Capítulo 4
Naia
El corazón me late con fuerza, el miedo se ha apoderado completa y absolutamente de mi cuerpo, porque estoy paralizada y encima de Mikelle quien parece estar mareado por el golpe. Su respiración es irregular me doy cuenta porque lo escucho respirar muy mal, su camisa está manchada de sangre lo que me hace pensar que probablemente no logré tirarlo rápido al suelo y el disparó logro alcanzarlo.
La gente gente a nuestro alrededor está gritando, asustada y eufórica. La adrenalina entonces aparece y se enfrenta a mi miedo. Salgo del trance en el que estoy y
Me quitó de encima de él y comienzo a revisarle rápidamente. Primero el pulso, luego las pupilas, de último el pecho.
- No hay herida de bala- suspiró aliviada. El abre los ojos lentamente. Al principio está desorientado, pero luego que despierta completamente me reconoce. Entonces le observó realizar dos acciones :
1.Elevación y contracción de las cejas.
2. Elevación del parpado superior.
Ambas indicadores no verbales propios de la expresión facial de miedo. Segundos después me dice -¿Estás herida enfermera?-
Yo entrecierro los ojos, tengo dudas de su pregunta... Él estira su mano y me señala el hombro. Bajo la mirada en esa dirección y miro mi camisa manchada de sangre.
-Eso parece- contesto, de inmediato siento el dolor aparecer fuerte y punzante. Pero no hay tiempo de nada un hombre aparece de la nada y ayuda a Mikelle a pararse del suelo.
-¿ Sei ferito, giovane Mikelle?- Le habla en italiano y de inmediato comprendo que ese es el tal Francesco. Un hombre corpulento como de unos 36 años, cabello negro y ojos marrones.
-Io sto bene, ma l'infermiera no. Prendila e lei verrà con noi-
Me esfuerzo mucho por entender el nivel de italiano que manejo es básico. Pero por lo poco que comprendo, Mikelle le ha dicho que se encuentra bien y que yo soy su enfermera.
-pronto - Francesco le entrega el arma a Mikelle y luego se agacha y me levanta como un papel.
- ¿Que hacen ? ¡SUÉLTAME! ¿A donde me llevan?- les grito mientras intento safarme de su agarré, pero es imposible. Mikelle apunta a todos los que están en el café con el arma.
-No voy a disparar, a menos que alguno de ustedes sea el que me intentó matar, así que tranquilitos- agrega y todos le miran con terror, paralizados con las manos en alto.
-¡Ayúdenme! ¡Por favor!- sigo gritando pero nadie hace nada. Estoy aterrada pero, siento un poco de alivió escuchar las sirenas de la policía.
-Polizia, usciamo dal retro. seguimi- Está vez es Francesco que habla y Mikelle lo sigue.
Yo intento forcejear, pero el hombre tiene demasiada fuerza. Apenas salimos a la calle me tapa la boca para que mis gritos no se escuchen.
Un auto Negro nos está esperando, Mikelle le abre la puerta y Francesco sube conmigo, luego Mikelle sube. Cierra la puerta del auto con rapidez y arranca.
- Puedes soltarla - Le dice Mikelle y Francesco obedece. Apenas me libera intento salir del auto pero, los seguros están bloqueados.
-¡Déjame ir te lo suplicó! - Clavo mi mirada angustiada en Mikelle. Pero este me mira inexpresivo, frío y sin ápices de mostrar ningún tipo de compasión.
- Revisale la herida - se dirige a Francesco este le mira confundido, tal vez no entiende mucho el español.
-¿Che ne dici capo?-
Es justo como pensé, no entiende bien el español.
- Controlla la ferita- Mikelle agrega y Francesco me quita el abrígo a la fuerza.
- ¡Déjame! ¡Por favores tened piedad! Tengo que cuidar a Diego...- grito desesperada. Es evidente que estos hombres son peligrosos pertenecen y a la mafia italiana. Me he metido en un gran lío por intentar ayudarle...
Francesco rompe sin tacto mi camiseta, por más que pataleó, les golpeó y hago de todk para defenderme no logro Nada. El apretuja con fuerza mi herida y yo gritó de dolor
- ¡ahhhhh! ¡Para ya! La bala está dentro, la vas a empujar - Contestó casi a punto de desmayarme.
-il proiettile è lì, ha bisogno di cure mediche- Francesco vuelve a dirigirse a Mikelle, este se acerca lo suficiente y me mira de una forma indescifrable. Aprovecho y le muerdo.
-merda- Exclama zafándose de mí con ayuda de Francesco.
-¡Ayudenme!- yo comienzo a gritar nuevamente y a golpear la puerta con los pies.
- Haz que duerma por favor, me duele la cabeza - Mikelle Interviene y Francesco se mete la mano en el bolsillo, estoy segura de que me va a disparar.
Como respuesta natural comienzo a temblar, y veo mi vida pasar como una película frente a mí, le pido perdón a Diego por dejale, y ruego a Dios porque Indira le cuide cuándo yo no este... Estoy esperando el disparó con los ojos cerrados, pero en vez de eso aparece un olor conocido: cloroformo.
Automáticamente me río porque ese truco del pañuelos empapado de cloroformo es un engaño del cine, los efectos sedantes de esta sustancia no son inmediatos y hay que respirarlo entre 2 a 5 minutos para perder la conciencia. Me aprovecho de su estupidez y fingo que me desmayo.
Tal vez tenga una oportunidad para sobrevivir...
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Abro los ojos, y me encuentro en un espacio desconocido, Veo la herida en mi hombro curada, y me recuerdo de que fui Secuestrada por Francesco y Mikelle...
Estoy notablemente nerviosa, el movimiento repetitivo y voluntario de mi pie me delata. Miro en un principio la habitación estrecha y gris en la que me encuentro ecerrada, luego poso la mirada en el reloj un par de veces deseando que el tiempo corra más deprisa como cuando estoy durmiendo entre las guardias nocturnas del hospital.
Cierro los ojos e imagino la ruleta de las emociones, necesito concentrarme, reconocer cuales son las emociones que me dominan en este instante para controlarlas y poder hacer frente a la situación en la que me encuentro.
De inmediato el color verde oscuro del primas aparece en mi mente, e identifico que me encuentre en estado de miedo, que es el punto medio entre el temor y su extremo más fuerte que es el pánico.