Capitulo 4

Persefóne: 

Silencio absoluto nadie hablaba todos esperaban que algunos de los que estaban en el balcón comenzarán a hablar las chicas contenían la emoción moviéndose de un lado para otro Dalila a mi lado estaba que quería morderse las uñas por la ansiedad de verlos ahí.

A cada uno de ellos, las princesas, los principes y finalmente el Rey, cada uno mostrandose ante ellos más no su rostro. en ese momento note que la máscara que el rey poseía no era de la persona con la cual baile entonces deseche ese pensamiento de que era el con el cual baile.

De tantas chicas.

Reí ligeramente negando con la cabeza y mirando hacia arriba la última vez que tuve contacto y lo conocí fue esa vez cuando le dije que la casa no siempre gana, y justamente llevaba una máscara del comodín de las cartas.

Parecía tan misterioso verlo así, parado con las manos sobre el balcón mirando una a otra cada una esperaba a que el hablará y a mí ya me dolían los pies.

—Me retiró—le comenté a Dalila ella se volteó hacia mí—No puedo más me duelen los pies me iré a mi departamento.

—¿Estás loca?—Preguntó con incrédulidad—¡Es la mejor parte perse!.

—No..lo lamento Dalila pero quiero irme y me iré—advertí con un deje de fastidio en mis palabras.

—Bien pero tu te lo pierdes—me apunto con el dedo—Estare solita.

Intento convencerme pero ya estaba lejos de ella caminando entre esa multitud de chicas que miraban hacia arriba, parecía que el Rey comenzó a hablar pero no le tome importancia estaba tan cansada que empuje un poco la puerta para irme de ahí.

Camine por las calles quitándome los tacones porque ya no aguantaba tenerlos, suspiré congelandome del frío y como pude me acerque a la primera cafetería que encontré cerca, cuando entre todos se me quedaron mirando raro.

Evidentemente era por la máscara y me imaginé en una escena dónde yo entraba con un arma asustando a las personas resultó divertida que casi me río pero me detuve a tiempo, me deshice de la máscara mirando a todos con una de «¿Que me ven?»

De inmediato todos se pusieron a hacer sus cosas y yo me senté en la primera banca que ví, deje mis tacones en el suelo y mire al señor que atendía en la barra.

—Algo que caliente mi cuerpo y que no sea cafeína—dije con voz cansada, el tipo de canas blanca asintió dirigiéndose a la cocina mientras yo esperaba.

Aún no dejaba de pensar en ese bailé el cual me dejó agotada en el movimiento de aquel hombre que sostenía mi cuerpo como si fuera un jarro de cristal, juro aver visto aquellos ojos penetrantes que no puedo olvidar pero ver a Rey con una máscara de comodín me hizo pensar que solo fue una parte de mi imaginación.

La taza fue puesta sobre la mesa el tipo me sonrió y yo me dedique a beber el te de manzanilla, mire el lugar parecía una cabaña porque las paredes estaban pintados de un color marrón a madera, el lugar estaba decorado con hojas falsas.

Poco a poco mi sistema interno fue adquiriendo calor al igual que mi cuerpo y dejé de sentir frío, el ambiente en la pequeña cafetería es acogedor y agradecí.

—Te ves agotada princesa—el señor tomó mi taza vacía mientras hablaba—¿Que te hizo estar tan cansada?.

—Baile—murmuré recostando mi cabeza contra la mesa.

—Valla se nota que no eres para eso—me reí junto a el asintiendo con la cabeza.

La verdad es que si soy buena para el baile excepto el de hielo, poco a poco me sentí cansada y cerré los ojos asegurándome de que me dormiría tan solo cinco minutos.

Sentí unos cuantos toques sobre mi hombro varias veces hasta que desperté somnolienta, el tipo de antes me miraba con dulzura.

—Princesa hay una habitación escaleras arriba puedes descansar ahí—asentí por el sueño que cargaba, fue escaleras arriba y cuando ví la pequeña cama improvisada sonreí.

—Gracias—murmuré acostandome en ese lugar, escuché que la puerta se cerró y los pasos bajaron de ahí, solo cerré los ojos evidentemente cansada para seguir soñando con lo que estuviera soñando.

....

Abrí los ojos escuchando las voces en la mañana, me levanté del lugar y escaneé cada pequeño rincón recordando lo que sucedía ayer, frote mis ojos y arreglé un poco mi cabello antes de bajar, camine escaleras abajo hasta llegar a la barra donde aquel tipo de ayer me recibía con una sonrisa geniuna.

—Buenos días princesa ¿Cómo dormiste?—preguntó dejando un desayuno cerca de mí—Te ayudará con la energía.

—Buenos días..y llámeme persefóne—aunque no se porque confío en usted—Y si le soy sincera dormí bien con dolor de espalda pero bien.

Escuché su risa jovial mientras llevaba sus manos a su estómago, sonreí ligeramente comiendo el pan y el café con leche que me ofrecía.

—Era de esperarse, Soy Gregg está es mi pequeña cafetería como puedes ver y también mi casa, asumo que sentiste desconfianza por mis aspecto—asentí provocandole otra pequeña risa a Gregg.

—Creo que juzgar a las personas por la apariencia es algo que no suele suceder a todos—respondí terminando el desayuno—Gracias por el improvisado hospedaje y por el desayuno, tengo que irme.

—Esta bien—respondió y en esos momentos odiaba ser sentimental sentía que abandonaba a mi padre cuando me iba de viaje—vuelve cuando puedas princesa.

Di un leve asentimiento colocándome los tacones y saliendo del lugar, para llegar a mi apartamento en el cuál me recibía una preocupada Dalila la cual zollozaba sermoneandome sobre no quedarme en casa de extraños.

Luego de una hora y media de sermones y si fueron de verdad una hora y media de sermones. me contó todo lo sucedido el día de ayer cuando me retire del lugar.

—¡Puedes creerlo! Baile con el principe!—vociferó contenta de un lado para otro—¡Sus manos juro que no me las vuelvo a lavar!.

—¿El principe bailo contigo?—pregunté estupefacta eso sí que era una noticia asombrosa—¿Cómo supiste que era el?.

—Porque cuando estaba en los balcones tanto las princesas como los principes tenían un pequeño símbolo en su máscara que lo identificaba del resto..