Mientras nos dirigíamos al lugar para jugar, recordé que Noemí tenía práctica ese día. Me volví hacia ella con curiosidad.
—Oye, Noemí, ¿no tenías práctica hoy de fútbol en la academia? —le pregunté, ahora extrañado de su llamada para que nos viéramos en el parque.
Noemí suspiró y me explicó.
—Sí, tenía práctica, pero mis padres no podían llevarme hoy. Y Sara tampoco iba a ir porque está enferma, así que no tengo ningún adulto que me lleve.
—¿Y por qué no te llevó Kelvin? —pregunté, recordando a su hermano mayor, que a menudo la ayudaba con esas cosas.
Noemí hizo una mueca y respondió con una risa amarga.
—Llegó muy temprano de la discoteca, eso es rarísimo. Sospecho que un lío amoroso lo está atormentando. No se lo ha dicho a nadie, pero puedo verlo en su cara.
—Vaya, eso suena complicado —dije, sintiendo una mezcla de curiosidad y preocupación por Kelvin—. Espero que todo se solucione pronto para él.
—Sí, yo también —respondió Noemí—. Es mi hermano y quiero que esté bien, pero a veces es difícil saber cómo ayudarlo. Creo que debí hacer nacido hombre.
Nos quedamos un momento en silencio, mientras yo estaba procesando las palabras de Noemí. Sabía que a veces se sentía frustrada por las expectativas y los roles que la sociedad imponía, pero su comentario me tomó por sorpresa.
La miré con simpatía y le di un suave apretón en el hombro.
—Eres una hermana increíble, Noemí. Estoy seguro de que él aprecia todo lo que haces, incluso si no siempre lo muestra y no necesitas haber nacido hombre para ser fuerte y para ayudar a tu hermano —le dije con firmeza—. Eres increíble tal como eres. La fuerza no tiene nada que ver con el género.
La miré a los ojos, queriendo asegurarme de que comprendiera lo mucho que creía en ella.
—Y si Kelvin necesita tu apoyo, estará agradecido de tener a alguien como tú a su lado, estoy seguro.
Noemí sonrió, y pude ver que mis palabras la habían animado.
Nos quedamos un momento otra vez en silencio, cada uno inmerso en sus propios pensamientos. Luego, decidimos que lo mejor sería despejar nuestras mentes jugando un rato al fútbol. Mientras corríamos por el campo y nos reíamos, sentí que esos momentos de alegría y camaradería eran exactamente lo que necesitábamos para olvidar por un rato los problemas.
Después de jugar al fútbol por un rato, nos sentamos en el césped para descansar. Ambos estábamos un poco cansados, pero disfrutábamos del momento. De repente, Noemí se volvió hacia mí con una expresión pensativa en su rostro.
—Otniel, ¿cómo crees que aman ustedes los hombres? —preguntó, mirándome directamente a los ojos.
Su pregunta me tomó por sorpresa. No había pensado mucho en eso, y la verdad era que aún no me había enamorado, así que no sabía realmente cómo se sentía.
Me quedé en silencio por un momento, reflexionando sobre su pregunta. Finalmente, respondí con sinceridad.
—No estoy seguro, Noemí. Nunca me he enamorado, así que no sé exactamente cómo se siente. Pero creo que, en general, todos aman de manera diferente. Quizás algunos hombres muestran su amor a través de acciones, como mi papá con mi mamá, siempre haciendo cosas pequeñas para hacerla feliz. Otros podrían ser más expresivos con sus palabras o incluso con gestos más grandes.
Noemí asintió, escuchando atentamente.
—Supongo que depende de cada persona —continué—. Pero creo que lo más importante es que el amor debe ser genuino y respetuoso, sin causar daño. Si amas a alguien, querrás lo mejor para esa persona y harás todo lo posible por apoyarla y hacerla feliz.
Ella sonrió suavemente, como si mis palabras hubieran aclarado algunas de sus dudas.
—Gracias, Otniel. Siempre tienes una manera de poner las cosas en perspectiva, de seguro por eso eres tan buen escritor.
—De nada, Noemí. Solo espero que, cuando llegue el momento de enamorarme, pueda hacerlo de una manera que haga feliz a la persona que amo, sin causarle dolor.
Nos quedamos un rato más en silencio. La tarde estaba cayendo, y el sol se ocultaba lentamente en el horizonte, pintando el cielo de tonos anaranjados y rosados. Era uno de esos momentos en los que te das cuenta de lo importante que es tener a alguien con quien compartir tus reflexiones y tus sueños.
Cuando sentí la necesidad de continuar nuestra conversación. Me volví hacia Noemí y le dije con seriedad:
—Noemí, aunque no sé mucho sobre cómo aman los hombres en una relación romántica, sí puedo garantizarte cómo debe amar un amigo y un hermano. Eso es algo que puedo explicarte.
Ella me miró con curiosidad, interesada en lo que tenía que decir.
—Cuéntame, no me dejes así —me dijo sonriendo.
—Como amigo, siempre estaré aquí para ti. Amar como un amigo significa apoyarte en tus sueños y desafíos, compartir tus alegrías y tristezas, y estar presente, sin importar las circunstancias. Es ser leal y confiable, alguien en quien siempre puedes confiar. Recuerda que la amistad es un tipo de amor que no tiene condiciones y está basado en el respeto y la honestidad.
Noemí asintió, escuchando atentamente.
—Y eres el mejor amigo. Lo has demostrado.
—Y amar como un hermano significa proteger y cuidar, estar ahí para dar consejos y asegurar de que siempre tengas a alguien en quien apoyarte. Es ese amor incondicional que busca siempre lo mejor para ti, incluso si a veces eso significa ser franco y decir cosas que no quieres escuchar, pero que necesitas saber.
Vi cómo sus ojos se iluminaban con una mezcla de emoción y gratitud.
—Gracias, Otniel. Eso realmente significa mucho para mí. Eres un amigo increíble, y estoy muy agradecida de tenerte en mi vida, así que Rebeca debe estar orgullosa del hermano que tiene.
—Y yo estoy agradecido de tenerte en la mía, Noemí. Nuestra amistad es una de las cosas más valiosas que tengo.
Nos dimos un abrazo, sellando con ese gesto nuestras promesas mutuas. En ese momento, supe que pase lo que pase, siempre tendría a Noemí a mi lado, y ella a mí.