Ambos siguieron viendo obra tras obra, opinando diferente, pensando diferente, viéndose diferente.
Mientras Clara y Matteo se divertían entre las calles, él se dio cuenta de que no solo la quería tratar como su novia, la quería como una. Y claro que tenían poco de conocerse, pero ella era la mitad que le faltaba.
— ¿Qué crees que estarán haciendo Luca y Ginn?
Preguntó Matteo
Clara sabía que quizá ni siquiera se habían visto a los ojos, o eso pensó.
— Probablemente viéndose sin decir nada o todavía sentados ahí.
Matteo sonrió de lado y Clara lo tomó de la mano. Siguieron caminando; podrían hacer eso todo el día y jamás se cansarían.
Más sin embargo, ellos dos estaban equivocados sobre Ginevra y Luca. Literalmente ya estaban en otro lugar, y si, viendo bolsos.
— Este azul podría combinar con el vestido que ese chico anónimo me dio, era hermoso.
Luca sonrió naturalmente y Ginn lo notó. Rápidamente lo volteo a ver, sonriendo también.
— Debe ser hermoso como tú.
Ginn asintió y lo tomó, y habló con la señorita que los estaba atendiendo. Pero Luca seguía perdido en ella, saber que sus regalos le daban alegría al sol, que ella fácilmente se enamoraría de él... Pero él no estaba listo.
Ginevra pagó y siguieron caminando por las calles hasta llegar de nuevo al hotel. Ya iba a ser de noche, así que no les importo tanto.
— Luca, ¿te has enamorado antes?
Esa pregunta fue como un balde de agua fría para Luca. Él había prometido no hablar de eso, simplemente era incómodo. Pero ¿que podía decir en ese momento, de todos modos? Aunque fuera incómodo al nivel 100.
— Tuve algo anteriormente, pero no funcionó. Es todo.
Luca subió y sacó la llave para entrar. Ginevra noto la incomodidad de Luca, y eso la hizo sentir mal.
— ¡Luca! Lo siento si te hice sentir mal o incómodo. Realmente no era mi intención.
Luca la observó y sonrió algo forzado, guardo la llave otra vez y suspiro.
— Todos cometemos errores y preguntas incómodas. No importa. Pero dime, ¿tu has tenido novio antes?
Ginevra al oír eso, dudó si debía contarle de su primer pareja, era algo que también le incomodaba de cierta forma.
— Salí con un chico hace tiempo, fue antes de entrar a la universidad.
Ambos siguieron charlando un buen rato. Luca cada vez se enamoraba más, y Ginevra... Ella disfrutaba el momento en realidad, disfrutaba la presencia del hombre de enfrente, del hombre más honesto que había visto, y el más tímido, pero enamorado de siempre.
En ese tiempo llegaron Matteo y Clara, quienes se despidieron y entraron a sus habitaciones.
— ¿Y bien? ¿De qué hablaron?
Clara siempre estaba feliz y emocionada por saber lo que Ginn hizo todo este tiempo sin ella.
— Bueno, caminamos un poco y fuimos a un museo, compré un bolso y él jamás se aburrió. Creí que si, pero no en realidad.
Clara sonrió y ella también contó su día. Entre las dos hablaron felizmente hasta que el celular de Ginevra sonó. Era su madre, Alessandra.
— Hola, mami. Perdón si no llame hoy...
Antes de que Ginn siguiera hablando, su mamá explotó.
— Ahora que estas en esa universidad te olvidaste de tu familia. Cada día nos vemos menos. Eres una egoísta, parece que ahora solo piensas en ti o tus nuevos amigos. Cuando vengas te quedaras afuera. Todos estábamos ansiosos y ayer simplemente te dije que estaba bien, pero no guárdate más, Ginevra.
La señora colgó y Ginevra se quedo helada. La misma mujer que siempre la trato con amor, de repente la trataba así.
Justamente en ese momento los chicos tocaron la puerta, pero incluso Clara tardó en abrir. Ella también estaba impactada.
— Les diré que ahora no. No te preocupes, ya vuelvo.
Clara se levantó y abrió ligeramente, eran ambos chicos.
— Queríamos hablar de algo con ustedes. Es algo rápido.
Matteo se veía tranquilo, y Luca también, pero él se asomo más. Pudo observar a Ginevra tumbada en la cama.
— ¿Ella está bien?
Preguntó Luca
Clara negó con la cabeza, y Luca se vio preocupado, intentando entrar sin empujar a Clara.
— Ahora no, Luca. Después nos vemos los cuatro mañana, lo siento.
Clara cerró y Luca miró a Matteo. Él lo conocía demasiado y sabría lo que haría.
— Luca, dale su espacio.
— Lo haré, pero no dejaré que se deprima. Aquí no, conmigo no. No puedo verla sufrir. Sé que es parte del ser humano, pero me duele demasiado ver sus lágrimas, me destruye siquiera escuchar sus sollozos.
Matteo ni siquiera supo que decirle, mientras Luca corrió hacia la habitación y tomó su celular. Solo él sabía qué estaba haciendo.
Y Matteo también se fue atrás de él y cerró la puerta. Pero Clara y Ginevra estaban en otro mundo.
— No llores, sé que las palabras pueden doler mucho, pero tu amas mucho a tu familia. No te dejes caer por los comentarios.
Clara acariciaba el cabello de Ginevra, quien estaba recostada llorando.
— Pero no los abandone. Quiero estar para todos y no puedo... ¿Realmente soy egoísta?
Clara se recostó en el hombro de Ginevra y suspiro.
— Nunca pienses eso. Eres una gran mujer. Tienes un corazón de oro que no cualquiera merece tener. Ellos entenderán qué haces y qué no. Estarás bien.