El juego del Rey (realeza imperfecta)

CAPITULO 41

Persefóne:

Aveces lo veo y me preguntó cómo llegue a amar a un hombre desconocido, a un hombre que refleja misterio y oscuridad, intriga y tentación, cómo puedo querer a alguien que no dice nada de sí.

Me metí en terreno peligroso desde que puse un pie en este lugar, no. Me metí en terreno peligroso desde que puse un pie en el casino aquella noche en donde un juego inicio y un final sin retorno comenzó. Ame a lo desconocido, quise a lo frío y deseo a lo misterioso, sombrío y oscuro.

Amo al hombre que está frente a mí, un hombre que no demuestra nada al menos no a la persona pero si a mí, tanto el como yo estamos conscientes de que no podemos mentirnos, es imposible ocultar el brillo de cariño de sus ojos, es imposible ocultar mi nerviosismo al tenerlo cerca, el y yo parecemos imanes hecho del mismo material, destinados a atraerse de alguna forma u otra, el dice saber lo peligrosa que soy y yo pienso saber que oculta bajo toda esa frialdad.

Me dirían loca por amar a un hombre que conozco y a la vez desconozco, me dirán loca por verlo facinada con aquella figura amenazante hacia las personas, me dirán loca por quererlo a pesar de no aparentar mostrar nada. Me dirán y me tildaran de miles de formas una tras otra, pero aquí estaba yo.

Llevando mi mano a su espalda y mi mirada feroz hacia sus labios aquellos que estaban bañados en un hermoso color rojo, sus ojos grises me observan fascinado como si fuese algo digno de admirar, sus besos comienzan a ser posesivos y sus agarres igual, solo nosotros sabíamos lo que sentimos y hasta que grado es.

Una noche de tantas y todo se intensifica como droga para el sistema y la viva adrenalina corre por mi cuerpo y el suyo, risas divertidas llenan el ambiente y miradas demandantes nublan mi conciencia.

¿Qué había pasado? Esa era la pregunta que recorría mi mente, el siempre me respondía con una respuesta.

"Somos demonios buscando amor" 

Aveces me pregunte porque decía eso hasta que lo entendí, no me di cuenta pero así como el amor avanzaba también me perdía, y aquí estaba.

A lado de el con las manos entrelazadas mirándonos el uno al otro, el con su respectiva frialdad y yo sin expresión alguna, tener a los reyes frente nuestro nos puso alerta a ambos.

—¿Para que pidieron nuestra presencia?—la primera en hablar es ella, sus ojos me observan con disgustó sin embargo al ver a Kilian esboza una sonrisa coqueta que no pasa desapercibido para mí.—¿Necesitan algo?

Si que no mires a mi prometido.

—Una alianza—le digo al rey de Gleen quien no quita su mirada de mi, elevó una ceja con elegancia cuando carraspea y prosigo a hablar—Una alianza entre ambos reinos.

—¿Ah sí?—pregunta con burla poniéndose cómodo sobre la silla, acaricia su barba con su mano derecha y luego me observa—¿Qué ganaría yo con una alianza?

—No.—habla la reina mirando con furia a su esposo—No haremos ninguna alianza, me eh enterado que mi hija fue agredida por usted.

Chasqueo la lengua y niego con la cabeza, siento la mirada de Kilian sobre mí, se que quiere una explicación pero ahora no existe tiempo para eso.

—Si ustedes tienen una alianza con nosotros, recibirán cincuenta lingotes de oro al mes—le hablo a medida que un guardia coloca una bolsa con dicho lingote sobre la mesa.—Claro eso solo puede pasar si firman.

—¿En qué se beneficiarían ustedes?—pregunta el Rey con desconfianza hacia nosotros mientras su esposa acaricia entusiasmada el oro sobre sus manos.

Parece que se le olvidó su hija.

—Quiero alimentos—comienza a hablar el Rey como siempre la mirada fría, los labios en una línea que ahora se movían formulando cada palabra—Cada mes se envían varias bolsas de alimento. como lo hacíamos con Caellum, lo suficiente como para abastecer el reino entero, ustedes tienen el oro nosotros los alimentos.

—¿Solo comida para Caelestis? ¿Por cincuenta?—pregunta la mujer con indignación en sus palabras—Veo muy poco el oro para algo como los alimentos.

—Si no quiere firmar no lo haga—le habla al Rey quien se muestra pensativo—Mi tiempo es oro y yo claramente puedo pedir alianza con el reino de Voshark.

—Tiempo para pensar es lo que pido—habla fríamente el rey de Gleen, mirando a mi prometido—Marcando la siete de la noche estaré aquí para dar mi respuesta, su majestad.

—¡Pero pro-—el rey de Gleen le da una mirada fugaz para luego despedirse de nosotros hablando con su esposa.

—No me gusta—hablo cuando todos se fueron y quedamos solo los dos, se aflojó la corbata dándole ese toque que me gusta, sus ojos recorrieron mi cuerpo y luego acaricio mi mano con delicadeza.

—Estoy segura que aceptará la propuesta—le intuyó mirando los papeles sobre la mesa, cada uno era la firma que se haría con ellos y sobre todo un papel de pergamino resalta entre ellos.

—No hablo de eso—se incorpora en la silla y voltea a verme clavando su mirada sobre mis ojos—No me gustó que estuviera mirando tu pecho.

Sonrío ligeramente negando con la cabeza, me sorprende mucho que aveces demostrará los celos que tenía, al igual que la muestra de afecto muy poca veces se mostraba celoso y aunque lo estuviese no era un crío para ir a pegarle puñetazos al Rey.

—Ya está listo.—habla colgando la llamada en su teléfono interrumpiendo mis pensamientos—Ven conmigo Persefóne.

—¿Qué haremos?—le pregunto algo confundida, le sigo por todo el lugar hasta llegar a la habitación.—¿Kilian?

—Iremos a ver a tu querida amiga.—me habla, aún confundida busco en mi mente alguien que tenga ese título hasta que caigo en cuenta de Dalila, hace tiempo no sabia de ella y tenía prohibido ir ya que estaba ocupada con temas del reino y las clases de etiquetas.

Me cambio de vestimenta y optó por lo que antes usaba, un jeans apretado de color azul y una blusa de un hombro caído dejando ver la tira del sostén negro, me coloco los botines y amarro mi cabello en un moño alto.



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En el texto hay: drama, amor, juego

Editado: 30.04.2022

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