dije a mis padres que ya no hacía esas cosas. Ellos querían meterme a un centro de rehabilitación.

—¿Y qué esperas para ir?

—No es tan fácil, Chris.

—¿Por qué?

—Porque me he gastado todo el dinero de la película. Hice varias fiestas y metía mucha droga en ella. Todo el maldito dinero lo gasté en eso. Ahora nadie quiere trabajar conmigo. Incluso Sandra dijo que está decepcionada.

Me quedo en silencio sin saber qué decir.

Miro a Joe y comienza a maldecir en voz baja.

—Perdón por haberte tratado de dar drogas —se pasa las manos por la cara —Debí seguir tu ejemplo y no drogarme.

—Ya no puedes lamentarte.

—Lo sé.

—¿Por qué me ofrecías droga?

Él se queda en silencio y me tenso en mi lugar.

—Pues la verdad es que…

—¿Qué? —pregunto cuando se detiene.

—Pensé que así ibas a pasar más tiempo conmigo. Estoy enamorado de ti desde el primer día de clases.

—¿Qué?

—Parece que estabas ciega, Chris. Durante todo este tiempo he tenido que verte con otro chico. Ahora entiendo que lo amas a él y que mañana vas a casarte.

Sigo sin decir una sola palabra.

—Cuando estás con él eres realmente feliz. Por eso traté de arruinar tu relación. Yo quería darte esa felicidad, pero no pude. Por eso el día de la discoteca intenté explicártelo hasta que Lukas llego a tu habitación.

—Yo confié en ti, Joe.

—¿Lukas vino contigo?

—Sí.

—Dile que venga. Quiero disculparme con él.

Le mando un mensaje de texto a Lukas y me dice que ya viene a la habitación.

Tocan la puerta y sé que es Lukas, así que abro sin asomarme.

—Hola, Lukas —lo mira Joe.

—Hola.

Lukas se hace a mi lado y yo entrelazo nuestras manos.

—Lukas, de verdad perdóname por todo lo que hice para destruir tu relación. Yo intenté tomar tu lugar cuando no estuviste, pero era inútil porque ella aún seguía enamorada de ti. Me alegro mucho que se vayan a casar.

—El pasado es pasado, Joe —Lukas le da la mano a Joe —Recupérate de esto, Joe. Tal vez pueda contratarte para una próxima película.




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