El Jardín de los Delirios de Cero

VIDEO. Acto l


Era una tarde agradable de octubre y el atardecer llegaba a su fin. A Max no le desagradaba eso, era más bien como  su tipo de tardes: tranquilidad, rayos de sol y para su deleite una fresca brisa. 

Las hojas caían secas de los árboles, dándole la bienvenida al otoño y las noches se embriagaban con la oscuridad y el silencio de los suburbios que, por lo general, solían ser ruidosos. 

Max era un chico común de último semestre en la carrera de medicina con especialidad en psiquiatría en la mejor universidad de su ciudad. Un chico común con una vida común. 

Así que vaya sorpresa se llevó al ver, en la entrada de su casa, una caja de cartón vieja y de aspecto descuidado. Al tomarla para levantarla notó que estaba algo húmeda y un olor a podrido emanaba del interior. Él sintió un asco instantáneo y buscó con la mirada por la acera para encontrar al posible dueño, pero fue en vano, ni una sola alma circulaba por ahí. 

-Maldita sea, exámenes sorpresa, exámenes finales, mi ex me sigue jodiendo y ahora esto. Juro que encontraré al dueño de esta estúpida caja, ahg. 

Max caminó directo a su cuarto, sin saludar a nadie, quería cambiarse de ropa lo antes posible ya que agua con olor a caño que salía de la caja le había mojado la camisa y parte de sus pantalones. 

-Mierda!, esto es asqueroso, no debí pegarme esa caja al cuerpo. 

Al salir de la ducha que se vió obligado a tomar, ya que el líquido había traspasado la tela de su ropa, decidió inspeccionar la caja misteriosa. 

-Ahhh maldita sea, ¿cómo se me ocurre dejarla encima de mi cama? 

Al abrirla el repugnante olor se hizo más evidente. Aguantando su respiración logró sacar unas cajas rectangulares: 

-¡¿VHS?!- 

Con asco sacó la caja de su cuarto y la llevó a la pequeña bodega que tenían en la casa, donde estaba también una antigua videocasetera que, años atrás, había sido un regalo de cumpleaños. 

-Debería de agradecer a mi abuela por regalarme su reproductor de VHS, nunca pensé necesitarla- Exclamó para sí- Vaya situación más rara en que la usaré. 

Max sabía que no debía usmear lo que no era suyo, pero no podía evitar sentir curiosidad por esos viejos VHS. Además solo vería uno, ¿eso no hacia ningún mal a nadie, verdad? De todos modos los restantes 10 VHS estaban en mal estado y húmedos, o tenían la cinta destruida, respetaría "la restante privacidad" del anónimo evitando ver las cintas dañadas, aunque de todos modos ya no podían verse... 

Conectó la videocasetera a la tele, metió el VHS y... la tele estaba en negro. 

-Maldición, tal vez está dañado también. 

De pronto, un sonido como de un golpe se escuchó en la tele, Max dió un brinco del susto.
Una imagen apareció, eran dos chicas que corrían en un bosque, alegres, una felicidad que era contagiosa... Al acercarse la cámara a ellas se podía apreciar mejor la imagen, eran dos niñas una que se veía de unos 9 años y otra que aparentaba 7 u 8 años de edad.
La grabación se corta abruptamente para después mostrarlas en otro lugar, la niña mayor se veía acostada sobre una piedra enorme y lisa en el medio de un claro en el bosque, parecía una mesa, y la niña más joven buscaba algo en suelo, ellas no paraban de reír. La imagen se vuelve a cortar para después mostrar a la pequeña sacando los órganos del estómago de la niña mayor. La niña pequeña parecía deleitarse con la atrocidad que estaba cometiendo, ya que no paraba de reír a carcajadas. 

-¿PERO QUÉ...? 

En algún momento, la niña mayor comienza a reír también, pero no con tanta fuerza como la otra, ya estaba muriendo. 

-¡¿Max ya estás listo?!, ¡la cena se va a enfríar! 

Era la madre de Max 

-¡Max!, ¡Max baja ya!. Ay! Este niño, le dije que no usara tanto tiempo los audífonos...¿y ahora qué? 

De la habitación de Max, unas carcajadas fuertes se oían. 

-¡Max! 

La madre de Max, enojada por la actitud de su hijo, subió las escaleras hasta llegar a la puerta del cuarto de Max, las carcajadas se oían más fuertes que antes, pareciera que se estuviera asfixiando de tanto reír. 

Al abrir la puerta, la madre de Max presenció una escena infernal: su hijo tirado en el suelo bocabajo, haciendo esfuerzo por inhalar algo de aire no podía parar de reír y bajo su cabeza un charco de sangre se hacía cada vez más grande. 

-¡Max, Dios mío!, ¡¿Qué te pasa hijo?!, ¡Max!,¡¿Max?! 

Al darle la vuelta al cuerpo de su hijo para poder ver su cara, pudo terminar de presenciar el horror: pareciera que algún animal le había arrancado los ojos, dejándole dos cuencas vacías y sangrantes, la cara estaba llena de rasguños profundos al igual que su abdomen. 

Cynthia, la madre de Max, gritaba de terror.
 



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En el texto hay: fobias, terror, suspence

Editado: 10.01.2022

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