El Jardín de Ginevra

Capitulo 5: Tres palabras en voz baja

Clara y Ginevra llegaron y se despidieron. Ginn entro a su habitación, se duchó nuevamente, se colocó su pijama y reviso el collar por última vez.

— ¿Será Luca?

Esa pregunta rondó por su mente unos momentos, hasta que decidió que era mejor descansar.

Mientras tanto, Luca y Matteo seguían hablando de distintas cosas. Ambos también llegaron a sus habitaciones y se fueron a dormir directamente; tenían muchas cosas pendientes, pero a la vez, podían esperar.

La mañana siguiente era sábado, pero Ginevra se despertó temprano, ya que iría a la casa de sus padres. Se duchó y se alistó. Le pareció algo raro que no sonara ese extraño timbre, pero fue un aire fresco, por un momento.

Mientras se maquillaba, ese timbre finalmente sonó. Ginn suspiro y dejó nuevamente lo que estaba haciendo para abrir. Esta vez era un vestido en tono celeste, con telas hermosas y nuevamente una nota: "Aunque no me veas, hay un 'buenos días' que siempre va para ti."

Ginn tomó la pequeña caja y la nota, y entró nuevamente. Era totalmente hermoso.

— Es tan romántico y dulce... Pero, ¿quién podría ser?

Esa pregunta volvió a rondar por su mente, pero decidió seguir en lo suyo y colgar el vestido en un lugar especial, como lo era para ella ahora.

Ginn estaba apuntó de llamar a su mamá cuando sonó el celular primero. Era Clara

— Oye, te dije que no tenía planes, pero Matteo me invitó a ir a Florencia... Y claro que no te dejaré.

— Clara, sales con dos personas prácticamente desconocidas...

— ¡Vamos! Solo esta vez. El lunes en la tarde puedes ir a ver a tus padres, yo puedo ir contigo, ¿sí?

Ginevra lo pensó bastante. Clara estaba emocionada y, aunque no conocía del todo a Matteo, él le daba algo de seguridad.

— Bien, pero déjame hacer maletas al menos y avisarle a mis padres.

Finalmente, Clara colgó y fue rápidamente a la habitación de Ginevra. La ayudo a hacer maletas mientras ella hablaba con su madre, quien aceptó con un poco de enojo.

— Y bien, ¿lista para ir a Florencia?

Clara estaba demasiado emocionada. Nunca había ido, y era interesante ahora que iría con alguien que estaba empezando a amar.

— Sí, Clarita. Ahora toma tu maleta y vámonos ya.

Ambs salieron y fueron al estacionamiento, donde Luca y Matteo las esperaban.

— Sí planean ir de rompecorazones, dejen que me advierta al mío.

— Amaneciste gracioso, ¿no?

Matteo rió y Ginevra simplemente alzó la ceja. Subieron las maletas y ambos chicos fueron adelante, mientras Clara y Ginevra se sentaron atrás.

— Bien, Luca creó una playlist especial para esto, la pondré... y al final me quedaré sordo.

Todos rieron, pero Luca aun así seguía viendo a Ginevra en el retrovisor. Veía cómo se acomodaba el cabello, cómo revisaba qué todo estuviera en orden... era como una obra de arte.

— Puedes ir disimulando un poco, Luca.

Clara ya había notado eso y no tenía más dudas, pero quería dejar que Ginevra se diera cuenta.

— Siempre lo molestan. Dejen que respire un poco.

Luca simplemente sonrió y, con la mano, le dio gracias a Ginevra. Matteo volteo hacia atrás y le dio una pequeña risa a Clara. Después arrancó el auto y comenzaron su camino.

El viaje era de una hora, así que entre música y como Clara cantaba, no se volvió aburrido. En realidad, ya parecía karaoke.

Mientras tanto, decidieron parar para comer un poco. Matteo se parqueaba y Clara comenzó a ordenar la comida.

— Cuidado y sale un restaurante de ahí.

— Ya, Ginn. Simplemente estoy preparada.

Luca y Matteo ayudaron a ordenar también, y así salieron a estirarse un poco.

Todos comieron y platicaron un poquito. Eran sandwiches y jugo de naranja: muy básico, pero delicioso.

Finalmente, e inesperadamente, intercambiaron lugares. Clara se fue adelante con Matteo y Luca quedo atrás con Ginevra.

Mientras Matteo hablaba con Clara, Luca tomó la iniciativa de hablar con Ginevra:

— No te veías tan contenta en la mañana.

— Tenía sueño, es todo. No es nada personal.

Ambos sonrieron y Ginevra nuevamente tocó el tema.

— ¿Ya has viajado antes, Luca?

— Sí, pero creo que esta vez es algo más especial.

Luca, aunque era más reservado, había algo en Ginevra que lo hacía actuar de diferente manera.

Ambos siguieron charlando hasta que finalmente llegaron al hotel que reservaron. Era bastante bonito, a decir verdad.

Bajaron las maletas y al llegar a recepción, pidieron las llaves, dando también la información necesaria.

Subieron al segundo nivel y se asignaron las habitaciones. Clara y Ginn tendrían la más grande, y Luca junto a Matteo la mediana.

— Esta habitación es muy hermosa.

Clara colocó su maleta abajo y lleno la mesita de noche que había ahí con cosas suyas. Había una sola cama bastante grande, así que a ninguna le molestaba compartir cama.

— Y cuéntame, ¿de qué hablaste con Luca?

—Cosas interesantes y algunas no tantas. Es un chico muy... Dulce.

Clara alzó una ceja y Ginn le lanzó una almohada.

— ¡No te estoy hablando de esa manera!

Clara rió y siguieron hablando. Pero en la habitación de Luca y Matteo, todo era una "guerra".

— ¿Qué te cuesta dormir lejos del baño?

— ¿Y a ti qué te cuesta quedarte del lado de la puerta? ¡Ni que alguien entrará y te asustara!

Luca era el del baño, mientras Matteo era el de la puerta. Y así siguió su gran "guerra"

Ambos ordenaron sus cosas después de una hora entre tanta discusión. Finalmente, todos salieron a dar un recorrido por el hotel, bastante tranquilo. Luego caminaron por las calles y, en la noche, volvieron al hotel para cenar.

— ¿Por qué no cenamos en el restaurante que tiene el hotel? Se ve que venden platos muy ricos.

Todos apoyaron la idea de Clara y se prepararon. Clara y Ginn tardaron más que Luca y Matteo, pero eso no les molestaba.

Al estar listas, todos fueron y ordenaron una mesa. Cada uno se sentó con su "pareja".




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