Unas semanas después de la visita a Sara, ella vino a verme a mi casa, cuando salimos de clase. Nos sentamos en el porche, disfrutando de la brisa fresca de la tarde, cuando de repente noté una expresión preocupada en su rostro.
—Otniel, necesito hablar contigo sobre algo que me tiene inquieta —dijo su voz seria.
La miré con curiosidad, algo nervioso por lo que pudiera ser.
—¿Qué pasa, Sara? —pregunté, tratando de sonar calmado.
Sara respiró hondo antes de hablar.
—Estoy preocupada por Alessia, creo que está loca o se está volviendo. La he visto muy obsesionada con Kelvin últimamente. La he encontrado mirando fotos de él todo el día, y me temo que está desarrollando sentimientos que no debería tener.
Me quedé sorprendido por su revelación. Kelvin es el hermano mayor de Noemí y amigo de Alessia y Rebeca, mi hermana mayor. Siempre habíamos pensado en él como una figura distante pero importante en nuestras vidas.
—¿Y qué tiene de malo que Alessia se enamore de Kelvin? —le pregunté, tratando de comprender la situación.
Sara suspiró antes de responder.
—Desde lejos se ve que Kelvin no está interesado en Alessia de esa manera. Más bien sospecho que le gusta otra chica, pero mi hermana, creo que está orinando fuera del perol.
—¿Estás segura? —le pregunté, tratando de comprender la situación.
—Sí, Otniel, la loca es ella, no yo. La he observado y estoy segura de que algo está pasando. No sé cómo manejar esto, y temo que se meta en un problema mayor, igual no me escucha, cualquier cosita que le diga, me saca en cara que no somos hermanas de sangre.
Mientras hablábamos, recordé cómo mi hermana Rebeca había estado distante últimamente. No había querido compartir mucho conmigo, y no es porque me evite, sino al contrario, se ha llenado de mucho trabajo, pero pude notar que algo la estaba perturbando. La amistad entre Kelvin, Alessia y Rebeca añadía otra capa de complejidad a la situación.
Internamente, me pregunté si había pasado algo entre Kelvin, Alessia y mi hermana. La situación parecía compleja y llena de emociones que aún no entendíamos del todo.
—Sara, esto es complicado. Pero sé que ambos queremos lo mejor para nuestras hermanas. Debemos apoyarlas y asegurarnos de que no se lastimen.
—Lo sé, Otniel. Solo quiero evitar que terminemos como nuestros hermanos mayores, con enredos en el amor que solo traen dolor.
Asentí, sintiendo la misma preocupación.
—Debemos ser maduros y responsables. No podemos permitir que se lastimen, quizás ayude que hablemos con ellas y veamos cómo podemos ayudarles.
Nos quedamos un rato en silencio, procesando todo lo que Sara había dicho. Finalmente, decidí compartir una observación que había estado rondando en mi mente.
—Sara, me doy cuenta de que estamos en una situación parecida a la de nuestros hermanos mayores. Ellos son tres amigos: Kelvin, Rebeca y Alessia. Y ahora, nosotros llevamos esta misma línea: Otniel, Noemí y tú.
Sara me miró pensativa y luego sonrió.
—Sí, tienes razón, Otniel. Pero hay una gran diferencia —dijo, con convicción—. Yo estoy muy segura de lo que siento por ti. Te veo como un hermano. ¿Tú me ves de la misma manera?, ¿verdad?
No pude evitar reír ante su ocurrencia y cómo ella aseguró que estaba clara sobre lo que sentía por mí, que me veía como a un hermano.
—Claro, Sara. Te veo como una hermana. Somos como una familia, y eres una fea.
—Ja, ja, ja, miren quién lo dice, también eres feo, muy feo, te quiero de amigo, de hermano, pero no de novio, ja, ja, ja.
—Soy tu feo amigo.
—Al menos nosotros dos estamos en la misma página.
Asentí, aliviado.
—Sí, definitivamente. Lo último que necesitamos es estar en una encrucijada de amor. Mejor que estemos claros desde el principio.
Sara suspiró aliviada y sonrió ampliamente.
—Entonces no habrá ningún enredo amoroso entre nosotros, eso es seguro.
—Exacto.
De repente, una idea me golpeó y la miré con curiosidad.
—Espera un momento —le dije, entrecerrando los ojos—. Sara, ¿quieres decir que piensas que Rebeca está enamorada de Kelvin?
Sara me miró con los ojos muy abiertos, sorprendida por mi pregunta, pero luego me devolvió una sonrisa juguetona.
—Bueno, no soy cupido, pero he notado ciertas miradas y comportamientos. Rebeca parece muy interesada en Kelvin últimamente.
—¡Vaya, esto se pone interesante! —exclamé, todavía asimilando la idea—. ¿Y sí, Alessia?
—No estoy segura, Otniel. Solo sé que algo está pasando entre ellos. Quizás Rebeca siente algo por él, o tal vez es Kelvin quien tiene sentimientos por ella. De cualquier manera, las cosas se han vuelto complicadas para ellos tres.
Nos quedamos pensando en silencio, cada uno considerando las posibles implicaciones de esa situación. La amistad entre nuestros hermanos mayores y los sentimientos no correspondidos podrían estar causando más problemas de lo que sabíamos.
—Sara, tenemos que estar atentos y apoyar a nuestros hermanos. No podemos permitir que sus problemas interfieran en sus vidas de manera negativa, ¿qué piensas?
Ella asintió, tomando mi mano con determinación.
—Lo haremos, Otniel. Seremos el apoyo que necesitan, como amigos y como hermanos.
Mientras Sara y yo seguíamos hablando, vimos a Noemí acercarse, con su habitual energía y una sonrisa curiosa en el rostro.
—¿Qué tanto parlotean ustedes dos? —preguntó, deteniéndose frente a nosotros.
Sara, siempre directa, decidió aprovechar la ocasión para abordar una cuestión que, al parecer, había estado rondando su mente.
—Noemí, necesito hacerte una pregunta —dijo Sara, sin filtros—. ¿Estás enamorada de Otniel?
Ambos nos sorprendimos ante la pregunta de Sara. Noemí quedó en shock, completamente sorprendida. Jamás me habían preguntado si estaba enamorado de mi mejor amiga y ni siquiera yo mismo había considerado esa posibilidad.