Mientras Clara y Matteo seguían charlando en las gradas, ella recostó su cabeza en el hombro de Matteo, quien se sentía bastante cómodo.
— ¿Y eso que no estas haciendo chistes?
Le preguntó Clara a Matteo, mientras ella seguía moviendo sus pies descalzos.
— Prefiero apreciar tu belleza que hacer chistes bobos. No cualquiera puede tener una mujer maravillosa a su lado. Soy un hombre afortunado ahora.
Clara simplemente se puso roja y siguió moviendo los pies, hasta que cortó el pequeño silencio que había:
— Pero apenas me conoces... ¿Por qué piensas eso?
— Te conozco desde antes. Ese día, al final de mi clase, te vi y decidí hablarte. Quise intentarlo con alguien que ya había atrapado mis ojos, pero no fue así exactamente como te "conocí".
Ambos se vieron sin decir nada. Simplemente juntaron sus frentes y se separaron segundos después.
— Entonces quiero que me confiese algo.
Dijo Clara.
Matteo alzó una ceja. Clara rió un poco, consciente de que había más gente en el hotel y no era adecuado reírse tan fuerte.
— ¿Qué quieres saber?
Matteo esperaba cualquier cosa, menos la pregunta que le haría Clara.
— ¿Luca esta pretendiendo secretamente a Ginevra?
Ella vio a Matteo, simplemente quería la verdad en ese momento.
— A Luca le gusta Ginevra desde hace tiempo. Pero antes de conocerla, estuvo con una chica. Dio yodo pro ella y, cuando no tenía nada, ella se fue. Desde entonces decidió no enamorarse... Hasta que conoció la a Ginn. Se flechó, pero primero quiso hacerlo de forma anónima. Tenía miedo de ser abandonado otra vez. Fui yo quien lo animo a intentar algo nuevo.
Clara suspiró y Matteo volteó hacia la habitación de Ginevra, cuya puerta seguía abierta.
— No lo sabía. Lo sospeche desde la primera cena, pero quería que ella misma se diera cuenta. Aunque ni siquiera así...
— Luca ama demasiado bonito. Pero ese miedo lo sigue, por eso prefiere pretender a Ginevra en silencio. Aún no está listo para confesarse.
Ambos se levantaron. Decidieron que era mejor ir a dormir. Matteo fue por Luca, que ya se estaba quedando dormido, y se fueron. Clara cerró la puerta y se recostó de nuevo.
— Estoy segura que Luca haría que el mundo ardiera por ti.
Susurró Clara antes de quedarse dormida. Minutos después, todo quedo en silencio.
A la mañana siguiente todos despertaron tarde.
Ginevra se levantó de golpe, revisó su reloj y se dio cuenta de que ya eran las 10 de la mañana.
— ¡CLARA! ¿TE DAS CUENTA DE LA HORA?
Ella ni siquiera respondió. Ginevra suspiró, eligió su ropa, se duchó, se cepillo, peinó y maquillo a su ritmo. Mientras hacía todo eso, Clara finalmente despertó y se arregló también.
— ¿No extrañas que te traigan regalos?
Preguntó Clara, irónica, aunque también sabía que sería muy obvio si Luca lo hacía.
— No... además, no es como que alguno de esos dos sea mi pretendiente.
Pero después de decir "no", Ginevra lo pensó mucho. Se dio cuenta de que tal vez sí... pero no lo diría en voz alta.
Mientras Luca y Matteo se terminaron de arreglar, fueron a la habitación de ellas y tocaron la puerta.
— Yo voy.
Dijo Clara, levantándose de la cama y abriendo la puerta.
Ahí estaban ellos dos.
— ¿Sales a la calle y pretendes que la gente actúe normal? Eres muy cruel
Bromeó Matteo.
Clara sonrió, y Ginevra fue quien tomó la palabra.
— Qué linda manera de decir "buenos días"
Luca sonrió al escuchar la voz de Ginevra. Clara y Matteo se miraron entre sí.
— Bueno, señorita maquillaje, debes apurarte porque las llevaremos a desayunar.
Dijo Matteo.
Todos entraron y esperaron a Ginevra. Había poco silencio hasta que Luca habló, después del momento que tuvo con ella:
— Eres bonita con y sin maquillaje.
Clara parpadeo un par de veces y Matteo sonrió. Estaba orgulloso de Luca, que por fin estaba dejando de ser tan tímido con Ginevra.
— Gracias... tú, Luca, te ves bien todos los días.
Aunque fueron pocas palabras, para Luca fue todo. Y cuando decía "todo" era literalmente todo. Lo que más quería era ser perfecto para una mujer perfecta.
Finalmente Ginevra terminó, tomo su bolso y salieron. Subieron al auto, y esta vez Luca condujo.
Llegaron y se sentaron todos juntos. Esta vez, Luca se sentó con Ginn y Clara con Matteo.
— ¿Sabes qué es lo peor, Clara? Que estás tan linda a las 10:33 de la mañana... arruinaste el café, no me puedo concentrar.
Dijo Matteo.
Ella simplemente rió y le dio una servilleta.
— Por si se te cae el encanto. Aunque no creo que pase.
Entre tanto, ellos seguían hablando, esta vez Ginevra observaba a Luca, que venía se veía algo distraído o nervioso.
— ¿Podrías dibujar para mi?
Luca volteó rápidamente y noto la pequeña sonrisa de Ginevra. No pudo decir que no.
— Está bien. ¿Qué quieres que dibuje?
Luca tomó una servilleta y sacó un bolígrafo que siempre llevaba. Ginevra pensó un momento:
— Una flor... exactamente una Magnolia.
Luca sonrió y comenzó a dibujarla, mientras Ginn lo observaba concentrada. Pocos minutos después, terminó.
— Espero te guste.
Ginevra tomó la servilleta y la observó. Luca la miraba, esperando su reacción
— ¡Es perfecta! Gracias.
Él suspiro con alivio. Ella se dio cuenta, rió levemente y colocó su mano en el hombro de Luca.
— Eres buen artista. Gracias.
En ese instante llegó la comida y desayunaron, pero Luca seguía en ese momento que jamás olvidaría.
Todo estaba bien. Terminaron de desayunar y Ckara sacó su celular.
— Tomemos una foto. Será lindo recuerdo, y todos podremos tenerla en nuestras habitaciones después.
Todos accedieron y tomaron la foto. Esta vez, Luca abrazo ligeramente a Ginevra por atrás y ella sonrió. Había una pequeña chispa que sintió en el corazón.
Al llegar la cuenta, Luca y Matteo pagaron todo. Entre ellos había llegado a un acuerdo: siempre pagar ellos. Sentían que era lo que ellas merecían: ser consentidas, aunque ellas también pudieran pagar sus cosas.